El injusto olvido de Estrella Carmona

A tres años de la muerte de la pintora veracruzana, de sólida trayectoria en la plástica mexicana, aún no ha recibido ningún homenaje institucional ni se ha planteado a la familia adquirir parte de su obra para preservarla y mostrarla al público.

Además de óleos, dibujos, grabados y esculturas, la artista Estrella Carmona dejó un recuento de sus sueños.
Obra de Estrella Carmona.
Ciudad de México /

La pintura de Estrella Carmona es un grito que arde, poderosa flama heredera de una tradición pictórica del mejor expresionismo del siglo XX. Artista precoz, a los siete años en su natal Veracruz ganó un concurso de pintura estatal para jóvenes y adultos. El jurado no creyó que una pequeña fuera capaz de elaborar la obra que había ganado y fue necesario que aquella niña pintara una nueva en su presencia. El resultado fue una obra superior a la pintura ganadora. Le fue otorgada una beca para estudiar pintura en el puerto.

A los 15 años viaja a la Ciudad de México para estudiar en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda. La conocí los primeros días del inicio de nuestros cinco años de carrera, en 1978. Los dos llegábamos de provincia compartiendo sueños y esperanzas, eso nos acercaba de manera especial a la hora de sentir la distancia, lejos de casa y la soledad en la ciudad. La recuerdo risueña con su hablar jarocho y una destreza dibujística ya desde entonces potente y firme.

Muy pronto sobresalió participando en diversos concursos y bienales; obtuvo premios con un lenguaje pictórico contundente, propio. Estrella vivió para pintar, pintó para vivir y murió un día antes de cumplir los 49 años de edad, víctima de cáncer. Alejada de modas y tendencias desarrolló una obra extensa, apocalíptica en su visión del mundo moderno y el tiempo que le tocó vivir; ha tenido poca difusión a nivel institucional. Una vida dedicada al arte, un poderoso grito a la espera de ser escuchado.

El pasado 9 de mayo se cumplieron tres años de su partida y por ese motivo busqué a Edú Laufer, quien fuera compañero, esposo y colaborador de Estrella Carmona los últimos 20 años. No ha sido fácil rehacer la vida para este esforzado brasileño que llegó a México en 1982 para estudiar Antropología.


A tres años de la muerte Estrella, ¿ha habido algún contacto por parte de alguna institución en relación con su obra?

No. El primer año busqué a la galería donde algún día trabajó, que es la galería Óscar Román. Él dijo que no había posibilidades de hacerle un homenaje ahí porque habían fallecido varios artistas de su galería ese año. Entonces empecé a tocar puerta y puerta y puerta. Busqué por todos los lados y no. Ninguna autoridad me hizo caso. Conseguí una galería que fue EJE Espacio Cultural y ahí hicimos el homenaje por el primer año del fallecimiento de Estrella. De allá para acá me han pedido obras prestadas para los 70 años de La Esmeralda en el Museo de Arte Moderno. Les ofrecí 50 obras y escogieron una poco característica de Estrella, no estuve muy conforme y parece que la crítica tampoco estuvo conforme con esa elección. Hasta ahora ninguna invitación más para participar. Tampoco del estado de Veracruz, donde era de esperarse que hicieran alguna invitación.


Estrella desarrolló un lenguaje pictórico muy propio, poderoso. Tenía coleccionistas interesados en su obra. ¿Te han buscado?

Tampoco se han acercado, no he tenido contacto con nadie. También, claro está, la obra y todo lo que era propiedad de Estrella, nuestra como pareja, está en juicio. Estrella falleció intestada, no dejó testamento. Si uno piensa que lo peor de una persona es la muerte, pues no. Después viene todo mundo queriendo cobrar: que esto es mío, que esto otro es mío… y ahí vienen los problemas, mucho mayores de lo que uno pensaba.


En actualidad sostienes un juicio con la familia de Estrella, ¿en qué etapa se encuentra?

En inventarios. Primero yo fui albacea, pero hubo un gran problema. Cuando empezó el juicio querían dividir 50 y 50 por ciento. Cincuenta para mí y 50 para los papás de Estrella porque no tuvimos hijos. Me parecía loable porque no conozco de leyes en México. Me parecía bien, pero resulta que no es así, porque estábamos casados en sociedad conyugal y el 50 por ciento de la obra ya era mío por ley. El otro 50 por ciento, es lo que Estrella deja de herencia, de lo cual yo tengo derecho a la mitad y los papás a la otra mitad.

Apenas se hicieron los inventarios, el avalúo. El juez está por aceptar los avalúos de los departamentos y la obra, y después viene el reparto. Cada quien con sus cosas y tan-tan.


¿Qué cantidad de obra está inventariada?

En el taller hay como 200 óleos, más dibujos, grabados, esculturas. También escribía. Cada día en la mañana, cuando se despertaba, escribía sus sueños, muchos de ellos están ilustrados con dibujitos a los lados, caminos a Veracruz, dibujos de trenes, los interiores de los trenes. Tal como soñaba, trataba de ejemplificar sus sueños y son muchos, son bastantes, me arriesgaría a decir que son como entre 400 y 600 sueños. Algún día estaría bien no solo publicarlos sino hacer estudios sobre sus sueños. Todo eso lo tengo ordenado, escaneado. En junio de este año se está preparando una exposición individual de obra en papel, en el Museo Carrillo Gil. Pequeño, mediano y tal vez hasta gran formato.


¿En qué trabajaba Estrella en los últimos tiempos?

Cuatro días antes de morir, seguía trabajando, dibujaba. Estrella dibujaba día y noche, todos los días dibujaba mucho. Leía mucho. Su autor de cabecera era Ernst Jünger. Leía a Schopenhauer, Nietzsche. Los últimos trabajos de Estrella, según pude ver, se centran más hacia obras en blanco y negro. Despojó casi todo de colores y también empezó a trabajar encáustica en frío, estaba probando un poco. Los temas eran los mismos de siempre: la industria, la guerra. Estaba trabajando también muchas cosas de arquitectura, le gustaba mucho la arquitectura industrial. Dejó un poco los robots, que fueron el tema de la beca 2006-2009. Ya no tenía la beca cuando falleció.


Sería importante para las nuevas generaciones, para los pintores jóvenes, conocer la obra de Estrella Carmona.

Estrella se caracterizó, precisamente, por los temas escabrosos. Temas que no son, digamos, comerciales, sino de difícil venta. Ella siempre insistió mucho en que no pintaba para vender, pintaba porque amaba la pintura y quería expresar lo que ella expresaba. Claro está que hizo obras, como ella misma decía: obras para comer, porque hay que vivir de algo. Pero siempre insistió mucho en no dejar los temas que le gustaban.


Los últimos años la sentía un poco encerrada en sí misma.

Bastante. De hecho era muy encerrada, no salía. Trabajaba todo el día, era muy dedicada a su obra. Siempre he dicho que para Estrella había tres cosas: sus gatos, su obra y yo. En ese orden. Me comenta la familia que están intentando, ellos solitos, por su parte, una presión al gobierno de Veracruz para que se haga un concurso de pintura Estrella Carmona. Pienso que es una buena idea, pero yo iría un poco más allá. No solo un concurso sino que se abra una sala o un museo para Estrella, mínimo una sala permanente para conservar su obra.


La obra de Estrella tiene mucho que decir. Para mí, lo que ella plasmó en su trabajo es como un grito muy fuerte que aún no ha sido escuchado.

Sería muy bueno conseguir alguna institución tipo el Museo de Arte Moderno para poder presentar ya una colección completa, o lo más que se pueda de Estrella. Hay un señor que se llama Salvador Castillo que es el gran coleccionista de las obras de Estrella. Obras de diferentes épocas, obras muy buenas seleccionadas a dedo por él y su hijo Álvaro Castillo. Por lo general, cuando se hacen exposiciones de artistas mujeres, no consideran a Estrella porque dicen que pintaba como hombre, lo cual le daba mucha risa. Estrella pintaba lo que sentía, no pintaba como mujer o como hombre: ¡pintaba!


Estrella pertenece a una generación que ya ha sufrido pérdidas significativas, con tendencia al olvido.

¡Sí, claro! Siempre he dicho eso y Estrella también, tal vez si estuviera viva me daría la razón. Hoy día todo mundo dice de las becas, eso y lo otro. Las becas son una falacia. Te dan la beca por uno o tres años y se olvidan de ti por toda la vida y la prueba es esa. Ella fue becaria dos o tres veces y después de la beca, ¿qué pasa? Se murió y a las autoridades les vale un pepino, no les importa, pues. Bellas Artes nomás mandó un ramo de flores con una cinta, una tirita y eso fue todo. Tal vez la del Fonca me mandó una cartita y eso fue todo. No más. Esa fue la presencia de las autoridades desde que falleció Estrella.

  • Gustavo Monroy

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