La cineasta francesa Léa Domenach quiso “rendir homenaje a todas las mujeres que han sido humilladas por sus maridos y luego toman revancha”, con su ópera prima de ficción Bernadette. La mujer del presidente (2023), que contó con la legendaria Catherine Deneuve como protagonista para encarnar a una persona viva, real, esposa de uno de los políticos de derecha más conocidos en Francia.
En entrevista vía Zoom con MILENIO, Domenach (París, 1983) explica por qué decidió hacer una comedia sobre Bernadette Chirac (1933), esposa del que fue primer ministro (1974 a 1976), alcalde de París (1977 a 1995) y presidente de Francia (1995 a 2007), el derechista Jacques Chirac (1933-2019).
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“Jacques y Bernadette Chirac eran personas que conocía un poco cuando yo era adolescente. Mi padre es periodista político (Nicolas Domenach) y trabajó mucho sobre la derecha francesa, en particular sobre la pareja Chirac. Así que oí hablar mucho de ellos cuando era niña. Yo tenía una imagen de Bernadette Chirac bastante mala, me parecía una mujer agria, amargada, tradicionalista, no interesaba mucho. Pero, un día, vi un documental sobre ella, que narra un poco la historia de mi película, la historia de esta revancha. Y me dije: ‘Tiene una historia que contar’. Y, además, como Bernadette tiene algo cómico, pensé: ‘Sería un excelente personaje de comedia’”.
Catherine Deneuve (París, 1943), protagonista de obras maestras de Luis Buñuel, Roman Polanski, Jacques Demy, François Truffaut, Jean-Pierre Melville, François Ozon, Manoel de Oliveira, Agnès Varda o Lars von Trier, fue siempre la primera opción de Domenach para la ópera prima y la consiguió.
“Yo no tengo una fascinación con Catherine Deneuve. Fue mi primera idea, mi primera selección. Los productores me preguntaban en quién pensaba para el papel de Bernadette y contestaba: ‘Catherine Deneuve’. Me decían: ‘Vamos a ver, primero escribe bien tu película y luego vemos’. Pero, no tenía una fascinación; sí, me ha marcado, cuando vi Piel de asno, de Jacques Demy, me marcó, pero no tengo una relación de fan. Me parece una buena actriz. La quería porque tiene algo en común con Bernadette Chirac, ese porte, ese tono burgués... Me parecía la persona correcta para el filme”, cuenta.
La cinta, con guion de Domenach y Clémence Dargent, abre el 19 de septiembre la 28 edición del Tour de Cine Francés, que podrá verse en 200 salas en su recorrido por 76 ciudades mexicanas hasta el 23 de octubre, y que espera alcanzar el récord de 290 mil espectadores este año, con una oferta de 7 títulos.
Además de La esposa del presidente (Bernadette, 2023), están El cuadro perdido (Le tableau volé, 2024), de Pascal Bonitzer; El sr. Blake, a sus órdenes (Complètement Cramé, 2023), de Gilles Legardinier; La pequeña (La petite, 2023), de Guillaume Nicloux; No hagas olas (Pas de vagues, 2024), de Teddy Lussi-Modeste; Toni y su familia (Toni en famille, 2023), de Nathan Ambrosioni, y Un año difícil (Une année difficile, 2023), de Eric Toledano y Olivier Nakache, que marca el regreso de los directores de Amigos inseparables (Untouchables, 2011), el filme francés más taquillero de la historia.
Si un sello marca esta edición del Tour de Cine Francés, es el elenco en todas sus películas, encabezados por las leyendas Catherine Deneuve, Mathieu Amalric, Fabrice Lucchini, Fanny Ardant y John Malcovich, y las nuevas estrellas: Camille Cottin, François Civil, Pio Marmaï, Noémi Merlant.
A Deneuve la acompañan Michel Vuillermoz (Jacques Chirac), Denis Podalydès (Bernard Niquet), Sara Giraudeau (Claude Chirac), Lionel Abelanski (Yvon Molinier) y Maud Wyler (Laurence Chirac).
—¿Concibió su ópera prima como doble homenaje: a Bernadette y a Catherine Deneuve?
A través de Bernadette y, de alguna manera, también de Catherine Deneuve, tenemos esa figura de las mujeres de la generación de mi abuela —sobre todo de mi abuela materna—, que eran mujeres de cierta época, en un medio bastante burgués. Pero, en el caso de Bernadette, es a toda la generación de mujeres a las que quería rendir homenaje, a ese tipo de mujeres que habían hecho tantos estudios como sus maridos, pero que al final quedaron atrás, cuidaron a los hijos, a su familia, más que a su carrera. En su caso, después sí desarrolló una carrera y realizó los sueños que no había podido hasta entonces.
Sí es un homenaje a estas mujeres de la generación de Bernadette o de Catherine. Claro, también es un homenaje a Catherine Deneuve porque es un papel muy bonito y ella se divirtió con él; hacía tiempo que no tenía un papel divertido, tan grande. Y a Bernadette, sí, le rindo también homenaje, pero, sobre todo a esas mujeres que algún día fueron humilladas detrás de sus maridos y que tomaron revancha.
—¿Se sintió cohibida, presionada, por dirigir en su primera película a Catherine Deneuve?
No sé cómo sea para los demás. Para, mí, que además era mi primera película, claro que es impresionante trabajar con ella. Pero, al mismo tiempo, ya habíamos trabajado con bastante anticipación juntas. Ella había leído el guion y le había encantado. Y a mí es algo que me inspiró muchísima confianza, porque había sido muy positiva con respecto el guion. Después trabajamos juntas, ella hizo lecturas con todos los actores, hablamos mucho respecto de la iluminación, el vestuario. Así que las ideas que yo pude haber tenido al principio se disiparon poco a poco, porque ella se integró al trabajo, nos entendimos bien, y cuando llegamos al set ya habíamos trabajado bastante.
—¿Cómo es Catherine Deneuve en el set?
Es una persona muy sincera. Cuando no le gusta algo o cuando le gusta, te lo dice. Ella venía a menudo en la mañana o en la noche a ver los rushes (tomas) y decía que estaba muy contenta. Todo eso me daba energía y confianza para continuar trabajando juntas. Catherine nunca se puso en una posición de superioridad. Una anécdota: El actor que sale del consejero de Bernadette (Denis Podalydès), como ella venía a ver las pruebas, opina de la luz, de los vestuarios, me comentó que debía de ser una presión tremenda para mí. No, eso no tenía importancia. Estamos haciendo una comedia. Hay que disfrutarlo.
—¿Por qué eligió una comedia para su primera película, política, sobre personas reales?
En Francia es un poco como México con respecto a la política y el cine, se hacen filmes muy serios, de autor. Este personaje de Bernadette era de comedia. Y me parecía interesante desarrollar ese aspecto, porque ella era graciosa, tenía respuestas muy astutas y divertidas. Así que me pareció que el humor podía hacer pasar un poco mejor el mensaje y alcanzar a un público más amplio. Por eso escogí el tono. Yo misma he hecho muchos documentales políticos, pesados, muy serios. Y ya había documentales sobre ella. Quería llevar al personaje un poco más lejos y rebasar a la persona, que se volviera realmente un personaje. Y la comedia le daba este pequeño toque extra.
—Su filme nos revela que la derecha puede ser cómica. ¿Cómo trabajó el humor de la derecha?
No me molesta demasiado reírme de la derecha porque soy de izquierda, no tengo complejos para reírme. En Francia me dijeron que mi película no era lo suficientemente política porque, si bien maltrataba a los Chirac —que tienen un pasado muy especial, aquí ahora se les ve como ladrones —, yo no me ocupo mucho de todo eso ni de sus ideas. Esa no era mi intención. Mi intención era hablar de las mujeres, era un poco un proyecto feminista. Sólo cuando hablo de la llegada de la extrema derecha en 2002, para la segunda vuelta de las elecciones, que fue un shock para los franceses y un shock para mí porque votaba por primera vez, ahí sí hay un momento de seriedad y gravedad en la película. Justo yo decía: recuerden que esto fue grave. Pero, en general, me reí mucho, no tuve complejos. Tampoco quería maltratarlos (a los Chirac) gratuitamente. Quería que hubiera cierto respeto para no ser: ah, la cineasta de izquierda que está haciendo una película en contra de la derecha. No quería eso.
—¿Cómo fue recibida Bernadette en su país?
La película salió en 2023, y no estábamos todavía en ese contexto. Fue bien recibida, funcionó muy bien. La gente la vivió como una comedia. Pero, lo que fue un poco complicado para mí fue que estaba hablando de personas vivas. Chirac murió en 2019 y Bernadette vive aún, tiene 91 años, está bastante enferma. Sí tuve que mostrar el filme a la familia, que tuvo la elegancia de no decir nada, pero sé que es una película que los hirió, los molestó, no estaban muy contentos. Y, en el contexto político, como fue hace un año, no cambió realmente nada. Pensé que iba a haber algún pequeño eco con personajes como (Nicolas) Sarkozy o (Dominique de) Villepin, a los que sí maltrato un poquito en la película, pero hubo personajes que más bien se rieron de haber sido retratados aquí y haber sido maltratados un poco.
—¿Qué riesgos legales afrontó para un filme sobre personas reales?
¿Hubo riesgos? Sí y no. De hecho, entendí por qué en Francia no se hacen muchas biopics de personas vivas: es muy complicado jurídicamente. El derecho francés es más complicado que el norteamericano o inglés, protegen mucho a las personalidades públicas. Pero, el guion fue leído y releído en varias etapas por un abogado para que no estuviéramos en difamación, ni se nos pudiera acusar de afectación a la memoria de los muertos, con respecto a Chirac; o cosas que tienen que ver con su hija anoréxica, Laurence, quien murió hace algunos años. Lo que se dice en la película había sido público, cosas dichas por los Chirac y confirmadas por ellos. No había por lo que nos pudieran atacar.
Sí, hubo muchas cosas que quité. Por ejemplo, justamente sobre Sarkozy, que tenían que ver con casos judiciales que no habían sido juzgados todavía y por los que nos podían acusar de difamación. Tuvimos que quitarlos. Es cierto que tomamos algunos riesgos, pero tratamos de minimizarlos. No prevenimos a la familia, nadie estaba al corriente hasta dos meses antes del estreno, porque en Francia, si uno previene a la familia, les tenemos que mostrar el guion, y, si dicen que no, entonces tenemos problemas. Entonces lo hicimos de manera bastante secreta para tomar los menos riesgos posibles.
—Hay un personaje muy interesante también. Claude, hija de los Chirac, y asesora del padre. Ella parece el lado opuesto de Bernadette. ¿Por qué este contrapeso?
Lo que narramos en la película es cierto respecto a las hijas. Es una comedia, pero pocas cosas son falsas. Bernadette puso a trabajar con Chirac a su hija Claude, quien luego la excluyó. Lo que me interesó —y lo trabajamos mucho con Sara Giraudeau, que la interpreta— es que fuera como una adolescente que tiene vergüenza de su madre, una mamá pasada de moda, la borraba. Cuando Claude creció y se volvió madre, etcétera, empezó a entender a su madre y a parecerse a ella físicamente, incluso tiene el mismo papel político que llegó a tener Bernadette en su localidad. Quise esa mezcla.
—Como mujer, feminista, cineasta ¿qué descubrió de sí al incursionar en la ficción, si se le puede llamar así a una película inspirada en una persona real y viva?
Aprendí muchísimo. Aprendo todos los días. He hecho documentales, he dirigido actores en teatro… Pero, sí, fue mi primer largometraje de ficción, de comedia. Aprendí mucho con los actores, con los técnicos. Después de ver la película con mi coguionista, Clémence Dargent, veo que es bastante fiel al guion, pero, al mismo tiempo, cada quien le aportó su toque personal, desde los técnicos hasta los actores. Es una película que, de hecho, me rebasa porque terminó como obra colectiva.
Y hay algo que sucede en Francia y que es excelente: se está creando un espacio para las mujeres cineastas. Hace 10 años esta película no la habría podido hacer, porque el tema es político, porque soy mujer, porque es mi primera película. Pero, hoy están buscando nuevos talentos, voces nuevas, nuevas caras. En el puesto en el que estaba como directora y capitana del barco, me dieron mucho poder. Y ese poder es como ser Superman, uno tiene muchas responsabilidades y hay que aprender a no abusar de ese poder. Me he dado cuenta cómo algunos cineastas pueden cometer errores porque de pronto hay cosas que nos rebasan, así que aprendí también a manejar el poder, que a veces nos puede embriagar”.
—Después de Bernadette, ¿se reafirmó como mujer de izquierda o ya comprende a la derecha?
No, sí confirmo que soy de izquierda. Soy alguien muy empática con las personas, como público, espectadora, lloro y río fácilmente. Las personas me conmueven, pero las ideas no, eso no me hace empática con la derecha. Voy a seguir siendo de izquierda, espero que para siempre.
PCL