El “Apokalipsis” de Arnulfo Vigil, un autor oriundo de Montemorelos

En esta obra, el autor nacido en Montemorelos muestra la idea del final a través de sus aficiones, como los cómics, la lucha libre y el rock

Portada del libro 'El apokalipsis'. Foto: Especial
Israel Morales
Monterrey, Nuevo León /

Este es el “Apokalipsis” (Oficio) de Arnulfo Vigil, autor nacido en Montemorelos, NL. Porque el fin es inevitable, pero ¿cómo va a llegar? Puede ser de mil maneras, pero las poéticas son las que mejor se acomodan a la pluma de Vigil, a los efectos que se viven en estos días: contaminación de ríos y mares, calentamiento global, sobreproducción de automóviles, atmósfera rota, la tecnología cibernética, el negocio de las drogas, alimentos transgénicos, humanos modificados, fanatismo. El apocalipsis ahora, inevitable.

Libro de conexiones del lenguaje, es una FM portátil en que las canciones de rock cumplen una función muy importante, lo mismo que sus otras aficiones como la lucha libre o los cómics.

Vigil se adentra en esos inframundos, los lleva a pasajes en que admite la reflexión, pero también lo conecta con las aficiones y lo que le emociona, con las marcas del eterno retorno y la música que modula las vibraciones, a fin de cuentas cada exponente del rock obedece a una era.

No se salvan también de estos finales los medios virtuales, el arrasamiento de la comunicación y una maquinaria poderosa que se puede descontrolar.

Esos son los escenarios de Vigil, de los cuales expongo los que guardan relación con la contracultura, los ases que son bienvenidos a su “Apokalipsis”:

Los Stones, que ya marcaron su propia era:

... ángeles ancianos en coro se arrodillan en el escenario, aplauden, saltan, gritan: hacen vibrar sus instrumentos como si fueran muchachos de prepa en los setentas. Sus largas cabelleras blancas, arrugas marcan sus rostros. Lanzan sus coronas a los asistentes, centenares de millones, y cantan los cantos más viejos en los anales de la historia:

–I cant get no satisfaction (pág. 13)

La era Elvis:

Pronto llegará el rey moviendo sus caderas,

tocando la guitarra eléctrica,

con sus trajes que parecen alas

con lentejuela y chaquira

y capas cosidas con hilo de oro,

sus pectorales llenos de diamantes,

con estrellas en el pelo,

con su cetro de zafiros,

llegará contoneando su vientre,

cantando con célica voz

–Is now or never

el rey Elvis pronto retornará.

yeah yeah yeah

(Pág. 18)

Carlos Santana:

... y un ángel con cabello rizado

y negro como la corteza de la berenjena,

empezó a tocar la lira –una lira eléctrica–

y sus manos y sus dedos tenían vida propia:

el crepitar de las hojas del otoño en verano.

Los fans de todas las naciones lo aplaudían

por ser de los suyos –yo soy de ustedes– dijo

y mi música es la de ustedes y lo que canto es la voz

de los que no cantan, de los que no tienen voz,

la fuerza del espíritu está con ustedes, yo soy

un enviado y digo: no coman alimentos impuros,

no beban el agua negra que reparten por el mundo.

Su voz era tan potente –eco en el valle de lágrimas–

como el silencio del alma que todos hemos padecido,

y los cielos se abrieron y luces y centellas polícromas

alumbraron el escenario, este es el canto, esta es la voz:

oye como va

mi ritmo bueno pa bailar

mulata

Este es el nuevo reino.

Una horda cuernífera de guerreros bien armados

pero sin los acordes fidedignos quisieron despojarlo

de sus vestiduras, su cíngulo, su banda en la cabeza,

su capotasto, su uña de marfil y todas las legiones,

miríadas de ciudadanos, lo defendieron

–no le hagan nada, es uno de los nuestros.

Y todos a una voz como el estruendo de montañas

como mil cañones clamaron a su favor y el concierto

siguió con su programa y la gran Babilonia cantó.

Santana se llamaba, ese ángel se llamaba Santana.

Y todos brindaron por él con su cáliz de oro

con bebida de malta baja en calorías.

(Págs. 38 y 39)

Los Beatles, que cambiaron este y otros mundos:

El ángel dijo a todas las naciones

de todo el mundo y todas las naciones

de todo el mundo lo escucharon:

hey jude

el concierto de rolas y solfas con arpas y liras

eléctricas, un regalo de TV, un bono de felpa;

legos acuden al concierto –saftey 7 se graba–

el coro de serafines de pelo largo, más de cien mil

legiones, se oirá a toda hora en un compacto,

sintoniza radio cielo.

(Pág. 48)

Y finalizamos con David Bowie, quien marcó otra era incluso en el espacio, y que Vigil convida a su “Apokalipsis”:

No hay mapa ni ruta de regreso, nada es igual

entre polvo estelar (permanente noche oscura)

mil ojos vigilantes, colas de olvido, restos

de asteroides, de cometas, la luz divina en el umbral

del sonido escuchando space oddity de Bowie.

...y entonces sabrás que el sol y la luna son cuentos

para infantes, que el espacio es la lengua del abismo,

que son poemas la señal cuántica y la fisión de la ausencia.

(Pág. 14)

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