Eduardo Sacheri: futbol, una metáfora de la vida

El escritor e historiador argentino dice que el ser humano inventa el juego para no hacer la guerra y termina haciendo la guerra en el juego.

Eduardo Sacheri. (Ariana Pérez)
Jesús Alejo Santiago
Ciudad de México /

Es conocida la afición del escritor argentino Eduardo Sacheri por el futbol, reflejada en algunas de sus obras; incluso, su novela más reciente, El funcionamiento general del mundo, gira alrededor de un torneo de futbol, de ahí su defensa del juego como un escenario de vida.

Debemos sostener hasta el cansancio que el juego es una metáfora. Defender su cualidad de metáfora: por qué los seres humanos construimos los juegos, porque necesitamos teatralizar nuestros enfrentamientos más brutales, áreas de la vida donde nuestros impulsos se moderen, se controlen, se civilicen. Hay un carácter de educación emocional en eso”.
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Bajo esa certeza, el ganador del Premio Alfaguara de Novela con La noche de la Usina, está convencido de que el juego, tanto el futbol profesional como el deporte amateur, “es un escenario donde los seres humanos depositan su humanidad”, termina siendo un reflejo “cruelmente explícito de cosas que todos los días existen en un montón de ámbitos”.

Foto: Ariana Pérez

No creo que el ámbito del juego sea un lugar mejor, pero tampoco uno peor. Lo que tiene es que es un lugar extraordinariamente visible y a quien lo mira de afuera, sin entender demasiado sus propios códigos, puede llamarle la atención lo brutal de sus simplificaciones. Es un mundo simplificado, un mundo donde todo es muy evidente más allá de las palabras”.

Monstruosidad controlada

Desde su perspectiva, la paradoja que tiene el juego es que los seres humanos lo inventamos como una manera de civilizar un poco nuestros enfrentamientos, pero de todas maneras lo contaminamos igual con nuestra violencia: “inventamos los juegos para no hacer la guerra y terminamos haciendo la guerra en el juego”, como sucedió en el encuentro entre Querétaro y Atlas, que el pasado sábado 5 de marzo dejó varios lesionados de gravedad.

Entiendo la perplejidad de la sociedad, pero creo que vivimos en una sociedad violenta y esa violencia se expresa en un montón de esferas”.

El gran problema, advierte Eduardo Sacheri, es que, si confundimos el ámbito del juego con el de un enfrentamiento real, es cuando tenemos a “un grupo de energúmenos intenta matar a los que tienen otra camiseta, como si en verdad fueran el enemigo”.

“Ahí ya estamos perdidos, porque no hay una atmósfera que nos permita salirnos de nuestra animalidad y el juego nos permite eso, aun cuando lo importante es dejar salir nuestra monstruosidad de forma controlada. Eso es simbólico, no real”.

Memoria y presente

Eduardo Sacheri es historiador de profesión; incluso, es profesor de la materia en secundaria, más allá del reconocimiento que tiene como escritor, de ahí su certeza de que la literatura no reemplaza el estudio de la historia, “pero sí nos ofrece una perspectiva adicional que es muy enriquecedora”.

No es casual que mi formación universitaria sea la de historiador, me parece que aplico el mismo principio en mis dos profesiones: la historia, desde un punto de vista más colectivo, comunitario, nos permite saber mejor cómo estamos situados en el presente; con nuestra vida personal, creo que nos sucede lo mismo”.

Foto: Ariana Pérez

En ese sentido, el escritor argentino reconoce en el arte y en la literatura herramientas que contribuyen a echar una nueva luz sobre nuestra memoria: no sólo recordar, sino el cómo recordamos y el qué recordamos “define cómo nos situamos frente a nuestra vida pasada y presente”.

“El arte nos permite interrogarnos de otra manera y encontrar respuestas adicionales. Uno debe entender científicamente el pasado a través del estudio histórico, pero siento que la literatura le agrega nuevas preguntas y perspectivas, que termina enriquecido en esa multiplicidad de aproximaciones”.

En El funcionamiento general del mundo (Alfaguara, 2021), su novela más reciente, un torneo estudiantil de futbol ocupa un lugar muy importante para reflexionar sobre la dictadura argentina: la mirada viene del presente, sobre todo cuando el protagonista decide recorrer el país acompañado de sus hijos adolescentes. Una novela sobre el pasado, pero con bastantes ligas con el presente.

La Argentina hoy, 40 años después de estos acontecimientos, vuelve a tener graves dificultades para convivir democráticamente, de ningún modo tan graves como la dictadura militar, pero sigue siendo una sociedad a la que le cuesta consensuar un proyecto colectivo. Me resultaba interesante aterrizar con mi novela en nuestro peor momento, a nivel de estas dificultades convivencia, para iluminar nuestras dificultades actuales”, destacó Eduardo Sacheri.

La Historia para entender lo cotidiano

O la vida cotidiana para acercarnos a la Historia. Eduardo Sacheri reconoce que nuestra experiencia personal suele mezclarse con la memoria histórica, con una experiencia histórica colectiva y lo que nos sucede en el mundo privado está siempre influido por lo que nos sucede colectivamente: la adolescencia de Federico, protagonista de la novela, sólo es entendible en el contexto de la dictadura militar en Argentina, “aunque cuando uno se asoma a su vida personal, en ese pasado, hay ciertas situaciones de violencia, de autoritarismo, de acoso personal, que sólo se entienden y se justifican en ese contexto autoritario colectivo”.

hc

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