El cuidado y el interés de Diego Bernardini por las personas mayores comenzó desde casa, conviviendo con sus abuelos y tíos, e incluso bisabuelas. “Eso predispone”, reconoce.
Además, desde antes de matricularse en la carrera de medicina por la Universidad de Buenos Aires, el argentino cobró conciencia de su gusto por aprender. ¿Y en los años mozos de quién aprende uno? “De las personas mayores de la familia”, responde.
Su constancia por este tema lo llevó a erigirse como un referente de la gerontología, y los conocimientos acumulados no los tiene como exclusivos, sino que los ha compartido en publicaciones como De vuelta: Diálogos con personas que vivieron mucho (y lo cuentan bien) (2015) y La segunda mitad: Los 50+, vivir la nueva longevidad, que se publicó en Argentina en 2019 y llegó a México este año, de la mano de Penguin Random House.
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En entrevista con MILENIO, el también doctor en medicina por la Universidad de Salamanca señala, ante la pregunta de por qué hay un temor generalizado a envejecer, que “socialmente hay cuestiones que venimos arrastrando de épocas pasadas donde se idolatra la juventud, particularmente en nuestra cultura occidental; donde el devenir del tiempo, desde el punto de vista personal, está muy ligado al aspecto estético”.
“Por otro lado, nuestra sociedad se normatiza con reglas del siglo pasado, y entre ellas el trabajo, que se sigue pensando que hay que ser joven y fuerte, cuando en realidad estamos viviendo una sociedad del conocimiento donde la experiencia pesa. Y después, para redondear esta idea, citaría el miedo a la muerte, que la hemos sacado de nuestra cotidianeidad y es la única certeza que tenemos en la vida”, agrega.
Diego es claro con su llamado a “revisar el rol de las personas mayores, pensar cómo se normatiza esta sociedad del siglo XXI”, particularmente saliendo de una pandemia que modificó la estructura social a nivel mundial.
En su palmarés, destaca su trabajo en el Ministerio de Salud de la Nación (Argentina) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), aspectos que ha labrado desde 30 años atrás, cuando ya escuchaba a los expertos en geriatría “que hablaban del futuro, de lo que se venía, del bono demográfico que teníamos y la ventana de oportunidades…Hoy me doy cuenta que el futuro llegó, todo lo que escuchaba hace 30 años hoy es una realidad”.
¿Y cuál es esa realidad? “Que las personas mayores, como proporción de nuestra sociedad, cada vez van a ser más, y tenemos cifras muy fuertes: en México, los mayores de 60 años son 18 millones de personas, y en los próximos 15 años se van a duplicar. Entonces, sabemos que ese cambio en el perfil demográfico de nuestra sociedad va a condicionar el desarrollo en la primera mitad del siglo XXI”.
Ante esto, entender los pros de las canas, de la ‘nueva longevidad’, es “una oportunidad”, afirma el médico.
“Es una visión de entender que las personas no tenemos una dimensión laboral en relación al jubilar-retirarse, que tenemos afectos, roles, experiencia; que gastamos dinero, servicios, que requerimos nuevas demandas; una oportunidad porque en esta sociedad del conocimiento las personas mayores son un capital social, son un capital humano que no podemos desdeñar, particularmente porque cada vez están naciendo menos niños, entonces nuestros jóvenes tienen que recibir ese legado”, explica.
Respecto al peso de la sexualidad en la edad adulta, Bernardini acentúa que el deseo no tiene fecha de vencimiento: "El deseo permanece hasta el último día; la actividad sexual es otra cosa, eso tiene que ver con la oportunidad que tenemos de una pareja, de conocer personas nuevas, de establecer vínculos emocionales”.
“Ojo, la pasión no significa que desaparece el coito, la genitalidad, sigue existiendo, pero cobra otras dimensiones en relación a que se amplifica y se disfruta mucho más”, detalla.
Entonces, el conferencista - en YouTube está disponible su charla TEDx Bienvenidos a la nueva longevidad - aborda dos aspectos fundamentales de las personas mayores: que llegan a ciertos años sabiendo qué les gusta y qué no, tras vivir cosas que la sociedad a veces impone, “como un casamiento o una estabilidad económica”. Y por otro lado, “la libertad de elegir”.
“Hoy, las investigaciones nos están mostrando que las personas que llegan a esa edad donde estudiaron, se desarrollaron profesionalmente, establecieron familia, un cierto nivel económico, y empiezan a ver un horizonte, que sale un cabello plateado o alguna arruga, ese momento es cuando la gente empieza a tomar consciencia que el tiempo ha pasado; no es vivido como una crisis, sino que está relacionado a una transformación personal, donde ya experimentamos y empezamos a ser mucho más selectivos sabiendo que hay un horizonte”.
Y resalta: "Es un nuevo paradigma, una forma de pensar la longevidad como una celebración que nos ha dado el desarrollo".
Por último, el escritor argentino asegura que las personas mayores suelen estar mejor preparadas para enfrentar la muerte, pues "no se le tiene tanto miedo a la muerte en sí misma sino al proceso de morir".
"Considero que el buen morir forma parte del bien vivir, entonces empiezan a aparecer nuevos desafíos, entre ellos empezar a considerar un marco legal o estrategias que nos permitan que las personas podamos morir de manera más amigable que hoy: morimos en hospitales, solos, en terapia intensiva, intubados; entonces, esto tenemos que empezar a plantearlo".
La brecha digital
Ante la exclusión que viven las personas mayores ante las redes sociales, propias per se de los nativos digitales, Diego primero aclara que “los que no somos millennials somos migrantes, y esta brecha digital es mayor cuanta más edad tienen las personas. Pero también hay un punto interesante: esto se puede aprender, nunca es tarde para aprender la digitalización, y ahí puede aparecer bien utilizada la la intergeneracionalidad, que las personas jóvenes enseñen a las personas mayores, lo que se llama mentorización cruzada. Pero si miramos a largo plazo, esa brecha digital va a ir desapareciendo porque ya venimos con la inclusión digital en nuestras vidas”.
hc