Son más de 45 piezas las que Don José Luis Rodríguez ha realizado a lo largo de tres años, su oficio es la tornería, sin embargo, su talento y pasión están en la escultura.
Las piezas que para muchos fueron basura para él son inspiración y una oportunidad de mostrar al mundo su talento.
Desde el tornillo más pequeño, balatas desgastadas de un vehículo, los discos de una bicicleta hasta los contactos quemados de la luz, hoy son parte de un robot, un caballo de mar de más de dos metros de altura y un boxeador con el ojo golpeado.
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Desde niño José Luis aprendió el oficio del torno, formó un taller que hoy en día atiende con su familia en la colonia Evolución, del municipio de Nezahualcóyotl, sin embargo, la falta de clientes lo llevó a hacer esculturas con los deshechos generados dentro de su taller.
“Llevo años en esto, al principio todos los desperdicios los echaba a la basura, algunos los llevaba a vender al kilo y me daban algo, pero pues finalmente se iban a eso, a la basura a generar más deshechos, ahora lo método todo a una caja y de ahí lo voy utilizando para crear todas mis figuras”.
Para realizar una de las figuras, dijo, hace bosquejos en hojas blancas a lápiz, después realiza una base con fierros para finalmente tomar forma y bordes con las piezas que un día tuvieron otra función.
“No a toda la gente le gusta el arte del reciclado, la mayoría lo ve despectivo, pero hay quienes si lo valoran, sobre todo, la gente que está relacionada con los fierros, los amantes de los carros, de las motos y bicicletas; hay quienes los ven, se enamoran y lo compran porque se identifican con cada pieza de las figuras, saben distinguir que es un balero, una tapa o una marcha”.
Tres de las piezas más grandes son un caballo de mar, un cocodrilo y un perico, con medidas de dos metros o más, que le llevaron más de un mes en su creación.
El perico fue vendido a una marisquería de Neza y hoy da la bienvenida a cientos de comensales, mientras que el cocodrilo y el caballito de mar esperan un nuevo destino.
“Desgraciadamente el arte no siempre es valorado, he hecho exposiciones y a la hora de preguntar cuánto cuestan se desaniman, pero de tras de la figura hay un trabajo pesado, son horas de dedicación, flameadas en los ojos a la hora de soldar, martillazos cortaduras e imaginación eso es lo que debe tomarse en cuenta a la hora de comprar cualquier pieza”.
Hasta el taller ubicado sobre la avenida Pantitlán a unos metros de la escultura del coyote han llegado políticos y gente de diversos municipios de la zona para admirar las piezas, “ojalá que más gente pueda admirar este arte ”.
MMCF