El arqueólogo Leonardo López Luján, al frente del Proyecto Templo Mayor, calificó como súper hallazgo en el Templo Mayor, la ofrenda de consagración, conformada por un cofre de piedra repleto de tesoros marinos y esculturas de piedra verdes, que data del reinado de Moctezuma Ilhuicamina (1440-1469).
A través de sus redes sociales, el experto indicó que el descubrimiento fue hecho en las entrañas del Templo Mayor, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, por los arqueólogos Alejandra Aguierre Molina y Antonio Calvo, así como por el maestreo Juan Ruiz Hernández del PTM-INAH.
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Relató que fueron asistidos por los conservadores Sofía Benitez y Óscar Ruiz, además de la bióloga Belem Zúñiga, Dada la trascendencia del descubrimiento y con la hipótesis de que aún podría haber un par más de este tipo de vestigios, para 2024 el PTM solicitará al Consejo de Arqueología del INAH la autorización para remover temporalmente una cabeza de serpiente que se emplaza en el costado norte del Templo Mayor, con miras a explorar bajo su base.
En un comunicado, el INAH detalla que como todos los soberanos mexicas, Moctezuma Ilhuicamina, quien gobernó entre los años 1440 y 1469 d.C., priorizó que las ofrendas sepultadas en el Recinto Sagrado de Tenochtitlan reflejaran la riqueza de aquellos territorios que, bajo su mando, habían sido conquistados por la Triple Alianza.
Así lo confirma una ofrenda de consagración descubierta anteriormente en la Zona Arqueológica del Templo Mayor. En la plataforma de la fachada trasera del Huey Teocalli, a unos cuantos centímetros de un área que hace 123 años fue afectada por la instalación de un colector de aguas residuales, se descubrió una caja de ofrenda asociada con la etapa IVa del Templo Mayor, la cual data de la época del primer Moctezuma.
Entre enero y julio de 2023 se realizó una minuciosa exploración alrededor del cofre cuadrangular de piedra, la cual reveló al equipo del Proyecto Templo Mayor, dirigido por el arqueólogo Leonardo López Luján, este depósito ritual —denominado Ofrenda 186— en el que resaltan 14 esculturas antropomorfas masculinas y la miniatura de una figurilla femenina.
De acuerdo con sus descubridores, los arqueólogos Alejandra Aguirre Molina y Antonio Marín Calvo, estas esculturas, talladas en piedras metamórficas verdes —la más grande de las cuales mide 30 centímetros de alto, en contraste con la miniatura de escasos tres centímetros—, presentan rasgos esquemáticos característicos del estilo Mezcala de la sierra norte de Guerrero.
Si bien es sabido que los cohuixcas y los chontales de esa región fueron conquistados en tiempos de Moctezuma Ilhuicamina, lo llamativo es que las figurillas Mezcala que otros arqueólogos han recuperado en contextos arqueológicos guerrerenses están fechadas del periodo Preclásico Medio (1200-400 d.C.) al Epiclásico (650-900 d.C.).
“Esto quiere decir que, cuando los mexicas sometieron a esos pueblos, las figurillas ya eran verdaderas reliquias, algunas de ellas de más de mil años de antigüedad, y es de suponer que servían como efigies de culto, de las que se apropiaron como botín de guerra”, explica López Luján.
Los arqueólogos Aguirre y Marín, quienes trabajaron en el depósito junto con la restauradora Sofía Benítez Villalobos y el maestro Juan Ruiz Hernández, han concluido que, una vez traídas a Tenochtitlan, las esculturas Mezcala fueron objeto de una resignificación religiosa.
Así lo evidencia la pintura facial, alusiva al dios de la lluvia, Tláloc, añadida por los mexicas a una de ellas.
Además de estas esculturas, la Ofrenda 186 contenía dos pendientes en forma de serpientes de cascabel y 137 cuentas de distintas piedras metamórficas verdes, así como arena marina y mil 942 elementos de material calcáreo, entre conchas, caracoles y corales.
Procedentes de las costas del océano Atlántico, conquistadas por la Triple Alianza en tiempos del primer Moctezuma, los caracoles y las conchas marinas ya han sido consolidados, y su identificación biológica estará a cargo de la integrante del Proyecto del Templo Mayor, Belem Zúñiga Arellano.
El hallazgo de esta ofrenda surgió por el interés de los arqueólogos en corroborar un patrón visto en las ofrendas 18, 19 y 97, el cual consistían en cofres de piedra que habían sido sepultados como ofrendas dedicatorias, bajo las cabezas monumentales de serpientes de la plataforma del Templo Mayor, correspondiente a la etapa IVa.
PCL