El Munal expone la exuberancia del paisaje mexicano

Abre muestra que incluye obras del Dr. Atl, Eugenio Landesio, José María Velasco y Joaquín Clausell, entre otros.

Jorge Obregón, cuya obra es parte de la la colección MILENIO Arte, participa en la exposición "Atl, tierra, viento y fuego; sublime sensación". Jesús
Jesús Alejo Santiago
Ciudad de México /

Del lado derecho de la pintura están dos cuadros de Gerardo Murillo; en el izquierdo hay otro del mismo artista. Su nombre y apellido quizá no sean tan conocidos, pero sí su sobrenombre: Dr. Atl. En medio hay una pieza de un joven creador mexicano, Jorge Obregón, quien desde una mirada contemporánea se ha dado a la tarea de acompañar al paisajismo mexicano.

“Estudié en los años 90 en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, en Xochimilco, con el maestro Luis Nishizawa, y él me enseñó los materiales, pero también el gusto por salir al campo: fomentó que los sábados saliéramos a pintar al aire libre, en vivo, que tuviéramos la experiencia de caminar en la montaña, en el cerro, de sentirlo, vivirlo y pintarlo”.

Y así estuvo alrededor de ocho años, tiempo en el que aprendió no solo cómo percibía su maestro el paisaje, el espacio o la perspectiva, sino también sobre los esfuerzos que había que desarrollar para cumplir con la tarea de intentar atrapar la esencia de la naturaleza: “creo que ese fue el gran legado que me dejó y ahora continúo con esa tradición de pintar al aire libre”.

La unión entre el joven artista, el maestro y un clásico se da en la muestra Atl, tierra, viento y fuego; sublime sensación, inaugurada la noche del jueves en el Museo Nacional de Arte (Munal), concebida como una revisión de los fondos del recinto y una manera de fortalecer su misión “con la preservación, exhibición y difusión de sus colecciones representativas”.

En una secuencia de casi un siglo y medio (1870-2016), al conjunto pictórico de paisajes del Dr. Atl se suman obras de Eugenio Landesio, José María Velasco, Carlos Rivera, Cleofas Almanza, Joaquín Clausell, Francisco Goitia, Luis Nishizawa, Pedro Flores, Mario Almela y Jorge Obregón, quien además de ser el único artista vivo dentro de la exposición, su obra forma parte de la Colección MILENIO Arte.

“El paisaje es la extensión del territorio donde uno vive. Para mí, el salir al campo, el pintar el Valle de México, las zonas todavía bellas que hay de los parques nacionales, es un respiro a todo el caos que hay en la urbe, en toda la mancha urbana, contaminada, con violencia. El paisaje siempre ha sido la extensión del ser humano, más allá de lo que está viviendo uno y es una manera de ver, desde fuera, cuál es el lugar en el que estás inmerso”, dice.

Fuego de la tierra

Pocas veces se da la inauguración de una muestra como la que se vivió la noche del jueves en el Museo Nacional de Artes, donde las cuatro salas que albergan a la exposición estuvieron repletas cuando menos las dos horas y media que permaneció abierto el recinto luego de la ceremonia de apertura.

Un acto en el que Lucina Jiménez, directora del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, reconoció el hecho de que pocas personas hayan dedicado su creatividad y su energía, con ello su vida, “a ese fuego que nace de la tierra y que, de pronto, se convierte en esa energía desbordada que da vida a los volcanes”, como lo hizo Gerardo Murillo, Dr. Atl, el eje de la muestra, integrada por alrededor de 130 obras.

“Pocas personas hicieron la transformación de su propio arte basado en la vivencia: el Dr. Atl caminó en los volcanes, vivió los volcanes y quiso la naturaleza que atestiguara el nacimiento de un volcán en su propia tierra. Hablamos de una persona que se convirtió en un transformador del arte mismo, a la hora que incidió en la academia para trastocar las técnicas del dibujo”, expresó la funcionaria.

En la muestra, que se presenta hasta el 2 de julio, se ofrece una selección de dibujos a lápiz y al carbón realizados por Murillo. Además, se exhiben 104 piezas pertenecientes al acervo del Munal, cinco de colecciones particulares y otra más del Museo Nacional de la Acuarela. La curaduría estuvo a cargo de Víctor Rodríguez Rangel.

Un personaje comprometido

De acuerdo con Carmen Gaitán, directora del Munal, Gerardo Murillo no solo debía considerarse un científico y un poeta, sino también un personaje comprometido. Desde que estaba en las huestes de Venustiano Carranza durante la Revolución, el Dr. Atl logró mover a las masas, en gran parte por los esfuerzos que hizo

para concretar su obra. El pintor fue capaz de vivir dos años al pie de un volcán, pero también de comprar los terrenos alrededor del nacimiento de otro para dejar una crónica periodística plasmada en una serie de dibujos, los cuales entregó al Instituto Nacional de Bellas Artes hace medio siglo.

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