Raúl Zurita (Chile, 1950) creció contento escuchando música ranchera, por lo que sonrió cuando vio al mariachi en la Casa Marie José y Octavio Paz este martes 14 de noviembre.
El poeta chileno se encuentra en México y ha sido muy apapachado: la Cámara de Diputados le otorgó el Reconocimiento a la Excelencia en Letras y Humanidad, después recibió el Premio Honorífico por Trayectoria en la Poesía 2023 y el martes presentó Tres veces tu sombra (Arco & La Flecha Editores, 2023).
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¿Le gusta toda la atención que recibe, maestro?
Me impresiona porque yo no soy yo, como dice el viejo dicho. Es es una muestra de cariño hacia un chileno y es tan recíproco, porque yo amo México y no es retórica, es un país que ha acogió a tantos exiliados, refugiados de Latinoamérica, de España. Tengo un gran amor por su solidaridad.
¿Le gusta el mariachi?
La música ranchera me mata, me encanta. José Alfredo Jiménez y Cuco Sánchez. Es la música de mi infancia, porque cuando yo era pequeño salía por mi calle y estaban todas las señoras barriendo la vereda y todas escuchaban rancheras. Está insertada en mí.
¿Y su obra también?
Claro que sí, con cosas tan bellas como “si yo me muero lejos de ti, que digan que estoy dormido y que me traigan aquí”, es maravillosa.
¿La poesía le ha salvado la vida?
La misma mano que te hunde es la misma mano que te salva, ahí es al revés. Creo que me ha hundido y me ha salvado la vida, las dos cosas casi al mismo tiempo.
¿Este género sobrevive a todo?
Si no se sostiene esa rendija de esperanza, casi imperceptible por donde se cuela la luz, si eso se apaga, se termina todo. Si no se mantiene la esperanza, aunque sea una locura y aunque sea una brizna de luz, se acaba todo. Creo que la poesía es precisamente esa brizna de luz en medio de las tragedias y del horror.
¿De qué sirve contra el horror y la barbarie?
La poesía solo sirve para mantener, como sea y contra todo, ese hilo casi tenue que nos hace ser seres humanos y no victimarios ni asesinos.
¿Es lo único que nos queda?
No lo sé, pero la poesía no puede parar la matanza, el genocidio de hoy. No puede derribar una dictadura; no puede condenar a todos los decapitados y lo que pasa en México. Pero sin la poesía, ningún cambio es posible.
¿Cree que nos da esperanza?
La poesía es mucho más y mucho menos que una expresión escrita. Es una actitud, por así decirlo. Todos los seres humanos de una u otra forma tenemos poesía, salvo que algunos eligen matar a alguien en lugar de abrazar a alguien.
¿La poesía atrae a los jóvenes?
Creo que lo que más hacen los jóvenes es escribir poesía. La poesía siempre ha sido rebelde y también muy reaccionaria. Pero detrás de todo eso, siempre, solo escribir ya implica una posición.
En estos tiempos, ¿usted de qué escribe?
Creo que ya no escribo. No sé, no lo sé. Porque no estoy pensando en qué me inspira. Si tengo algo que hacer, lo hago nomás.
¿Qué lo inspira?
Me inspira, bueno, diría las típicas cosas. Me inspira el amor, la muerte. En fin, mis propios terrores, los terrores de los demás. Todo puede ser material de inspiración. Y en lo personal, una cierta perplejidad, cierto asombro sobre lo qué pasa en el mundo.
¿Es feliz?
Sí, me hace feliz mi mujer, muchas cosas me hacen feliz. Y sería estúpido y arrogante decir que esas pequeñas cosas me salvan, pero claro que me salvan. Son enormes cosas, el amor es una gran cosa. El amor es la única resistencia final que le podemos poner al dicho de que nos vamos a morir.
¿Le gustan los premios, el Nobel, quizá?
No lo sé. Los premios son cosas que pasan y pasan, pero que significan poco.
¿Qué tipo de poeta es usted?
Yo soy un poeta político, un poeta amoroso, un poeta maestro, un poeta político y un poeta de amor al mismo tiempo.
BSMM