Con su obra El cazador de historias, Eduardo Galeano (1940-2015) cerró 50 años de trabajo, ya que el escritor uruguayo sabía que éste era su último libro, aseguró Carlos E. Díaz, editor y director de Siglo XXI Editores Argentina.
En entrevista, Díaz explicó que El cazador de historias tiene dos partes: la primera inicia con “Los molinos del viento”, un trabajo más clásico de Galeano, con microrrelatos y temas que le preocupaban.
La segunda parte es precisamente un tesoro: es una parte autorreferencial, que tiene que ver más con su vida y su obra a través de sus experiencias vivenciales, las que van desde su paso por la escuela primaria hasta los viajes que realizó por América Latina y que marcaron su vida, sobre todo por las relaciones con destacados narradores que le dejaron huellas imborrables.
“Estos registros son muy raros en la obra de Galeano, porque en general no solía hablar de sí mismo en sus libros, y aquí, como despedida, quiso dejar huella a través de anécdotas de las que hablaba pero de las que no había testigo escrito”, afirmó Díaz.
“Son cosas que le marcaron la vida a Galeano; su mirada sobre la muerte era uno de esos temas de los que no hablaba jamás. Inclusive en sus últimos días, cuando era evidente que estaba mal de salud, él decía: ‘No tengo nada; los médicos me tienen harto, las enfermedades son unas pesadas’. Jamás hablaba de la muerte ni de enfermedades”.
Pero en el libro, agregó, dejó una serie de relatos que hablan de temas que permiten ver cómo un hombre como Eduardo Galeano pensaba en el final, que son cosas muy tiernas y de nostalgia.
El editor aclaró que se trata de un libro póstumo, pero no se trata de que “abrimos un cajón y encontramos cuatro papeles y decidimos armar un libro; no, porque Eduardo lo había cerrado hace como dos años y por cuestiones de salud, para no complicarle la existencia, preferimos dejar pasar un poco de tiempo”.
Subrayó que lo que destacaría del escritor uruguayo Eduardo Galeano (1940-2015) es el factor humano, “algo que siempre me gustó de su persona y lo tengo muy presente es que fue un ser maravilloso.
“También fue un hombre simple, que tenía claro cuáles eran las partes importantes de la vida, al que le gustaba la buena conversación, trabajar y trabajar en equipo y se preocupaba por los ‘jodidos del mundo’, como decía él”.
Díaz concluyó: “Lo traté mucho y fue un personaje de esos que casi ya no quedan, y creo que tras la partida de Eduardo Galeano no vino nadie atrás a tomar ese lugar, pues no es fácil”.