Domingo: Al tenor de los hechos

Cierta prensa ya entendió cómo jugar ping pong con las redes, para obtener lectores, rating, tráfico en la web y ventas.

En las últimas semanas, la agencia estadunidense AP ha presentado reportajes donde lo acusan de acoso sexual. Mario Anzuoni/Reuters
Carlos Díaz Barriga
Ciudad de México /

Al citar el nombre de Plácido Domingo, a varias generaciones de mexicanos nos rebota la imagen de un hombre con varios días sin bañarse, desaliñado, sin rasurar... con un tapabocas a media barbilla, con un pico o una pala... levantando escombros en Tlatelolco, cargando camillas. Desencajado. Exponiendo al polvo su todo... para el caso, su garganta: tragando tierra.

Pero eso fue en 1985 y la generación del #MeToo (cuyas causas son más que abrazables de ser ciertas… y deleznables si no) ni siquiera había nacido. Merecen así, una breve narrativa al respecto: el 21 de septiembre, dos días después del primero de los dos terremotos, aterrizaba proveniente de España para intentar rescatar a sus tíos, su primo y un pequeño sobrino, cuyos cadáveres aparecieron poco después entre los residuos de lo que fue el multifamiliar Nuevo León. Pero el tenor no se fue. Trabajó sin descanso días y noches ayudando a los que todavía tenían una esperanza por encontrar a los suyos... y a las suyas. Con un trozo de papel arrugado en la mano, concedía una entrevista al Toby Pérez Verduzco, veterano reportero de 24 Horas... ¿se acuerdan los que se acuerdan?: pidiendo mascarillas, lonas para improvisar escuelas en el barrio de Tepito, sierras para cortar varilla, clavos de 4 pulgadas o bolsas negras para cadáveres. Se asumió además como el vocero, sabiendo que sería escuchado: —Las noches son eternas acá y los voluntarios son cada vez menos... vengan por favor a ayudar, aunque sea unas horas—, clamaba. No sé por qué lo recuerdo en estos tiempos en que lo correcto es la desmemoria. Una disculpa.

Doce años después, en 1997, azotó nuestras costas el mortífero huracán “Paulina”. Devastó las zonas más pobres de Acapulco, quedaron centenares de muertos. También quedaron después varios conciertos de beneficencia y algunos miles de hombres... y mujeres, con techos construidos por el cantante.

En las últimas ocho semanas, la agencia estadunidense AP ha presentado dos reportajes donde lo acusan de acoso sexual ocurrido en los años 80, una veintena de mujeres anónimas (excepto dos); cierta prensa ya entendió cómo jugar ping pong con las redes, para obtener lectores, rating, tráfico en la web... ventas. Plácido respondió: “Siempre creí que mis interacciones eran bienvenidas y consensuadas... las reglas y estándares por los cuales somos y debemos ser medidos hoy, son muy diferentes de lo que eran en el pasado”.

Como hilo de media, la campaña de denostación. Con temor y hasta cobardía ante el tsunami de esas empoderadas redes, se cerraron las puertas operísticas en San Francisco, Filadelfia, Dallas o en la mismísima Met de Nueva York... donde abrió temporada 21 veces, dejando atrás a Enrico Caruso que tenía el récord de 17. Hace unos días lo orillaron a renunciar como director general de la Ópera de Los Ángeles. Más lo que venga.

Este fin de semana, Domingo ya no estuvo en nuestro país personalmente a recibir el premio Batuta; lo agradeció a través de un video. El 23 de septiembre de 1959 debutó en el Palacio de Bellas Artes su carrera operística, cantando el papel de Borsa en Rigoletto, de Verdi. Hace exactamente 60 años. Será por eso que dijo que “tiene la intención” de venir pronto a celebrarlo con un concierto.

Al final estamos ante una acción, ciertamente, de trama operística: de venganza y traición. A la que después se ha sumado una prensa que, ‘escudada en’ o ‘timorata de’ o ‘cómplice de’ las redes, ha decidido destruir un nombre. Marcarlo como a las reses, volcar sobre su biografía un costal de estiércol...  y bajarlo del pedestal. Esto último, quién sabe.

Si allá en el dulce hogar, ‘la ministra de la Corte’ decide sancionarlo con el látigo de su desprecio... pues ni cómo ayudarlo. Pero en las redes, en la prensa estadunidense, empresarios operísticos... ya lo juzgaron, ya lo sentenciaron, ya lo pararon contra el paredón de las suposiciones y ante un pelotón con carabinas calibre #MeToo, tienen dos instrucciones: primero lo ‘ajusilan’ y antes de que se enfríe... lo cachetean. Cuesta trabajo aceptar la condena a una persona así... por ‘así, me refiero a la situación: sin desahogo de pruebas, sin juicio legal, sin sentencia de un tribunal. Se llame o no... Plácido Domingo.

Y por lo menos en estos lares no tendría que, una vez más... tragar tierra. 


Respaldo femenino del bel canto

Durante este proceso se crearon dos hashtags: #ISupportPlacidoDomingo y #StandByDomingo. Cantantes de diversas nacionalidades, primordialmente mujeres, han manifestado su resplado al artista, tales como las mezzosopranos españolas María José Montiel y Sandra Ferrández, la soprano argentina Virginia Tola o la cantante Paloma San Basilio.


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