De víctimas a verdugos

Intersticios

Hace falta una acción colectiva que permita imaginar otros paradigmas de organización, más allá de la incesante necesidad de acumular.

Este dilema me pareció el ejemplo perfecto de cómo el actual sistema socioeconómico nos convierte a todos tanto en sus víctimas. (Especial)
Editorial Milenio
Ciudad de México /

Esta semana leí en el portal de la revista Slate un artículo sobre cómo está siendo difícil, cuando no imposible, para muchos consumidores americanos dejar el servicio de Amazon Prime, pese a que por razones éticas así quisieran hacerlo. Ante los muy documentados abusos laborales de la compañía, así como la devastación de la cadena productiva que es posible por su poder cuasimonopólico (en el mundo del libro ha ocasionado un cierre de librerías sin parangón), cada vez más gente quisiera renunciar a ser su cliente pero, explicaba el artículo, las exigencias de una vida laboral totalizante, así como el hecho de que en efecto Amazon puede vender más barato que sus competidores, hacen que en términos prácticos millones de personas ya no imaginen la vida cotidiana sin utilizar sus servicios.

Este dilema me pareció el ejemplo perfecto de cómo el actual sistema socioeconómico nos convierte a todos tanto en sus víctimas como en los verdugos que hacen posibles sus excesos, sin que la acción individual, por más que tenga un componente ético-simbólico, tenga ningún impacto real para frenar la rapacidad de las megacorporaciones que destruyen tanto el tejido social como la propia naturaleza. El problema es que, aunque conozcamos los hechos, las distintas combinaciones (según cada caso) de comodidad y necesidad nos vuelven cómplices de los horrores que luego denunciamos indignados en las redes sociales. Y es que con el reemplazo de la idea de ciudadanos por la de consumidores de tiempo completo (incluso de información), la plutocracia corporativa ha recreado una especie de estado hobbesiano de todos contra todos, en el que —así sea involuntaria o inconscientemente— cada peso ahorrado por comprar en Amazon u hospedarse en un Airbnb incrementa las fortunas obscenas que permiten que las megacorporaciones puedan dictar las reglas laborales, fiscales y demás, con las consiguientes reacciones negativas de la bolsa, los mercados y el tipo de cambio como correctivos contra cualquier medida que afecte sus intereses.

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ACCIÓN COLECTIVA
Como establece Mark Fisher, la acción individual es inane ante las desigualdades del neoliberalismo. Hace falta una acción colectiva que permita imaginar otros paradigmas de organización, más allá de la incesante necesidad de acumular.

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