Dámaso Pérez Prado falleció en 1989. Cuando menos ya habían transcurrido cuatro décadas de que se empezó a popularizar un ritmo que no solo se escuchaba en los salones de baile, sino incluso en películas. Su partida fue lamentada por escritores como Gabriel García Márquez y Carlos Monsiváis.
“Fue el compositor de música cuyas melodías más se han tocado en el cine mexicano; además, grandes cineastas a nivel mundial, como Pedro Almodóvar, Federico Fellini, Paul Leduc y Woody Allen, usaron sus melodías para sus películas. Doce importantes directores de cine del mundo han utilizado los mambos de Pérez Prado para sus películas”.
Las anteriores son palabras del escritor y periodista Iván Restrepo, encargado de conducir el jueves pasado en la Fonoteca Nacional una sesión de escucha para recorrer los caminos del compositor cubano, en un auditorio que resultó insuficiente para albergar a las casi 200 personas que acudieron a recordar a Pérez Prado.
Para conmemorar el centenario del creador del mambo, que se cumplió el 11 de diciembre pasado, fue preparada una serie de actividades durante este año, entre ellas la exposición ¡Yo soy! ¿Quién? El rey del mambo, que presenta la Fonoteca Nacional, en cuyo contexto se realizó la sesión encabezada por Iván Restrepo.
“Pueden venir muchos ritmos que pasan de moda, pero lo que es clásico no pasa. Es lo que sucede con los grandes compositores de música, como Beethoven y Rachmaninov, que pueden pasar siglos y siguen teniendo validez. Ahora en Cuba se han dado cuenta de que es uno de sus grandes músicos y compositores, y empiezan a tocar su música. En México no pasó eso porque seguimos siendo mamberos”.
Demasiado revolucionario
Acompañado por la actriz María Victoria, una de las musas del artista cubano, Restrepo comentó: “Dámaso Pérez Prado fue un excelente pianista, un gran compositor, arreglista y, según los cubanos, después de muchas décadas de discusión, el más grande músico que ha dado Cuba en toda su historia y el más internacional. No solo inventó el mambo, sino que también le dio un gran renombre a México en el mundo, con sus películas y con su música”.
Y es que si bien el mambo venía desde los años 30 con los hermanos López, quien le dio forma y lo vistió fue Dámaso Pérez Prado, quien lo hizo en 1949, cuando llegó a México desde La Habana, donde no solo no le pagaban lo que él merecía sino que padecía boicot “porque no creían que ese nuevo ritmo pudiera ser importante.
“Lo creían demasiado revolucionario; afortunadamente, aquí hubo la comprensión de don Mariano Rivera Conde, esposo de Consuelito Velázquez, director musical de RCA Víctor, quien le permitió grabar en los estudios lo que quisiera y de ahí para el real”.
En el recorrido que hizo Restrepo, con apoyo audiovisual de la participación del artista en varias películas mexicanas, se recordó que fue en México donde hizo el gran dueto con Beny Moré en 32 grabaciones clásicas. Pérez Prado triunfó no solo en el teatro —inició en el Margo, que después se convirtió en Blanquita—, sino también en los salones de baile, en los discos y en las películas, donde era la gran figura.
“Pérez Prado siempre dijo que el mambo lo había hecho en México, que era producto mexicano. Sus raíces, inevitablemente, eran afrocaribeñas, pero gracias al público nacional, a la comprensión de la disquera de ese entonces, RCA Víctor, y a los músicos de aquí, él consideraba al mambo como más mexicano que cubano”.
En la exposición ¡Yo soy! ¿Quién? El Rey del Mambo se encuentran portadas de disco, libros, fotografías inéditas y documentos personales de Dámaso Pérez Prado, El Cara de Foca. Además, de María Victoria, su amiga entrañable, se exhibe uno de sus ya clásicos vestidos.
La Fonoteca Nacional está en Francisco Sosa 383, Barrio de Santa Catarina, Coyoacán.