El camino del bailarín y coreógrafo Jaime Hinojosa inició hace 50 años. Primero, puntualiza en entrevista con MILENIO, “23 años de forma independiente, y 27 años después en Torreón, Coahuila”, lugar donde fundó la compañía Mezquite Danza Contemporánea, agrupación que tomará el escenario del Teatro de la Danza Guillermina Bravo, del Centro Cultural del Bosque.
Enmarcado en la temporada “Consagrados”, el recientemente galardonado con el XXXVI Premio Nacional de Danza Contemporánea José Limón conversa no solo sobre estas presentaciones que se llevarán a cabo del jueves 24 al domingo 27 de agosto, sino de su perspectiva de la escena dancística contemporánea, la cual considera “casi mimética” y “que se está aburriendo de sí misma”.
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Para estas fechas en Ciudad de México, “una de mis principales inquietudes es que vaya un programa con danzas de coreógrafos egresados de la Escuela Municipal de Danza Contemporánea de Torreón (proyecto fundado y dirigido de manera paralela por Jaime Hinojosa), miembros de la compañía y todo del noreste. Acabo de terminar el ensayo, y viéndolo desde fuera me doy cuenta que este programa maneja territorios diferentes”.
—¿Cuáles son esos territorios?
Un territorio verdaderamente lírico, poético y relajado, es la primera coreografía que se llama Canicular, y es la sensación que la canícula nos da, ahorita que estamos a 40 o 42 grados en la Comarca Lagunera y tienes que vivir con el calor, y qué manera de vivirlo que con el agua; entonces hacemos una danza, digamos, acuática. La segunda es Lo que mi oído toca se convierte en silencio, de Mizraim Araujo, que es una frase de un poema de Rosario Castellanos y que tiene que ver de una manera brutal con la misoginia y el arrepentimiento, con la violencia a la mujer.
Un tercer territorio es De la contemplación solitaria, de Alam Sarmiento, que está muy inducido y muy dirigido a la expresión de la danza butoh. Hizo una danza dentro de la retórica butoh, llena de esperanza. Un cuarto territorio es Solo para mujer sola, que yo compuse y que habla de una nostalgia que no se puede recuperar, como todas las nostalgias. La última danza, en gran medida, es una obra larga de 23 minutos, coreografía de Sara Ovalle, que une esta obra que se llama Sextante, a los cuatro territorios.
—¿Cómo recuerdas tus inicios?
Yo bailé durante 23 años en ballets independientes con Raúl Flores Canelo y puedo decir que soy un coreógrafo de esta escuela, y no de la vieja escuela, sino de esta escuela de los 70 y de los 80, pero también de la retórica de las compañías de antes; es decir, que los bailarines más allá de sus capacidades técnicas tengan la solvencia interpretativa que les permite estar en contacto con su propio corazón para la expresión poética de una coreografía.
—¿Eso lo tienen presente los bailarines?
Los bailarines actuales y los coreógrafos actuales hacen unas cosas verdaderamente maravillosas, muy técnicas, y hasta cierto punto superficiales porque ahorita el reconocimiento o el hacerla en la danza, como se dice coloquialmente, tiene que ver con el éxito inmediato. Yo siento que la danza se ha mimetizado muchísimo en su forma de expresión: las técnicas de movimiento contemporáneo son maravillosas, pero son técnicas y por lo tanto frías, entonces no es que sean los bailarines sino que los coreógrafos también estamos perdiendo porque está muy difícil la circunstancia nacional y mundial, ese humanismo que ha caracterizado siempre la danza. Ahorita siento que es: rápido, rápido, rápido, rápido.
—¿Cuál es el sello característico de Mezquite Danza Contemporánea?
Yo quisiera que lo definiera alguien. No obstante, la danza, que es movimiento y que cada día cambia por su natural expresión… uno no debe de perder la humildad, no debe de ser una compañía, digamos, que le sienta segura, pagada de sí misma, que sienta que ha descubierto el hilo negro y la manera de hacer las cosas. Esto es una compañía con unos niveles largos, de largo aliento de humildad y que le dice no a la pirotecnia. Es una compañía que el cuerpo tiene la suficiente capacidad de expresión para que hable, y el alma de la coreografía, partiendo de esto, pueda expresarla. Me parece que es una compañía que le da una lectura muy particular a la danza y a las circunstancias. Afortunadamente estamos fuera de las modas dancísticas.
—¿Estamos en modas dancísticas?
La danza, yo creo que ya es casi mimética, creo que se está aburriendo de sí misma y la única solución es la invención de nuevas mitologías, encontrar un nuevo paradigma que haga que la danza regrese a su primer ritual, que fue la emoción: a bailar porque llovía, porque temblaba, a cantar por el fuego.
Yo creo que hacen falta nuevos paradigmas dentro de la danza; hay unos coreógrafos maravillosos en Ciudad de México y en todo el país, claramente, pero ahí estamos: algo nos tiene atorados y yo creo que tiene muchísimo que ver con la globalización, con el mainstream. Yo creo que nos tenemos que inventar nuevos paradigmas para regresar la danza al humanismo, y ahí se van construyendo, porque hay jóvenes curiosos. Yo soy de la era del hielo, por eso pienso así, los jóvenes no (ríe).
—¿Cómo se vive actualmente la danza contemporánea?
Estamos viviendo tiempos muy complejos, pero creo que lo más importante es la falta de recursos a la que la danza está expuesta. Estoy convencido de que las dos disciplinas que más apoyo requieren son la música y la danza, porque son intangibles. La danza requiere de un trabajo mínimo de siete horas al día y no hay apoyos, y las políticas culturales están confusas, como está el país, y tiene que ver con la invención: si la danza artísticamente requiere la invención de nuevos paradigmas, creo que la auténtica promoción cultural también.
25 aniversario
El nombre de Mezquite Danza Contemporánea surge y se retoma de un poema de Marco Antonio Jiménez, que se refiere al árbol característico de la región, “porque con apoyos o no, con becas o no, con reconocimientos o no: crece, da frutos, da sombra, alberga pájaros el mezquite. Así defino a la compañía”, dice Jaime Hinojosa. El artista también puntualiza que la agrupación, quien realmente tiene 27 años de historia, está “festejando 25 años porque no lo habíamos hecho”.
PCL