Anna Llenas ( Barcelona, 1977) viste de colores, dice que el negro no le gusta, porque ella siempre va buscando el color en todas partes. Constantemente sonríe y emocionada presenta a uno de los monstruos más sentimentales y famosos del mundo.
La ilustradora y diseñadora decidió un día renunciar a las agencias de publicidad en las que trabajaba para embarcarse en un viaje y encontrarse a sí misma. Ahora, es arte-terapeuta y su libro El monstruo de colores (Editorial Flamboyant) ha vendido más de 6 millones de ejemplares y se ha traducido a 40 idiomas.
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¿El famoso monstruo nació en una cortina de baño?
El personaje sí. Yo había diseñado y pintaba algunos artículos para una marca; uno era para cortinas de baño, no quise poner lo típico —peces, sirenas—, y se me ocurrió dibujar un monstruo dentro de la bañera. Como lo tenía en mi baño me lo encontraba cada día, y después de uno o dos años se me ocurrió la idea: que el monstruo fuera el protagonista de mi primer libro ilustrado.
¿Qué es lo que te motivó a crear historias y el concepto?
Trabajé muchos años en publicidad, pero sentía que no era mi mundo; realmente mis dos grandes pasiones siempre habían sido la psicología y el arte. Hubo un momento de mi vida en el que pude dar un giro profesional y personal; de repente, el universo, la vida, me dio un vuelco y provocó que en un mes se acabara el trabajo, y me quedé con un vacío.
Trabajar en su sueño
Entonces, Anna Llenas viajó a Sudamérica, pasó por Perú, Bolivia, Chile y se quedó en Argentina; ahí alquiló un estudio y se puso a pintar, lo que era su sueño.
¿Encontraste lo que buscabas?
Sí, me conecté con mi esencia después de una crisis existencial que viví con miedo, y me di tiempo para escuchar mi voz y conectar con la pintura; me vinieron muchas ideas y comencé a pintar más el mundo interno, las emociones. Volví a España, estudié un máster en ilustración, y cuando acabé me contrataron el primer libro ilustrado; sin embargo, me faltaba la otra gran pasión, que era la psicología.
¿Cómo llegas a la arteterapia?
Me puse a estudiar y me encantó: fusiona la terapia, la creatividad y la sanación, pero con un lenguaje que es el de la expresión plástica. Durante el proceso me pude conectar con mis emociones y todo eso es lo que me llevó a crear al monstruo, que viene de las ganas de compartir todo lo que aprendí. De esto han pasado 12 años; no sabía bien lo que estaba haciendo.
Y apareció El Monstruo de colores...
Cuando lo propuse no había muchos libros de emociones; la película Intensamente se estrenó en 2015 y nosotros estamos hablando de 2011. Le propuse la idea a la editorial, y les encantó; viene del deseo de decir muchas cosas. Esto es importante para mí como adulta, ojalá desde pequeños ya pudiéramos hablar de las emociones en casa y compartirlas con los padres. Yo no esperaba que tuviera la repercusión que he tenido a nivel escolar; pensé que iba a ser una herramienta útil en casa para mejorar la comunicación y la apertura emocional. Con que le sirva a una familia para mí es el gran éxito.
¿Cómo enseñas a sentir?
Estamos tan atentos a los estímulos externos que no sabemos, pero sentir se aprende y con las emociones pasa lo mismo. Lo que pasa es que hemos sido educados para no sentir; los niños lo entienden muy fácil con el monstruo y conectan muy fácil porque los niños son emociones puras, pero hay que aprender a sentir y a conocernos a nosotros mismos.
¿Te quedaste con los niños?
También escribí La joya interior, una parte esencial de nosotros, la más auténtica, verdadera y la más vulnerable; no vamos a ir con nuestra joya preciosa y delicada enseñándoles a todo el mundo, porque puede ser peligroso. Son otro tipo de ilustraciones con un tema más profundo; son accesibles para todas las personas.