El “espectro” que robaba libros de un monasterio francés

Durante tres años, la colección de libros antiguos del monasterio de Santa Odilia, en el norte francés, se vio saqueada de forma inexplicable ¿sería un fantasma?

Algunos monjes incluso creían que era “obra del diablo” (Especial)
Ciudad de México /

Luego de tres años de investigaciones y búsqueda, por fin en 2003 descubrieron al “espectro” que había estado robando valiosos libros de la biblioteca del aislado monasterio de Mont Sainte-Odile, situado en un remoto paisaje en las montañas de los Vosgos, en la región de Alsacia del norte de Francia.

En el año 2000, los monjes del apartado recinto de Santa Odilia, que data del siglo VII dC., empezaron a notar que habían desaparecido varios de los libros antiguos que custodiaban en su biblioteca; sin embargo, no podían explicarse cómo eran sustraídos de su colección libresca, bien conocida en toda Europa por albergar manuscritos e incunables de gran valor económico y cultural.

La desaparición de libros continuó y se dio un constante e inexplicable goteo. Una noche desaparecía un libro y a las semanas, una docena de volúmenes dejaba un notable hueco en las estanterías. Nadie sabía quién había podido entrar en la abadía, ni cómo había accedido a la biblioteca; además, salir del monasterio con más de 10 libros de gran tamaño sin ser notado era más que imposible.

Entre los monjes se armó un gran revuelo hasta que por fin se avisó a la policía, se investigó a los monjes y se incrementaron las medidas de seguridad. Se cambiaron las cerraduras en tres ocasiones. ¿El resultado? Los libros seguían desapareciendo, aunque a un ritmo más lento.

Se extendieron entonces los rumores sobre la existencia del espectro de un viejo monje bibliotecario que reunía sus antiguos libros en el más allá. Algunos incluso creían que era “obra del diablo”.

El mnasterio de Sainte-Odile, en Alsacia, norte de Francia (Wikicommons)

Las autoridades y los monjes acordaron entonces instalar cámaras de seguridad en la biblioteca y los accesos al monasterio y fue entonces cuando el misterio pudo resolverse.

La historia de Stansilas Goose
Al revisar las grabaciones de las cámaras apareció en pantalla un hombre llevando en sus manos un nuevo botín de libros robados. Fue identificado como Stanislas Gosse, profesor de ingeniería mecánica de Estrasburgo, de 32 años. Era un viejo conocido de la biblioteca, ya que llevaba años estudiado sus libros. Pero ¿cómo había entrado?

En la videograbación se aprteciaba como Gross se introducía moviendo un muro de la biblioteca, y es que accedía al recinto a través de un pasadizo secreto y desconocido. El bibliófilo debía además escalar un muro y subir una estrecha escalera, la cual conducía a la cámara secreta desde la que se accedía a la parte posterior de uno de los cinco armarios de la biblioteca. Gosse, que se trasladaba en bicicleta, robó en tres años más de mil libros y manuscritos de precio incalculable.

Hay que reconocerle el mérito al profesor. Había leído sobre la existencia de la cámara secreta casualmente en un antiguo archivo de la universidad de Estrasburgo. El documento revelaba que en tiempos medievales, los monjes usaban un lugar secreto en la biblioteca para vigilar las lecturas de los novicios.

Convencido de la existencia de esa cámara, pasó un tiempo buscándola hasta que, una vez encontrada, concibió el plan de usarla como depósito para ir robando libros.

Stansilas Goose al presentarse en la Corte a declarar (Especial)

Cuando la policía registró su casa, se encontraron con más de mil volúmenes robados, datados a partir del siglo XV. Todo un tesoro bibliográfico que el profesor había acumulado a lo largo de los años con la intención de asegurarse un cómodo y millonario retiro.

Al declarar ante las autoridades, el profesor Gross confesó: “Me temo que mi irrefrenable pasión por los libros nubló mi conciencia. Estaban ahí abandonados, cubiertos de polvo y desechos de palomas. Sentí que ya no los consultaban y que ya no le importaban a nadie. También sentí la fuerte emoción de la aventura y sentía la adrenalina de poder ser descubierto”.

El profesor fue condenado a pagar una jugosa multa y a tres años de prisión con posibilidad de conmutarlos por trabajo comunitario luego de nueve meses.

*Con información de atlasobscura.com y lecturalia.com
AG



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