Todos los biógrafos de Napoleón Bonaparte coinciden en que fue un gran amante de los libros, lo que lo hacía llevarlos consigo en grandes cantidades cuando estaba de viaje, pero para hacer más ligero su transporte, diseñó una biblioteca portátil para mil ejemplares que equivale a un kindle de 1803.
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Con su gran ingenio y con dinero, solía llevar consigo los libros que necesitaba en varias cajas que contenían unos 60 volúmenes cada una. En un primer momento las cajas estaban hechas de caoba, con diferentes estantes forrados de cuero verde o terciopelo, pero como no eran lo suficientemente fuertes como para soportar los golpes de los viajes, se empezaron a fabricar cajones de roble recubiertos de cuero.
Al principio, Napoleón dispuso un catálogo con un número correspondiente a cada volumen, de modo que no hubiera problemas para seleccionar los libros que quería, pero sucedía que muchos de los libros que quería consultar no estaban incluidos en la colección por razones de espacio.
Por ello, el 8 de julio de 1803 dio órdenes muy específicas para que se construyera una biblioteca portátil de mil volúmenes, con dimensiones reducidas e impresión muy cuidada, y para aprovechar el espacio al máximo se prescindió de los márgenes de las hojas.
Cada libro tenía entre 500 y 600 páginas y estaban encuadernados en fundas flexibles, para que soportaran bien los trotes de los viajes. Así mismo, el emperador dispuso que hubiera 40 obras de religión, 40 obras dramáticas, 40 volúmenes de épica, 60 de poesía, 100 novelas y 60 volúmenes de historia; el resto serían memorias históricas de cada período.
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Es cierto que Napoleón no fue el primero en concebir una biblioteca portátil e itinerante ‒la Universidad de Leeds tiene una que data del siglo XVII‒, pero sí fue el proyecto más grande y ambicioso hecho hasta ese momento. Y no sólo tuvo una única biblioteca portátil sino que tenía varias e iba cambiando de cajas en función sus intereses de cada momento.
Este tipo de bibliotecas son, salvando las distintas, un antecedente claro del moderno libro digital, no solo porque permitiera transportar una gran cantidad de libros en un mismo espacio sino, sobre todo, porque supuso la creación de libros en un formato específico, más compacto y conveniente, que es en definitiva el concepto en que se basan los libros digitales.
Así fue que Napoléon diseñó su propio kindle a principios del siglo XIX.
*Con información de lapiedradesisifo.com
AG