Con Dido y Eneas, dos jóvenes figuras de la ópera mexicana, la mezzosoprano Cassandra Zoe Velasco y el barítono José Adán Pérez, vuelven al Palacio de Bellas Artes, para interpretar a la trágica pareja, en montaje de Ruby Tagle, con gran despliegue visual y coreográfico en la pieza barroca de Henry Purcell.
En sendas entrevistas previas al estreno el pasado jueves 8 de diciembre de Dido y Eneas (1689), ambos destacan la necesidad de que se sigan produciendo óperas barrocas en México, un género para el cual ambos coinciden en celebrar las emociones y pasiones humanas que les permite expresar su canto.
“Me encanta cantar barroco. Es un repertorio que me viene bien para las características vocales que tengo. Mucho de lo que disfruto del barroco es esta posibilidad de expresión y flexibilidad de la voz, poderla utilizar por el bien de la música; es un repertorio que exige mucho técnicamente, te deja muy expuesto, la orquestación es menor en él, por tanto, es mucha la responsabilidad de la voz para llevar, digamos, el liderazgo de la melodía, para que, en el caso concreto de Dido y Eneas, se vaya comprendiendo la historia y las emociones de acuerdo con todos los matices que vamos impregnando en el sonido”, comenta Velasco, quien antes ya había trabajo con óperas de Vivaldi y de Händel.
“El volumen de la orquesta con la que uno se va acompañando durante el drama es mucho más reducido de lo que se acostumbra en la ópera moderna. Uno como cantante debe tener mucho cuidado en que la línea del canto esté muy resuelta, muy refinada, cualquier detallito se puede escuchar, todo tiene que estar lo mejor posible en materia de musicalidad, de la interpretación”, expone a su vez Pérez.
Dido y Eneas es una ópera en tres actos con música de Henry Purcell (1659-1695) y texto del poeta Nahum Tate (1652-1715), basado en su tragedia Brutus of Alba or The Enchanted Lovers y en el canto IV de la Eneida, de Virgilio. Se estrenó en Londres en 1688 y en Bellas Artes, el 26 de febrero de 1971.
Dido, reina de Cártago, y Eneas, que ha recibido el encargo de refundar Troya en lo que hoy es Roma, se enamoran cuando éste pasa por la capital fenicia. Pero una hechicera engaña al héroe para que salga de la ciudad y retome su misión; Dido lamenta la decisión de éste, se siente traicionada y se suicida.
Tendrá cuatro funciones en diciembre: los jueves 8 y 15, el domingo 11 y el martes 13. The Fairy Queen, trabajo de William Leonard Reed sobre una obra de Purcell, abrirá las presentaciones interpretada también por la Orquesta del Teatro de Bellas Artes, bajo la batuta de Iván López Reynoso.
Cassandra Zoé Velasco debutó en Bellas Artes en 2011 con Cavalleria Rusticana, de Pietro Mascagni, pero hasta el año siguiente hizo un protagónico ahí, como Rosina, en El barbero de Sevilla, de Gioacchino Rossini; de ahí su carrera fue en ascenso hasta llegar a participar en diez producciones con la Metropolitan Opera House de Nueva York, entre las que destacan Iolanta, de Piotr Ilich Tchaikovski, en 2015, con Anna Netrebko; Rusalka, de Antonín Dvořák, en 2017, con Kristine Opolais, ambas transmitidas en vivo al Auditorio Nacional, y Agrippina, de Händel, en 2020, con Joyce DiDonato.
José Adán Pérez, después de cantar en 2007 para Plácido Domingo, este lo invitó a integrarse al Programa Domingo-Thornton para Jóvenes Cantantes en la Ópera de Los Ángeles, y ha participado ya en seis producciones en el Palacio de Bellas Artes, la primera de ellas Il Postino, de Daniel Catán, en 2011; Pagliacci, de Ruggero Leoncavallo, El barbero de Sevilla (con Cassandra Zoé Velasco), La flauta mágica, de Wolfgang Amadeus Mozart, El murciélago, de Johann Strauss, y Dido y Eneas.
“Al barroco, algunas personas lo hacen a menos. Pero la música como tal, en particular esta obra de Purcell, está adelantada a su tiempo, a lo que se acostumbraba a escribir y a escuchar en los teatros. Es una maravilla este trabajo de Purcell. Estoy muy agradecido con la compañía de la Ópera de Bellas Artes, con todos los artistas, directores y técnicos involucrados; la verdad, se ha formado una energía muy positiva durante todo el proceso de montaje de esta producción”, dice el barítono sinaloense.
Para Velasco, ha sido fenomenal todo el trabajo que ha realizado para la recreación de su rol de Dido.
“He hecho lo posible por documentarme, por leer la Eneida y las diferentes referencias bibliografícas que existen sobre este personaje; me dediqué también a ver las distintas producciones que hay, escucharla en versión de conciertos, buscar las múltiples grabaciones que ha habido en el tiempo, desde las más tradicionales con ejecutantes ciento por ciento del barroco hasta con cantantes de ópera, que es mi caso, que se aproximan a la creación de este estilo. Histriónicamente, Dido es un personaje que ofrece muchísimos matices emocionales, y uno de los mayores retos para mí es contar una historia finalmente tan corta, que nos ofrece muy poco del contexto de lo que es Dido y Eneas en la literatura; en la ópera únicamente vemos el encuentro de Dido con Eneas, el enamoramiento que ellos tienen y finalmente su separación y el suicidio, pero atrás está toda esta cuestión de Troya, de lo que fue el pasado de Dido, de su primer matrimonio, cómo escapa de su tierra, cómo funda Cártago.
“Entonces, lo más interesante para mí ha sido tratar de plasmar en una fortaleza corporal, emocional, quién es Dido, por qué es que es una reina tan amada, tan apreciada por su pueblo, y finalmente por qué le es tan difícil esto que ella reconoce como un fallo: haberse dejado llevar por su humanidad, que en este caso es el haber tenido el amor y verse abandonada, no quiero decir traicionada, pero sí, ella lo percibe como traición a su honor, lo que la lleva al suicidio. Es un personaje bellísimo, y Purcell tiene una delicadez para contarnos la historia que es realmente conmovedora, sobre todo eso, cada día de ensayo y de creación de este rol ha sido verdaderamente conmovedor, nos ha llevado a las lágrimas a todos, entonces sí, es un gozo”, sostiene la hermosa cantante sobre esta producción a cargo de Tagle.
Para Pérez, cuando se aborda cualquier papel en ópera se le tiene que diseccionar y poner, por un lado, lo que es la leyenda, el mito, y, por el otro, lo que es lo humano, las pasiones, el sufrimiento.
“Y en el momento de ya poder representar a este personaje de la historia literaria, lo que debe uno rescatar como intérprete es el lado humano, que es ese paso que ayuda a que el drama se conecte con la audiencia. Es a lo que yo me he enfocado básicamente: en cómo el destino, que podemos adjudicárselo al deseo travieso de los dioses, viene a generar toda esta situación de amor y después de separación que termina de forma trágica. Al final, esas historias podemos encontrarlas en la vida cotidiana, en algunos momentos nosotros los humanos podremos quejarnos con quien queramos, las deidades en las cuales creamos o creemos, y de ahí partir, pero a final de cuentas es la pasión humana lo que se tiene que representar, y eso es lo bonito de este montaje”, expone sobre su rol de Eneas, el héroe de Virgilio.
En ese sentido, para el barítono el mayor reto que encuentra en la obra de Purcell no es en la tesitura.
“En lo vocal no encuentro el reto, aquí el reto es poder conectar con la audiencia actual, moderna, un tema, una historia de siglos de antigüedad, y mantenerla de alguna manera fresca, para que las personas puedan identificarse y sentirse conectadas con ella. El reto va más en el sentido histriónico, actoral, el poder integrar lo que uno trae a la mesa de trabajo junto con los recursos y también las ideas creativas del resto de la compañía. En ese sentido estamos encontrando el éxito, los objetivos que nos hemos trazado se han encontrado, y la audiencia será testigo de ello en Bellas Artes”, planteó el barítono lírico.
PCL