El jazz se ha convertido en una idea: Stanley Clarke

“En el arte, cualquier objeto físico es solo una herramienta; lo que quieras crear con ella proviene de ti”, afirmó el músico antes de su concierto de hoy.

Se rige por la tradición africana de legar el pasado a las nuevas generaciones.
México /

Stanley Clarke es un músico comprometido con la tradición de pasar el conocimiento de una generación a otra. Eso mantiene la música con vida, fresca, dice. Eso lo aplica ahora con los jóvenes que lo acompañan en el Festival Oasis Jazz U, que se celebra en Cancún.

Su nombre comenzó a brillar cuando formó parte del grupo Return to Forever, de Chick Corea, y luego se cimentó en su carrera solista. Es considerado uno de los músicos que impulsaron la liberación del bajo eléctrico y que lo llevaron a un plano preeminente.

En conferencia de prensa previa a su presentación de esta noche en Oasis Arena, Clarke evoca: “He tocado con muchos grandes músicos, iconos, creadores, fundadores del jazz. Aprendí muchas lecciones de esos tipos: algunas de las lecciones fueron buenas, otras no tan buenas”.

El bajista recuerda: “En los años 70 llegué al aeropuerto de Bruselas y vi a Dizzy Gillespie. Le pregunté hacia dónde iba el jazz, porque en esa época estábamos haciendo jazz eléctrico, y Dizzy me dio la respuesta perfecta”.

Gillespie le dijo: “El jazz es una música creativa. No puede determinarse hacia dónde va. Va para arriba, va para abajo, va hacia la izquierda, hacia la derecha, pero lo más importante es que siempre se está moviendo”. Con la mirada en la lejanía, el bajista agrega: “Luego me vio directo a los ojos y me dijo: ‘Esa es la tarea de los músicos jóvenes’”. 


Hermandad


¿El nuevo talento permitirá que el jazz vaya hacia arriba?

“Jazz” es un término indefinido, y porque es tantas cosas se ha convertido en una idea. Algo que atraviesa por todo lo que es considerado jazz es la improvisación y dos tipos palomeando.

¿Cómo era Nueva York en los años 60 y cómo es ahora?

No ha cambiado mucho. La única diferencia es que cuando yo llegué a Nueva York todos estaban ahí: Charlie Mingus, Thelonious Monk, Miles Davis, Dexter Gordon, Horace Silver… Toda la vieja guardia estaba ahí, así que me beneficié de tocar y grabar con muchos de esos músicos. Lo hermoso de ellos, que para mí son lo más preciado de los músicos de jazz, es que creían que la sobrevivencia del género estaba determinada por cómo se legaba a los más jóvenes. Es un concepto muy africano: legar el pasado, las historias.

¿Qué piensa del bajo como instrumento protagónico?

Cuando era muy joven los bajistas se quedaban en la parte de atrás y eran consideraba dos distantes, probablemente tontos, ignorantes. Esas ideas cambiaron a fines de los años 60. El instrumento es solo la herramienta de la persona. El papel que desempeñas nunca va a ser determinado por el artefacto que tocas. En el arte, cualquier objeto físico es solo una herramienta. Lo que quieras crear con ella proviene de ti.

¿El jazz debería ser más popular?

No necesariamente. Déjenme hacer una analogía con los autos: mucha gente compra Chevy, Toyota y Ford, pero muy pocos compran Ferrari y Rolls-Royce. Yo veo el jazz así. Si toco el contrabajo y tengo a mi lado a Miles Davis, John Coltrane y Herbie Hancock, no quiero un estadio para 50 mil personas porque va a sonar terrible. Prefiero estar en un lugar más pequeño donde pueda escuchar. Cuando hablas de popularidad respecto a la música, particularmente si se trata de arte, no hay una interrelación.

El jazz es una música competitiva…

¡No! Eso es desinformación. El jazz es cuando tienes a cinco personas tocando y hay hermandad para crear buena música. Cuando improvisas es como estar desnudo: no hay reglas, nada, solo te sostiene la relación que tienes con los otros músicos. Esa es la única forma de la que música suene grandiosa. Si pudieras sacar a Miles Davis de la tumba, te diría lo mismo. Dizzy Gillespie te diría lo mismo, igual que Charlie Parker.

  • Xavier Quirarte
  • xavierquirartenuevo@gmail.com
  • Es autor de Ensayos de jazz y literatura (Editorial Doble A), es coautor de Por amor al sax y John Coltrane. Periodista especializado en jazz, rock y música contemporánea, sus textos han aparecido en los periódicos El Nacional, La Crónica y Milenio, y en revistas como Casa del Tiempo, Rock y Pop, Sólo Jazz & Blues, Círculo Mixup, La Mosca en la Pared, Cine Premier, Dos Filos, Sacbé y otras

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