El escritor que se distrae con el amor: Carlos Velázquez

Para el escritor, quien presenta dos libros en la FIL 2017, "lo más importante al escribir es que te diviertas".

"Lo más importante al escribir es que te diviertas", dice el escritor Carlos Velázquez.
Verónica Maza Bustamante
Guadalajara /

Dice preferir a las chicas punk, haberse casado tres veces y divorciado otras tantas, conoce la fórmula para escribir sobre el narco y si no fuera autor vendería drogas por ahí.

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Así es Carlos Velázquez, quien presentará en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara La efeba salvaje (Sexto Piso) y El pericazo sarniento (Ediciones Cal y Arena).

El humor en tu obra ¿nace o se hace?

La risa siempre ha estado muy cercana a mi entorno. Empecé a leer a José Agustín, que es muy entretenido, así que cuando comencé a escribir no había otra manera de hacerlo que asociándola con el humor. Lo más importante al escribir es que te diviertas. Si te la pasas bien, no hace falta nada más. Si te diviertes, el lector se divierte y el libro se vende.

En tus historias jamás enjuicias a tus personajes, con los que pueden identificarse muchos compatriotas.

En la literatura hay grandes moralistas, como Dostoievski, pero la peor literatura es aquella que tiene juicios de valor y moralejas o moralinas. Mis personajes no son buenos o malos; los pongo a actuar y cada lector sabrá cómo se siente frente a ellos.

Aunque te consideran el niño prodigio de la literatura del norte, es refrescante que no escribas de narcotráfico.

El gran problema de la literatura del narco es que funciona en base a fórmulas. Son cajones que se rellenan con lo que quieras: hule espuma, pelotas, confeti, y la historia casi siempre es la misma: el policía corrupto, el narco alivianado, la morra buenota. Yo me alejo de eso. Las fórmulas han desgastado esa corriente tanto que ya no quieres leer más novelas ni historias sobre el tema. Pero no soy prodigio. No me considero aún maduro como escritor. Estoy aprendiendo. Tengo todavía mucho que dar y explorar.

¿Cuál es el cuento que más trabajo te costó escribir de La efeba salvaje (Sexto Piso)?

“El resucitador de caballos”, porque es otro registro. No es el Carlos burlesco, el Carlos chistoso, es el cuento serio del libro y yo no había escrito nunca antes en ese tono.

¿Con qué libro de cuentos que hayas leído recientemente te quedarías?

Con La vaga ambición, de Antonio Ortuño. Los primeros dos cuentos no me pegaron tanto, pero del tercero en adelante el libro agarra un nivelazo buenísimo.

¿Aspiras a ganar algún premio?

Concursar ayuda por la lana, porque uno tiene que pagar clases de natación, colegiaturas, pero por tiempos no he coincidido con los concursos. Mucha gente concursa para colocar un libro en una editorial, pero ese no es mi caso, pues tengo editoriales que me publican.

¿Carlos Velázquez prefiere a las chicas punk o a las nazis?

El primer cuento de La efeba salvaje tiene un poquito de autobiográfico y, de hecho, me quedé con la punk. De todas las tribus urbanas que habitan la Ciudad de México, las punks son las más identificables y me gustan.

¿Qué harías para ganar lana si no escribieras?

Vendería droga. O me dedicaría a la televisión.

¿Prefieres a las chicas del clima, las conductoras o las reporteras?

Está bien loco, porque en mis relaciones sentimentales he tenido fotógrafas, poetas, cocineras, pero nunca he andado con reporteras ni con chicas del clima. De entre las dos, elegiría una reportera, porque la chica del clima estará muy potable pero seguro me aburriría con ella.

¿Le temes a algo? ¿Te encomiendas a alguien?

No soy una persona religiosa, pero me fascina el apego que siente la gente por la idea de Dios, de la religión, de la muerte. Mis santos son otros. Leonard Cohen, por ejemplo. En mi casa no tengo ninguna imagen religiosa pero tengo un acetato de Cohen rodeado de flores y una veladora.

¿Qué pasa cuando te enamoras?

Me he casado tres veces y me he divorciado otras tantas. Cada vez es más complicado el amor. Conforme voy creciendo voy aceptando que estar solo a veces no es tan malo. Cuando uno está chavo, quieres que te quieran y eso te causa conflicto. Ahorita estoy muy en paz solo. Cuando me enamoro, y va a sonar muy ingrato lo que voy a decir, pierdo mucho tiempo. Es un distractor muy grande para mí. Me acuesto entrepiernado a ver Netflix y el trabajo espera.

¿Crees que, en general, el amor es difícil para los escritores?

La mayoría tiene problemas, porque la escritura es un acto solitario y muchas mujeres no lo aceptan. Pocas entienden que aunque estés ahí físicamente, estás ausente, aunque hay algunos que han logrado tener relaciones sólidas, como Elmer Mendoza, que tiene treintaitantos años con su mujer, pero su personalidad se presta para ello. La mía no.


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