La imagen desnuda de un imitador de mujeres rodeado de espejos; tres hombres maquillados como bailarinas esperan su turno en el camerino del club; un hombre completamente desnudo muestra abiertamente su feminidad mientras esconde entre las piernas su miembro; un hombre con una peluca y maquillaje tensa los bíceps como un levantador de pesas ha sido entendida correctamente como una burla a la arbitrariedad de los roles de género.
La infancia de Diane estuvo rodeada de institutrices, sirvientes y choferes que pululaban por el lujoso departamento ubicado en Park Avenue (Nueva York), propiedad de la familia Nemerov-Russek.
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Diane Nemerov Russek (1923-1971) pronto advirtió que allá afuera había un mundo lleno de urgencia y adversidad, un mundo por demás interesante. Y por diversas vías trató de empatar con ese mundo que corría vertiginosamente. Diane adolescente, por ejemplo, llegó a masturbarse en la ventana del baño para que los vecinos la vieran. Más tarde fue a "echarles la mano" a los clientes de los cines porno de la Calle 42. Su amigo Buck Henry (guionista de El graduado) y el escritor Gay Talese (que fue su amante) han dado fe de estas anécdotas. Como afirmó su biógrafo Arthur Lubow: “La vida sexual de Diane Arbus era multivalente".
Al casarse con Allan Arbus, empleado de los almacenes de pieles Russek’s de la Quinta Avenida, Diane quiso ser fotógrafa y su marido le regaló una cámara Graflex. Ambos hicieron fotos de moda para revistas como Harper's Bazaar, y en 1956, Diane decidió dejar el mundo de las modelos elegantes para dedicarse por entero a retratar personajes marginales y excéntricos.
"Odio la fotografía de moda porque las prendas no pertenecen a las personas que las usan —sentenció Diane Arbus—. Cuando la ropa le pertenece a la persona que la usa, adopta los defectos y las características de ella, y eso es maravilloso".
A partir de esta fecha, Diane no se detuvo “...ante nada, con tal de sacar la foto que quería, y me ayudó mucho el hecho de ser mujer”. Se cuenta que Diane conoció en el sentido bíblico del término al gigante Eddie Carmel y a Lauro Morales, el enano mexicano. A ambos los fotografió a lo largo de los años.
Desafío y escupitajos
Las fotografías que realizó Arbus de travestis, transexuales y otros 'desviados sexuales' (así se les veía antes de 1970) muestran una visión crítica de la ideología conservadora de la época y sacan a la luz las culturas clandestinas que las élites intentaban mantener invisibles y soterradas.
A los gigantes, enanos, prostitutas, strippers y nudistas de Arbus, se sumaron decenas de transexuales y hombres vestidos de mujer que Diane también incluyó en su querido círculo de "fenómenos". "Me encantan los monstruos", solía decir Arbus al escuchar las críticas que la acusaban de manipuladora y ventajosa “niña rica”. Diane remataba: "yo los amo y busco la belleza que hay en ellos".
El rechazo por parte de algunos estudiosos de la fotografía se evidenció. Jonathan Greene, por ejemplo, llegó a afirmar que las imágenes de Arbus eran “las sobredosis de maldad", que a los 48 años y en vísperas de su retrospectiva en el MoMA (1972), la condujeron al suicidio.
A estos críticos se unieron algunos espectadores que también reprobaron las imágenes de Diane Arbus. En la muestra Adquisiciones recientes del Museo de Arte Moderno de Nueva York (1966) se expusieron cuatro fotografías de Arbus, de las cuales sólo una representaba a “imitadores de mujeres”. La reacción ante esta imagen de Arbus fue de ira intensa, una respuesta visceral contra los 'desviados' sexuales según ha dicho Yuben Yee, bibliotecario de fotografía del MoMA.
Yee recuerda: "Yo tenía que venir temprano todas las mañanas para limpiar los escupitajos sobre los retratos de Arbus. La gente se sentía incómoda y amenazada al enfrentarse a las fotos de Diane”.
A pesar de que Arbus retrató satisfactoriamente a Susan Sontag para una importante revista, la autora de Sobre la fotografía, escribió: "El trabajo de Arbus muestra personas que son patéticas, lamentables y repulsivas, y sus trabajos no despiertan ningún sentimiento compasivo".
Cosas que nadie veía
"Hay cosas que nadie verá a menos de que yo las fotografíe”, sentenciaba Diane Arbus. Y para algunos, las cosas que ella veía les parecían realmente perturbadoras. Su obra provocaba miedo y rechazo, así sucedió en 1967 en la exposición Arbus, Friedlander, Winogrand: Nuevos documentos del MoMa. Una de las fotos más odiadas fue la de Hombre joven con tubos en su casa de la calle 20 de Nueva York (1966); esta fue una de las primeras imágenes travesti exhibidas en un museo. Por morbo o admiración, la prensa le dio una difusión extraordinaria a la obra de Arbus quedando opacados los trabajos de Friedlander y Winogrand.
En esta línea de trabajo, Diane Arbus fue una adelantada, así lo entendió Andy Warhol, que conocía bien los retratos que Arbus hizo antes de 1967. “En ese momento, las drag queens ni siquiera eran aceptadas en los círculos de 'los otros monstruos'”, sentenció Warhol.
Dedicación y éxito
En 1958, Arbus visitó el Club 82, un bar de la ciudad de Nueva York que presentaba un show travesti. Al principio, sus fotografías parecían tomadas desde la perspectiva de un voyerista de la audiencia; poco a poco Arbus se fue soltando al retratar a los travestis de una manera más natural. Diane había aprendido a aproximarse a sus modelos.
Diane dedicaba semanas, meses y hasta años, en conocer a sus modelos; lo hacía tan bien que ellos bajaban la guardia en su presencia. Travesti en su fiesta de cumpleaños (1966) constata su participación en la fiesta a la que ella misma llevó el pastel para agasajar a su amigo travesti, Travesti con una media rasgada (Nueva York, 1966) y Un hombre desnudo convirtiéndose en mujer (1968) reflejan la intimidad que Arbus compartió con sus modelos.
Una y otra vez, Diane se introdujo en lo que hoy podríamos llamar "territorio queer". Como invitada, amiga, o compañera de juegos, Arbus era completamente aceptada porque como dijo el escritor Stewart Stern: “Diane te hace sentir que eres la persona más importante del mundo mientras te retrata”.
Claro que la muy inteligente Diane Arbus fue cuidadosa con la legalidad y siempre persiguió el permiso de sus modelos para fotografiarlos y mostrar los resultados que en 1972 una multitud de visitantes pudieron apreciar en la retrospectiva que el MoMa le dedicó a la recién fallecida Diane Arbus.
¿Qué impacto tienen hoy las precisas y frontales instantáneas en blanco y negro de Arbus; ahora, un momento tan colorido y glorioso para la diversa comunidad sexual?
Un funcionario de la Galería Fraenkel que maneja un gran acervo de Diane Arbus pone el punto final a esta nota: “No hay nada en las imágenes de Diane Arbus que se sienta viejo. Sus modelos se sienten completamente vivos y parecen estar hablándonos en este momento”.
“ANTES Y DESPUÉS DE ARBUS”
Hace un siglo, el húngaro Brassaï había retratado travestis que alegraban los bares de París, y el estadunidense Weegee los había fotografiado para alimentar el morbo de los lectores de la nota roja neoyorquina. A diferencia de sus admirados tutores, Diane Arbus retrató a “sus amados monstruos” en la intimidad de sus hogares y sus camerinos dejando una escuela en la que están inscritas, entre otros, las fotógrafas contemporáneas Nan Goldin y Paz Errázuriz.
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