'El Eclipse', una obra que aborda las problemáticas de tres generaciones de mujeres

Caracola Producciones presenta una adaptación de la obra del dramaturgo Carlos Olmos a partir del teatro de imagen.

Las escenas están enmarcadas por un sol que al mismo tiempo funciona como pantalla de proyección. (Foto: Jorge Carreón)
Ciudad de México /

La compañía de teatro Caracola Producciones experimentó en sus inicios con teatro en miniatura, bajo la guía de Pablo Cueto. Más adelante empezaron a explorar otras técnicas, como el teatro de sombras o de manipulación directa, hasta que decidieron ampliar su práctica bajo la técnica de teatro de imagen, lo que les permitió, explica Gina Botello, directora de la compañía, dirigir su repertorio a audiencias adultas y abordar recursos multimedia como el stop motion.

La compañía surgió en 2012, mientras las integrantes cursaban el último año de universidad. Al principio los textos que trabajaban no tenían una línea en particular, sin embargo, cuando tuvieron la libertad de elegir los temas que querían abordar, y al ser un grupo conformado en su mayoría por mujeres, dice Botello, “empezamos a voltear la mirada hacia temas que nos interesaban a nosotras como creadoras y como mujeres jóvenes en esa época. A lo largo de la trayectoria de Caracola los temas que vamos explorando tienen que ver con nuestros intereses, nuestras búsquedas y nuestras necesidades de género”.

La compañía ha montado obras como Shahrazad, Memorias de abajo, Lady Lazarus, No todas viven en Salem o El Eclipse. Con esta última presentan su segunda temporada de jueves a domingo en el Teatro Santa Catarina hasta el 2 de marzo.

El montaje de El Eclipse —cuenta Gina Botello— fue una invitación de Teatro UNAM con el objetivo de que abordaran la obra del dramaturgo Carlos Olmos a partir de la técnica de teatro de imagen.

“Lo que a ellos les interesaba es que nosotras pudiéramos incluir esta técnica a un texto que no fue escrito para esos recursos”. A esto se sumó la necesidad de abordar el texto de Olmos desde el enfoque de la compañía: “como directora tenía que explorar desde donde podía trabajarla. Al principio parecía un reto, pero desde las primeras lecturas nos dimos cuenta que podíamos abordarla a partir de los personajes femeninos, que son personajes escritos de una manera magistral y que tienen muchas complejidades”.

A pesar de haber sido escrita en los 90, apunta Botello, muchas de las problemáticas que se tocan en la obra siguen presentes en la actualidad, además de abordar temáticas de género.

La historia toca problemáticas de tres generaciones de mujeres: la matriarca, su hija y su nieta: “podemos ver preocupaciones de mujeres en diferentes épocas de su vida. Son temáticas cercanas a nosotras culturalmente; previamente habíamos trabajado textos de Sylvia Plath o Las mil y una noches con el personaje de Shahrazad, también tenemos una obra sobre las brujas de Salem, pero culturalmente son personajes que están distantes. En esta ocasión, desde que leímos la obra nos dimos cuenta que podemos ver reflejadas a nuestras abuelas, nuestras madres o nuestras hermanas y creo que son problemáticas muy mexicanas”, cuenta la directora de la obra.

Para adaptar la pieza y recrearla desde el teatro de imagen Botello tomó los momentos en los que los personajes recuerdan, añoran o sueñan: “La parte que vive en la mente fue la que pudimos externalizar a partir del uso de marionetas, de objetos y de recursos multimedia. Así fue como logramos de una obra que es completamente realista, generar momentos que van más hacia un mundo onírico de fantasía”.

Para esta obra, que se desarrolla en una playa de Chiapas, la directora creó un espacio minimalista en donde las escenas están enmarcadas por un sol que al mismo tiempo funciona como una pantalla de proyección.

“El espacio escénico es minimalista para que no compita con los momentos en los que tenemos marionetas, teatro de papel y los momentos en los que manipulamos objetos. La obra sucede en este restaurante en la playa y transcurre tres horas previas al eclipse; no hay muchos cambios de espacios, pero a partir de estos cortes, los objetos y una mesa que nos funciona como teatrino, logramos jugar con los tiempos, los sueños y los recuerdos de los personajes”.

Finalmente, Gina Botello explica que El Eclipse, como muchas otras piezas de Carlos Olmos, tienen impregnado el sello de lo que el dramaturgo hizo en sus guiones de televisión, como el ritmo, las tramas o los personajes característicos de un melodrama sin caer en los estereotipos.

El Eclipse es un melodrama y sin embargo nos conecta con una realidad que todavía existe en México. Al final el público nos ha dicho que se llegan a reflejar o que encuentran similitudes con personas que les rodean. Creo que eso es lo que hace que un melodrama sea potente y creo que Carlos Olmos lo supo hacer bastante bien, tanto en el terreno del teatro, como en la televisión”.

PCL


  • Patricia Curiel
  • patricia.curiel@milenio.com
  • Estudió Comunicación y Periodismo en la UNAM. Escribe sobre arquitectura social y el trabajo de las mujeres en el campo de las artes. Cofundadora de Data Crítica, organización de investigación periodística que produce historias potenciadas por análisis de datos.

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