“Yo podría ser un pedante y escribir un libro inelegible, sería muy fácil, incluso más que este ejercicio que he hecho. Mi intención es demostrarle a la gente que la filosofía es una herramienta útil”, señala a MILENIO David Pastor, quien prefiere que le llamen Vico.
El divulgador de filosofía y el pensamiento crítico presenta Era de idiotas (Planeta), relatos que hablan del individualismo, la educación de las nuevas generaciones, la sociedad y el futuro de los jóvenes, entre otros temas.
Para el entrevistado, los grandes cambios de la humanidad en los últimos dos siglos han sido producidos por el empeño colectivo y son contrarios a un movimiento “idiota” e individual.
“Si tenemos medicinas, educación pública y garantías es por el esfuerzo y la lucha de miles de personas que lo han hecho. Y de repente, en el siglo XXI, parece que damos por hecho que en la naturaleza social están todas esas garantías y se nos mete en la cabeza que toca mirar por nosotros nada más; lo que estamos haciendo es romper un mundo, con la ética, y hemos acabado en un planeta de ciudadanos que solo miran por sus propios intereses y problemas. Es erróneo”.
Fuimos ingenuos
“Se pensó que cambiarían las cosas en la pandemia, pero fuimos muy inocentes, no ha habido ningún cambio. Incluso, nos explotó en la cara el aumento en los casos de los problemas de salud mental de los más jóvenes, la gran epidemia del siglo 21”.
Pero el asunto es más grave, “nuestros jóvenes son los que más están sufriendo y han perdido la habilidad social, porque nosotros, los idiotas, hemos impedido la relación con los otros, porque no confiamos en los vecinos; hemos suplantado la figura paterna y la de los amigos con teléfono y tabletas. Los niños no tienen habilidades sociales, tienen problemas de soledades. ¿En verdad creíamos que este tipo de herramientas iba a sustituir la figura del padre, del amigo, del vecino? Fuimos unos ingenuos y actuamos como idiotas”.
El entrevistado explica que países como Suecia han decidido volver al mundo analógico en el mundo académico porque descubrieron que el mundo digital dentro de la escuela no favorece el aprendizaje.
“En España están intentando pasar una ley para que los jóvenes no accedan a tener teléfonos móviles hasta los 16 años como mínimo y ya los quitaron de la primaria, de la preparatoria y esto debería de ser tendencia mundial”.
El autor de Era de idiotas, comenta que decidió transmitir sus conceptos a través de historias divertidas, insolentes y con dosis de humor negro.
“La mejor forma de explicar las cosas es contando historias y somos chingones escuchando, leyendo y viéndolas. Lo que pretende hacer este libro, siendo de filosofía, es explicar a la gente cosas tan complejas para que todos las puedan entender y al final trasciende esa reticencia que tiene la gente a leer filosofía y el lector se olvida que está leyendo un libro de filosofía”.
Pero advierte, que la gente que lea Era de idiotas puede enojarse y decir que no le ha gustado.
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“Pero no es porque está enojado conmigo, está enfadado consigo mismo, porque no le ha gustado verte reflejado en el libro, donde yo me enfado con el lector; y empiezo diciendo que con el primero que estoy enojado es conmigo mismo, es un ejercicio de autocrítica”.
Vico afirma que este ejercicio parte de un pensamiento filosófico estructurado y cimentado sobre fuentes que se incluyen en la bibliografía.
“Lo que hago es rescatar una forma de hacer filosofía que tiene más de 2 mil 500 años, la filosofía como hoy la entendemos, surge cuando un señor llamado Sócrates se pasea y cuando se encuentra con gente que se cree ignorante le enseña y le demuestra que no es tan ignorantes o cuando encuentra gente que cree que sabe mucho, le demuestra lo ignorante que es. Era de idiotas es un libro muy socrático que implica utilizar el lenguaje que todo el mundo usa”
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Lo que pretende este libro es abrir los ojos al lectory decirle que si quiere que esto cambie, empiece a tratar a sus hijos de manera diferente: que conozcan a los hijos del vecino, que jueguen con los demás y, sobre todo, que conozcan otro mundo que no sea el de su casa o el de su teléfono; tan sencillo como eso. Hoy en día eso es absolutamente revolucionario. Si se consigue, los beneficios nos van a caer encima antes de que nos demos cuenta, estas personas van a ser más felices e inteligentes”.
No es un insulto
“El idiota, como lo planteo en el libro, no responde a la percepción moderna de una palabra que es un insulto y no tiene nada que ver con eso. Cuando hablo de ‘idiota’, hablo del término más griego posible de la palabra que nos marca que el ciudadano de la polis que solo se ocupa de sus problemas y no los comparte con los demás”, comenta el filosofo de peinado punk, aretes y gran sentido del humor.
MGR