Cuba y la Fundación Finca Vigía, de Estados Unidos, dieron otro paso en conjunto en apoyo en la preservación del legado de Ernest Hemingway con la inauguración de un moderno centro para conservar la impresionante colección de documentos que guarda el hogar habanero del novelista.
Construida con materiales y asesoramiento estadunidense en los terrenos de Finca Vigía —la casa donde Hemingway (1899-1961) pasó sus últimos 20 años en las afueras de La Habana—, la instalación cuenta con laboratorios de restauración y una bóveda para almacenar la valiosa papelería del premio Nobel de Literatura estadunidense.
Para enviar los cinco contenedores que transportaron los equipos y suministros desde territorio norteamericano, la organización no gubernamental estadunidense tuvo que sortear numerosas restricciones impuestas por el embargo económico que Washington mantiene sobre Cuba desde hace más de 60 años.
“Este edificio es un símbolo de lo que se puede lograr cuando personas buenas trabajan juntas. Esperamos que sea un modelo de lo que se puede esperar en el futuro del esfuerzo común entre cubanos y estadunidenses”, dijo la directora ejecutiva de la Fundación Finca Vigía, Mary Jo Adams, durante la ceremonia de apertura.
El proyecto se realizó en dos años y medio gracias a donaciones de diversas compañías y fundaciones, la familia de Frank y Jenny Phillips, nieta de Max Perkins, editor de Hemingway, así como de pequeñas contribuciones.
Puente literario
“Hemingway une a las personas”, aseguró Adams sobre el autor de El viejo y el mar, que concibió en la isla caribeña parte de sus obras más importantes y ha servido de puente “aún en los momentos más difíciles” entre ambos países.
Recordó cómo en 2002 se firmó el primer acuerdo de colaboración entre el estatal Consejo Nacional de Patrimonio Cultural y la fundación, que estableció una “fructífera relación” dentro de la que se ha restaurado la casa principal, el resto de los edificios, y el emblemático yate El Pilar, propiedad de Hemingway.
El cronista estadunidense, bautizado por los cubanos como “Papa Hemingway”, es muy querido en la isla, especialmente en La Habana, donde se estableció definitivamente a finales de la década de 1930 y se le asocia con conocidos bares como El Floridita y La Bodeguita del Medio.
En Finca Vigía, una casona situada a unos 15 kilómetros del centro de la ciudad, pasó casi la mitad de sus años como escritor en activo y recibió en 1954 la noticia de su premio Nobel, que dedicó al pueblo cubano y entregó como ofrenda a la Virgen de la Caridad, patrona de la isla.
Tras su suicidio el 2 de julio de 1961 en su casa de Idaho (Estados Unidos), la mansión habanera fue convertida por el gobierno cubano en la Casa Museo Ernest Hemingway, que se mantiene como la dejara el narrador al marcharse y atesora los más de 22 mil objetos personales donados por su viuda, Mary.
El sitio atrae todos los años a miles de visitantes, sobre todo estadunidenses, interesados por ver en primera persona cómo vivió el autor de Adiós a las armas.
“Cuando Hemingway murió, en 1961, habían pasado solo tres meses del desastre de Bahía de Cochinos; las relaciones entre Cuba y Estados Unidos estaban en su punto más bajo. La única hebra de civilidad en ese momento entre ambos países la aportó su legado”, señaló el congresista estadunidense James McGovern.