La canción “Play that funky music”, de Wild Cherry, es tan explícita que ofrece una breve historia de alguien que trae el funk en las venas, y finalmente consigue ser el centro de atención en la discoteca.
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Esta vibra se matiza en la guitarra que tan pronto lanza su introducción abre su ritmo al bajo, lo que vivifica este género musical en su significado en fondo y forma. Esta es la idea del funk, nunca perder ese sentimiento al flor de piel gracias a sus palpitantes notas musicales.
Este es el ritmo que se fusiona con el ser y no lo suelta, esa unión es importante. Algo que desde luego toma en consideración Rickey Vincent, que llena de groovy sus páginas en “Funk, the music, the people and the rhythm of the one”, y empezamos con la definición que se le da en este libro al funk: “Es un estilo de música en el que se fusionan elementos de jazz, pop, rock, gospel y blues para crear un sonido rítmico y conmovedor. El funk se nutre del ritmo y su arte depende del nivel de unión entre los intérpretes. Es, en esencia, unión en movimiento”. El funk tiene la esencia pura del bajo, que lo lleva a distintos niveles. Es decir, en esta música prevalece un sonido marcado en ese instrumento.
Pero si nos vamos a la historia, el funk se impregnó en muchos géneros musicales y marcó varias dinastías desde los años 60.
La primera dinastía se dio con la unificación de soul y funk, “la bomba” estalló, menciona el autor, con exponentes como James Brown, considerado el Padre del Funk, Aretha Franklin y artistas de Motown Records.
La contracultura abrió su oídos y discursos con el black rock, con artistas como Jimi Hendrix, Sly and The Family Stone, quienes le agregaron el jazz al funk, o Santana, con ritmos africanos.
La segunda dinastía está plagada de estrellas del funky soul como Stevie Wonder, Marvin Gaye o Barry White. Pero el funk requería el sonido de banda en su máxima expresión, lo que hicieron Kool and the Gang, Earth, Wind and Fire o War.
La tercera dinastía le dio su toque discotequero con Rufus and Chaka Khan, KC and The Sunshine Band o Chic.
La cuarta dinastía tiene sus referencias en los 80 con el naked funk o los superfreaks como Rick James o Prince, o quienes le dieron una cuota pop exitosa, como Michael Jackson o Janet Jackson.
El black noise también destaca con bandas como Fishbone o Living Colour, enfocadas en los riffs funkies.
La quinta dinastía está dominada por el hip-hop y sus distintos discursos, desde política o temas sobre pandillas, ya estamos en los años 90, con Digital Underground o Public Enemy.
El funk rock ofrece su alternativa desfachatada, ruda y desbordante con Red Hot Chili Peppers o Primus, con el sonido del bajo y batería como la materia prima para provocar distintas emociones.
Esto es lo que propone Rickey Vincent en este vivero lleno de funk y sonidos afines.