A la lectura literaria, Joseph Délano Herrera llegó en su adolescencia y se quedó agarrado de ella; se apasionó a tal grado que no la ve como un entretenimiento y tampoco por un desarrollo intelectual, sino simplemente porque se siente bien: “me gusta y siempre me ha gustado”.
“Mis ídolos siempre han sido los escritores y como llevaba ya mucho tiempo en esa experiencia, pensé en escribir un libro y como se supone que la regla, que no siempre lo es, es que debes escribir de lo que sabes, entonces escribí de mi vida, de mi experiencia en la adicción y en la enfermedad mental”.
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El inmortal es el título de una novela que se soporta sobre las adicciones, pero en especial pretende narrar el sufrimiento de quienes viven con alguna enfermedad mental; incluso, la primera parte de la historia —una alusión a La tumba, de José Agustín—, la escribió cuando estaba en consumo: de hecho, después de dos semanas de borrachera.
Al recuperarse, el joven autor encontró la historia en su computadora y terminó por convencerlo en desarrollar una novela con personajes, que no siempre lo representan, mas se caracterizan por el sufrimiento y la desesperación, en sus distintas formas.
“Muchas de las historias se sienten como reales y, algunas otras, son completamente ficticias, pero siempre con personajes que están en cierta desesperación. Todas las historias están basadas en gente derrotada en la vida, por diferentes motivos y, mi idea al escribir este libro, es como crear un mapa mental de los perdedores. Todo se basa en mi experiencia y en lo que he visto en personas cercanas a mí”.
Si bien no tiene predilección por un género o una tradición literaria en particular, Joseph Délano sí encuentra un punto de convergencia: sus escritores favoritos han sido bastante decadentes, “bastante locos”, pues al final se necesita cierto nivel de locura para escribir historias que reflejen eso: “es difícil escribir de gente enferma, si nunca lo has estado y, aun cuando lo puedas hacer, no siempre se siente natural”.
“Si cachas a un escritor que intenta meterse en el cerebro de una persona y no lo logra es porque no lo ha vivido. El tipo de historia que escribo, independientemente de que sea real o ficción, es de lo que me he rodeado. Agarras varias cosas de lo que lees y de la influencia de tus escritores favoritos”.
El inmortal, su primera novela, no surgió precisamente de la necesidad de hacer una terapia: no entiende a la escritura en ese sentido, más bien escribe porque le gusta y, tangencialmente, es terapéutico, “sigo escribiendo y creo que lo haré hasta que me muera, porque es lo que me gusta hacer”.
“Me gusta por la parte artística, no tanto por la terapéutica, que sí hay, pero no por eso escribo. Incluso, no soy escritor porque soy adicto, más bien soy escritor y como soy adicto escribo de eso. Se siente bien escribir de algo que ya superaste, pero eso no es lo que me ayuda a estar sano. Algo me ayuda para agradecer que ya pasó, pero la experiencia con la adicción no te la quita nadie”.
PCL