El futuro de la humanidad se decidirá durante nuestra vida, se ha respondido Daniela Fernández a sus propias preguntas sobre qué papel jugarán ella y su generación en esta búsqueda de supervivencia, si construirán una empresa sostenible, si adoptarán una dieta basada en plantas. Desde joven se ha formulado este tipo de interrogantes. Artífice de SOA, considera que es hora de que los jóvenes contribuyan al medio ambiente: “Lo crean o no, la crisis climática es su batalla. No importa cuál sea tu ocupación o de dónde vengas, tú importas y tus decisiones afectan a quienes te rodean”.
Resulta imposible no dejarse envolver por la pasión de esta joven al hablar de temas ambientales. “Hay suficiente información que te recuerda lo terrible que es el estado de nuestro ecosistema, por lo que no entraré en las estadísticas aterradoras. En lugar de eso, quiero señalar un rayo de esperanza”, cuenta. La solución “está dentro de nosotros y de nuestras acciones colectivas”.
Claro que para que esto suceda es necesario trabajar en la educación superior, dice Daniela, especialmente entre los menos afortunados, una de las tareas que aborda SOA. En ese sentido, “SOA ofrece oportunidades de educación no solo a quienes están dentro de su red, sino a parejas de mentores y microfinanciamiento para que podamos transformar una idea en una iniciativa oceánica. Revertir los efectos del cambio climático con una red lo suficientemente grande se convierte en un concepto menos desalentador y en una realidad mucho más tangible”.
Un océano frágil
Desde pequeña Daniela siempre amó el mar. Pero mientras muchos ven el océano como algo inmenso, esta joven no puede evitar pensar “en su fragilidad, en su incapacidad para defenderse. Como los depredadores de este planeta, hemos reclamado el océano como nuestro para hacer lo que nos plazca. Sin embargo, debajo de la superficie del mar hay una multitud de ecosistemas y criaturas en peligro debido a nuestra imprudencia”.
Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en los últimos 28 años, el consumo de pescado como alimento ha aumentado 122 por ciento.
“Hay 3 mil 100 millones de personas que comen mariscos como principal fuente de proteínas. Necesitamos asegurarnos de que este grupo siga obteniendo la comida que necesita, pero de manera sostenible”, declara Daniela.
El aumento de la demanda de productos del mar significa que, para satisfacerla, una gran parte debe transportarse por todo lo ancho y largo del mundo. Esto contribuye a que se liberen más gases de efecto invernadero a través de la industria del transporte marítimo. “Además, la sobrepesca desestabiliza ciertos ecosistemas marinos”, explica.
La tecnología: clave para brindar soluciones
En los primeros tiempos de SOA, uno de los mayores retos “fue fomentar la importancia de las voces de los jóvenes, ayudándolos a creer que de verdad tienen el poder y la capacidad de crear un cambio real a gran escala. El cambio climático parece abrumador para cualquiera, aún más para aquellos que sienten que tienen el menor poder de todos. Y hasta hace poco, los gobiernos, las corporaciones y los legisladores ignoraron las voces de quienes se vieron más afectados por el cambio climático”, expresa enérgicamente Daniela.
Ella se muestra optimista y, más importante todavía, SOA tiene un programa completo para brindar soluciones que toman en cuenta los avances tecnológicos existentes. “El cambio climático es un problema moderno y creado por el hombre que, valga la redundancia, requerirá soluciones modernas y creadas por el hombre. SOA aprovecha el poder de la conectividad actual a través de nuestra vasta red de líderes del océano, y las innovaciones que nuestra alianza ha creado son impresionantes. El secuestro de carbono, la eliminación de los desechos plásticos, la energía oceánica más limpia y las prácticas de pesca más sostenibles son solamente algunas de las prioridades que deben abordarse para combatir el cambio climático”, describe.
Entre las innovaciones a través de SOA figura CalWave, una startup que aprovecha el poder de las olas para crear energía limpia ilimitada. Por su parte, Loliware desarrolla una tecnología con algas para hacer popotes hipercompostables y comestibles para reemplazar los de plástico. Otro ejemplo es Muuse, aplicación que ayuda en la eliminación de un solo uso y está diseñada para crear una red de restaurantes equipados con vasos reutilizables. “Cada taza tiene un código QR que permite a los consumidores escanear, usar y devolver las tazas –añade Daniela–. Hay que aprovechar todos estos avances para mantener nuestro océano en el futuro”.
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