El "mito Hemingway" disolvió al escritor

“Tal vez no fue buen marido, pero no era en absoluto un donjuán”, precisa la autora.

Editorial Milenio
Miami /

Ernest Hemingway no fue un “tipo duro” sino un “prisionero de su propia leyenda”, según la mujer que mejor le conoce: Mary V. Dearborn, autora de la primera biografía completa del escritor estadunidense en 25 años.

Hasta Ernest Hemingway. A Biography, publicada en mayo en Estados Unidos por Knopf, ninguna mujer había puesto sus ojos, como biógrafa, en el autor. “Los anteriores biógrafos, todos hombres, han tendido a jugar con la misma historia acerca del macho bebedor, mujeriego y deportista”, señala Dearborn.

A juicio de esta escritora, autora de biografías sobre Peggy Guggenheim, Henry Miller y Norman Mailer, entre otros, “el mito le hizo la vida increíblemente difícil a Ernest, que casi fue un prisionero de su propia leyenda”.

La leyenda dice que el escritor nacido en 1899 y fallecido en 1961 era un mujeriego hambriento de sexo que usaba a las mujeres hasta que se cansaba de ellas.

“Nada más alejado de la verdad. Se casó cuatro veces y no creo que durmiera con más de seis o siete mujeres en su vida; claro que esto es difícil de comprobar”, dice con humor. La mujeres le hirieron tremendamente y en cada uno de sus matrimonios dejó parte de su bagaje emocional. “Era más bien un romántico”, señala. Eso no quiere decir que fuera un buen marido, pero no era en absoluto un don juán, precisa.

Su obra sobre Hemingway, que muestra en la portada una foto del escritor apuntando con un arma, incluye una cantidad de nuevo material biográfico aparecido en los últimos 25 años.

La biógrafa piensa que Hemingway fue “mucho más vulnerable” y “más trágico” de lo que se cree. De hecho, era sensible y se le hería con facilidad. “No fue un tipo duro”, sentencia Dearborn.

Según su biógrafa, sufría probablemente un trastorno bipolar, era alcohólico, tenía lesiones cerebrales traumáticas y, para colmo, consumía “cocteles” de medicamentos que le recetaban los médicos. “El último año de su vida estaba demacrado, era un hombre roto. Ya no tenía ninguno de los enormes placeres que había sabido sacar de la vida y sentía que no podía escribir, así que se disparó a sí mismo”, relata.

Otro factor que contribuyó a su suicidio fue su salida de Cuba por la llegada de Fidel Castro al poder. “Eso le rompió el corazón”, dice Dearborn, quien estuvo en ese país, pero no encontró muchos de los documentos que él dejó, incluido su historial médico, pues, según dijo, están ya en su mayoría en Estados Unidos.

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