Antes de lanzarse como escritora, Dolores Reyes (Buenos Aires, 1978) se dedicó a la docencia. En la escuela escuchó muchas historias de las pibas, las adolescentes.
Su experiencia y deseo de darle voz a las mujeres, la llevó a escribir Cometierra, la historia de una vidente que busca desaparecidos. La novela fue una sensación y se tradujo a 12 idiomas. Ahora vuelve con Miseria (Alfaguara), en la que rescata personajes de su obra anterior.
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Reyes habla de esta novela así como del famoso Boom de la literatura latinoamericana y que relaciona con aspectos de Miseria.
“El Boom del realismo mágico dejó excluidas a muchas escritoras en cada país. Pienso en tantas que quedaron como tapadas porque era un boom masculino".
“Pensando en Cometierra, un personaje que es vidente, es muy llamativo que un boom llamado realismo mágico, que usaba la magia, se adueñara de él un movimiento de escritores hombres, siendo que la magia es una práctica que viene desde la antigüedad y en nuestras culturas está muy ligada a lo femenino, a la curandera, la vidente o la bruja”.
Reyes asegura que, salvo Clarice Lispector, figura central en la literatura brasileña del siglo XX, “en el resto de Latinoamérica se dio este tapar escritoras. Cuando cursé literatura, de un programa de 23 escritores solo había dos mujeres. Creo que comienzan a ser leídas y de alguna forma es un fenómeno que se dio con narradoras en toda América Latina, y fue encontrar a las escritoras que habían sido silenciadas y descubrir un legado que estaba tan tapado”.
Contra la violencia
Sin planearlo, Miseria se convirtió en la continuación de Cometierra, porque vio en esta novela a un personaje que merecía tener su propia historia.
“Aparece al final del libro, es un personaje chiquitito y narrado por Cometierra, pero ahora, yo hice el movimiento de ponerla en principal y darle una voz. Yo sentía que me había enamorado de ella, un personaje descarnado pero es una tía muy vital a pesar de venir de un contexto tan desfavorable, y en contrapunto está Cometierra, su amiga”.
La escritora dice que en pandemia aumentó la cantidad de mujeres violentadas y eso la obligó a seguir contando historias.
“Yo sentía que eso me interpelaba, que las violencias machistas, en vez de mermar, subían. De alguna forma yo respondo a eso escribiendo, pero también los lectores me preguntaban sobre la historia y fue inevitable que hiciera esta continuación, pero no la diseñé así cuando comenzó todo”.
Uno de sus objetivos al contar las historias de Cometierra y Miseria es narrar las violencias, los feminicidios, en voz de las protagonistas.
“Yo estaba cansada de ver cómo las narraban desde afuera, a una distancia y con prejuicios de clase o de género. Hay una pregunta que me hice siempre; ¿qué pasa con los hijos de los feminicidios? Y en la novela hay una hija de un feminicidio que descubre su don de vidente tratando de guardarse algo de esa mamá muerta y por eso siente mucha empatía con los que buscan a estas mujeres que faltan”.
“En América Latina no hay justicia para las mujeres muertas, por eso la gente a veces recurre a una vidente, es una solución desesperada. Cometierra les ayuda porque los que tienen la obligación de velar por sus ciudadanos no hacen nada y no les importa”, dice la escritora.
Nombres potentes
Un dato interesante es que las dos novelas llevan el nombre de sus personajes principales, Cometierra y Miseria.
“Significan muchísimo más. Por ejemplo, Cometierra tiene una carga terrible; el nombre de Miseria dice un montón del contexto de su nacimiento de pobreza y es mucho más potente que haberles puesto Juan, Susana o Pablo. Los nombres que les di interpelan mucho más, son como un misterio y eso engancha a los lectores”.
“Son dos protagonistas femeninas. Una de 16 y una de 19. Se trata de acompañarlas, pensar dónde están, ver qué les va a pasar y qué se encuentran. Entonces aparecen muchas veces las violencias, como la obstétrica pues Miseria está embarazada y tiene que andar mintiendo para que la dejen ir a un hospital. De alguna forma es meterse dentro del cuerpo de los personajes y acompañarlos”.
Reyes asegura que la violencia contra las mujeres y la violencia machista pasa en todo el mundo, “pero en América Latina es como una hemorragia la cantidad de casos, a pesar de que las mujeres han logrado organizarse, de apoyarse entre ellas, pero todo esto no está alcanzando para frenar los feminicidios. Eso es lo que me quita el sueño, me problematiza, me obliga a seguir escribiendo y lo canalizo armando historias de ficción de la realidad más directa”.
Sobre sus protagonistas adolescentes, dice que como maestra tuvo acceso a muchas historias personales fuertes y terribles. “Miseria es un homenaje a un montón de alumnas que tuve. De alguna forma tomé cositas para armar el personaje. Yo daba clases a las más chiquitas pero siempre se me acercaban las más grandes cuando tenían un problema”.
hc