Biblioteca José Santos Valdés: una historia de grandeza y abandono

La mejor biblioteca que se le pudo obsequiar a Gómez Palacio, se encuentra en el interior de la Casa de la Cultura, sin embargo, está en deterioro.

Al momento de asistir al recinto, la directora Lidia Acevedo Zapata no se encontraba. (Rolando Riestra)
El espacio no cuenta con aire acondicionado. (Rolando Riestra)
Editorial Milenio
Torreón, Coahuila /

El 29 de mayo de 1977 la promotora cultural Ernestina Gamboa develó la placa de la biblioteca que se ubica en el interior de la Casa de la Cultura de Gómez Palacio, dedicada al profesor José Santos Valdés, quien a su vez donó 16 mil ejemplares de su colección privada.

Se trataba de la mejor biblioteca que se le pudo obsequiar a la ciudad y al estado de Durango, pero desde entonces solo ha recibido como mantenimiento el cambio de plafones. Ahora que en la región se registran más de 40 grados centígrados, se sabe que los pocos usuarios que llegan no resisten en su interior pues no se cuenta con aire acondicionado y se exhibe un estado de deterioro general.

Si bien la pandemia le hizo cerrar momentáneamente sus puertas, también fue perdiendo a sus usuarios desde tiempo atrás pues los jóvenes acceden con mayor rapidez a fuentes informativas en el internet, sin descartar que su sala de cómputo se encuentra obsoleta.

La historia de grandeza a través del homenaje que se le hizo en vida al maestro, periodista, escritor y poeta, quien nació en Matamoros, Coahuila, pero falleció en Durango, con el tiempo pareciera una afrenta a un personaje que luchó desde la izquierda por la libertad y la educación, por lo cual el Senado de la República y la Comisión de Cultura reconocieron su trascendencia y aprobaron en el año 2019, trasladar sus restos a la Rotonda de los hombres ilustres.

El día que se visitó el recinto no se encontró a la directora, Lidia Acevedo Zapata, quien luego de sustituir a Ramón González González en el cargo, dejó literalmente caer el sitio en una inercia de la cual no termina de escapar.

Por su parte González, luego de mantener conflictos con los trabajadores que concluyeron en una huelga, dejó tras su paso un proyecto de remodelación integral del recinto al conseguir recursos con diputados y empresarios que permitieron renovar el Museo de Arte Moderno y el Teatro Dolores del Río. Con limpieza, orden y disciplina, los usuarios volvieron a darle vida a la Casa de la Cultura. Para luego retornar a la inoperancia y el abandono.

“Mucho del acervo original de la biblioteca que era del profesor ya se descartó porque estaba dañado por hongos. Lo que está en esa esquina es lo que queda de la primera donación que hizo en los años setenta y tengo una teoría, salvo que lo confirme la familia; la primera parte del acervo de la Casa de la Cultura que inició la señora Ernestina Gamboa, ellos lo ubican en otro lugar mientras está el proceso de donación de los terrenos".
“Ya cuando los vecinos y el gobierno municipal aprueban donar alguna parte de esta plaza o área verde, inicia la proyección del Museo de Arte Moderno, que es una de las partes más importantes del complejo cultural, y alguien en ese proceso, de los ingenieros del INBA, decide proyectar la construcción de una biblioteca. Todavía no estaba el teatro, la torre de iniciación de artes y sólo se construía el museo y la biblioteca”, precisó Jorge Vargas Fausto, Responsable bibliotecario.

Al momento de idear la biblioteca no existía la Ley General de Bibliotecas Públicas y por tanto tampoco la Red Nacional de Bibliotecas Públicas, pero dice Vargas Fausto, la señora Gamboa buscó a un donador excepcional y ese fue el maestro José Santos Valdés quien donó en la década de los setenta cerca de 16 mil libros a la Casa de la Cultura.

“Los directivos de la naciente Casa de la Cultura deciden ponerle su nombre en vida. Hay una fotografía histórica donde se está develando una placa. Se trataba de una de las primeras y la que contaba con mejor tecnología con aire acondicionado, calefactor y refrigeración. Los estudiantes de la Flores Magón, Cbtis 4 y de la Normal, principales usuarios, llenaban el espacio y luego el ágora y el jardín haciendo filas de espera”.

Así empieza a "morir" el espacio

El déficit de los usuarios, dijo el entrevistado, inició cuando se cambiaron las rutas del transporte público y por ser una colonia de clase media alta, dejó de pasar el colectivo. El rezago y deterioro que se ve en techos, pisos y paredes, fue otro agravante, y finalmente la pandemia por covid-19 hizo ver este espacio como un recinto muerto.

“Yo tengo conocimiento de que se había proyectado una inversión de varios millones de pesos para hacer una remodelación de la biblioteca, la verdad no tuve el conocimiento oficial de qué fue lo que pasó con esos recursos, no se ha hecho ninguna remodelación, la Casa de la Cultura ha avanzado en otros temas pero no en la actualización de la biblioteca".
“De la colección Santos Valdés sí se ha ido descartando, porque todos los libros cumplen su tiempo, su periodo. Algunos pierden vigencia y otros pueden estar contaminados. Lo que se ha hecho en los últimos años es que se han ido descartando, es por eso que se ve un vacío de la colección. Ahorita estamos contando cerca de 9 mil libros en el acervo. Lo que pasa es que de los 16 mil libros que donó el profesor José Santos Valdés, algunos ya estaban muy contaminados e incluso puede haber descarte de lo que queda ahí”.

Es por ello que en breve se solicitará a la Dirección General de Bibliotecas Públicas que actualice su colección pero con énfasis en ejemplares de artes, con el propósito de especializarla en el tema. Al momento se genera un inventario de los libros que se tienen para fundamentar la solicitud.

“La necesidad y los servicios culturales estarán dependientes a las autoridades. Sí hay visión y propuestas, que han quedado plasmadas en proyectos, pero la autoridad es la que manda”, comentó Jorge Vargas.

AARP

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