A lo largo de su vida como escritor, Antonio Ortuño ha buscado reflexionar sobre el poder, como un medio para acceder al conocimiento de la condición humana. Por eso, no es alguien a quien le gusten las situaciones presentadas en blanco y negro, de buenos contra malos: prefiere los matices del gris y se aleja de las moralejas.
Todos esos matices de la coloratura de la condición humana le permiten construir historias en las que, por ejemplo, hay alguien que entra como un peligro para los demás y termina machacado por los mismos, como sucede en su más reciente libro de cuentos, Esbirros (Páginas de Espuma, 2021).
“El poder siempre está ahí en el centro y se le disputa de muchas maneras: unos solo quieren sobrevivir y otros lo quieren asaltar y conquistarlo; todas esas posibilidades que se abren en la lucha cotidiana de las relaciones humanas, desde la esfera de la intimidad, de lo que pasa en una pareja, en una familia, en una oficina, hasta lo que sucede en la plaza pública, son escenificaciones de las luchas por el poder y allí, más que buenos y malos, hay perdedores y ganadores”.
El libro se compone de relatos que se escribieron a lo largo de muchos años, cuando menos una década, y desde el primero ya tenía claro que deseaba construir un volumen de cuentos con esta perspectiva, incluso ya tenía el título, en el que las víctimas y los victimarios terminaran por confundirse en su relación con el poder.
“Las relaciones de poder ha sido uno de los temas centrales de lo que he escrito a lo largo del tiempo; desde luego, las formas literarias cambian, se explora otros discursos, otros recursos, y desde hace tres computadoras tenía una carpeta en mi escritorio que se llamaba Esbirros y cuando escribía un cuento que podía integrarse a la colección, lo echaba a esa carpeta, y cuando sentí que tenía suficiente material pasé seis meses revisando, rescribiendo, trabajando en el acomodo de los textos, hasta que terminó la colección armada.
“El poder, desde afuera o desde adentro, te destruye siempre. Hablar de la vida contemporánea en México no es solo para registrar las historias de las noticias y esta crónica negra o roja de nuestras calles y de la muerte enseñoreándose en el país, sino para tratar de encontrar los resortes de la naturaleza humana, de cómo le hacemos quienes vivimos en ese clima cuando nos vemos enfrentados a las circunstancias más extremas, de ser víctimas o victimarios en ese clima de violencia”.
Ayer, Hoy y Mañana son las secciones en la que se divide el libro: la primera parte se construye con un par de relatos que se refieren a épocas pasadas. En una gran sección central están las historias de actualidad y termina con un cuento con un sentido un tanto futurista. Son discursos diferentes que provienen de diferentes apuestas de explorar distintos caminos, “lo que le da mucha versatilidad a los cuentos. Todo se destiló con sabores diferentes a lo largo de muchos años”.
Creación en tiempos oscuros
Para Antonio Ortuño examinar muchos de los fenómenos que van aparejados en esa violencia, de la mentira en que se vive, forman la esencia de cada uno de los relatos que constituyen el volumen, los cuales no se escribieron en el tiempo de la pandemia, pero sí rozados por la época que seguimos viviendo.
“En un primer momento me costó escribir, lógicamente por las preocupaciones de rigor: fueron momentos muy oscuros para todos. Después, al encierro le fui tomando la temperatura y la medida y llegué al momento en que pude comenzar a recobrar el ritmo de trabajo, con tanto tiempo disponible, porque buena parte de mi agenda se canceló”.
Sí cambió bastante su óptica lectora, en especial por lo que el mismo escritor define como un clima deprimente: las noticias, lo que uno encuentra en los medios, por lo cual se dio a la tarea de procurar lecturas si no escapistas, cuando menos divertidas. “He estado releyendo cosas de Ibargüengoitia, leyendo libros de historia, de memorias o de entrevistas y no mucho de creación contemporánea. He tratado de que mis lecturas sean una suerte de pequeño oasis”.
Autor de títulos como El buscador de cabezas, Recursos humanos, Ánima o La fila india, Ortuño ha visto un 2021 en el que algunos de sus libros se han reeditado o se han publicado traducciones a distintas lenguas.
“Se terminaron juntando varios libros por el retraso que hubo con los cierres el año pasado, mientras se reubicaba el mundo. Se hizo una especie de cuello de botella, entonces llegaron tres reediciones, la antología de la UNAM, dentro de Material de Lectura, una traducción que ya apareció y otra que va a aparecer, en Francia y en Holanda. Este libro de relatos ahora, y viene más todavía”.
Es trabajo que se terminó reuniendo por los tiempos editoriales. También es cierto que, al menos en lo que toca a Antonio Ortuño, como la escritura y la revisión de los textos, no viajar y estar todo el tiempo en el estudio le permitió dedicarse de lleno a sus proyectos, lo que ha hecho avanzar las cosas, “aunque también he realizado guiones, audiovisuales, podcast y lo he podido sacar todo, porque estoy de planta”.
“Ha sido una etapa muy complicada para todo el mundo, pero al menos laboralmente he tratado de sacar la mejor parte del encierro”.