Don Winslow es hijo de un marino y de una bibliotecaria. En gran parte de ahí viene su amor por los libros, y también por las historias, en su sentido más amplio: por hacer del relato una de las formas de sentarse a compartir la realidad, al tiempo de dotarlo de cierta fantasía literaria. Y, sin embargo, es considerado un cronista de la violencia de nuestro tiempo.
Cuando contaba con 17 años de edad, estudió periodismo en la Universidad de Nebraska, donde obtuvo una licenciatura en Estudios africanos, lo que lo llevó al sur de África: así comenzó todo un periplo que lo condujo por Sudamérica, y también por varios estados de la Unión Americana, ganándose la vida de diferentes maneras antes de dedicarse por completo a la escritura: fue gerente de cine, investigador privado; quiso ingresar al Servicio Exterior, aunque terminó en una empresa de safaris fotográficos en Kenia.
- Te recomendamos Javier Pérez Andújar: “La literatura mexicana ha marcado mi estilo y mi forma de pensar” Laberinto
Sin embargo, su espíritu estaba en California, escenario de muchas de sus historias, en especial de aquella vinculadas con el narcotráfico, con lo cual ha podido construir una literatura que refleja la realidad, pero sin definir culpables de uno u de otro lado:
“Frecuentemente digo que el problema de drogas de México no es sólo de México, sino de Estados Unidos, porque somos los consumidores, somos quienes mandamos miles de millones de dólares en efectivo a las organizaciones del tráfico de drogas, lo que genera tantas pérdidas de vidas”, confiesa el autor de la trilogía El poder del perro en entrevista con MILENIO.
Foto: Especial
El poder del perro, El cártel y La frontera conforman esta trilogía un tanto cuestionada por los sociólogos o los especialistas en el tema, que condujo a la consolidación de la figura de Don Winslow, al ser historias llevadas a la pantalla por Ridley Scott, más allá de que el escritor estadunidense se haya defendido con la idea de que en esas tramas solo ha buscado contar lo que observa. Claro, la mirada es desde Estados Unidos.
“Creo que la literatura de ficción te ofrece la libertad de construir emociones, los diálogos de los personajes, definirlos muy bien, lo que da a los lectores esa cercanía que no necesariamente encuentra en los medios de comunicación, en lo que leen sobre todo en los periódicos. Lo más importante es que podemos ir más allá de los titulares y las estadísticas, podemos dar voz y rostro a los números”.
Contradicciones
Don Winslow es considerado uno de los referentes de la literatura negra en la actualidad: ha recibido el Premio Raymond Chandler (Italia), el Premio del Libro del LA Times, la Daga de Plata Ian Fleming (Reino Unido), el Premio Literario RBA (España).
Hace apenas unos meses se hizo acreedor al Premio Pepe Carvalho, creado en homenaje al escritor Manuel Vázquez Montalbán y que, en años anteriores, han obtenido figuras como Joyce Carol Oates, Juan Madrid, Claudia Piñeiro, James Ellroy, Dennis Lehane, Donna Leon, Alicia Giménez Bartlett, Andrea Camilleri, Maj Sjöwall, Petros Márkaris, Andreu Martín, Ian Rankin, Michael Connelly, P. D. James, Henning Mankell y Francisco González Ledesma.
Ahora, Don Winslow llega con la primera parte de otra trilogía, Ciudad en llamas (HarperCollins Español, 2022), definida por el mismo escritor como una “épica sobre los sindicatos del crimen irlandeses e italianos en Estados Unidos durante las décadas de 1980 y 1990”, a través de la historia de un estibador, Danny Ryan: trabajador, esposo amoroso, amigo leal y, ocasionalmente, “músculo” del sindicato del crimen irlandés que supervisa gran parte de la ciudad.
“La forma en la que veo mi trabajo es permitiéndoles a los lectores entrar a mundos que, de otra forma, no podrían hacerlo. Y dejarlos ver el mundo a través de los ojos del personaje. Mi trabajo es muy realista, en ese sentido, esta novela está basada en La Ilíada, de Homero, entonces son los mismos temas que han sucedido durante miles de años. La humanidad no cambia”, explica el escritor.
Foto: Especial
Los temas a los que se refiere Winslow son la lealtad, la traición, el honor y la corrupción, y en ambos lados hay una ley que no está escrita, ni forma parte de las normas, simplemente se rige por valores que son puestos en duda dentro de las sociedades contemporáneas, de ahí su interés por reflexionar alrededor de ellos.
“Podemos decir que el defecto trágico de Danny es su sentido de lealtad, que sería su lealtad a sus amigos, a su familia y a su organización. Generalmente pensamos en la lealtad como algo bueno, pero aquí hacemos que Dani haga cosas realmente muy malas. Por eso, sí creo que la literatura muestra las contradicciones que están dentro de los seres humanos”, adelanta Winslow.
El interés de Don por contar muchas de sus historias en forma de trilogía llegó casi por azar: no suele tener esa intención, pero al final se da cuenta de que es la mejor manera de acercar las historias, en especial, a lectores que están alejados de las atmósferas en las que transcurren ciertas tramas, como en Estados Unidos o en Europa.
En el caso de la trilogía que comienza con Ciudad en llamas (en la que regresa a sus escenarios de infancia, pues está ambientada en Rhode Island, muy cerca de Nueva York), desde antes de empezar a escribirla supo que iban a ser tres libros, porque vio en la vida del protagonista, Danny, tres etapas muy distintas. Incluso, al final de esta novela ya viene un adelanto de lo que será el segundo volumen, ya con el título Ciudad de los sueños, dentro de una propuesta que no deja de ser la de la violencia de los tiempos que vivimos, aunque en permanente diálogo con asuntos más clásicos.
“Me gusta escribir de manera realista, pero no que esto caiga en lo que llamo la pornografía de la violencia –enfatiza Don Winslow–. Creo que la respuesta sería siempre mostrar las consecuencias de la violencia: los sobrevivientes que quedan en duelo, los funerales y la culpa”. Y eso es lo que espera mostrar en esta Ilíada contemporánea, como ha terminado por imaginarla el mismo escritor estadunidense.
hc