No hay mejor lugar para celebrar al maestro Froylán López Narváez que en el Salón Los Ángeles, sobre la misma duela que tantas veces ha incendiado con la potencia de sus pies, que durante décadas se han dejado llevar por el ritmo de la rumba.
Académico destacado, periodista comprometido, promotor de la cultura y apasionado de la música, López Narváez ha repartido su vida entre las aulas, las pistas, las salas de redacción, los micrófonos de la radio y el calor de sus amigos y familiares.
Todas las facetas de la vida de este potosino destacado que sabe rumbear muy bien se reunieron anoche en una sola para celebrar sus 75 años de vida, 50 de académico y carrera periodística, 40 de impulsar el movimiento La Rumba es Cultura y 30 del nacimiento de su serie radiofónica Son...eros.
La noche caía y la pista del salón se iba llenando poco a poco de ritmo y cuerpos deseosos del sabor de la música afroantillana. Entre aplausos y miradas curiosas, el festejado cruzó el salón y partió plaza, de la mano de su hija Aída —para él, La Cordobesa—. Sus nietos y bisnietos olvidaron por un instante el pastel que coronaba la pista de baile para correr a los cálidos brazos de don Froylán. Así, todos los afectos del maestro se fueron reuniendo a su alrededor para festejar sus múltiples aniversarios.
Miguel Nieto, dueño del salón Los Ángeles, ícono indiscutible de la cultura popular, suma la alegría de los 77 años de su pista de baile a la de los 75 de Froylán, a quien reconoce como “una de las personalidades que han ayudado a crear este espacio, al igual que Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, José Saramago y Carlos Monsiváis”.
Nieto, sabedor de que quien no conoce Los Ángeles, no conoce México, reconoce en López Narváez a un escrutador profesional de los rincones de este centro de baile y a uno de los grandes impulsadores de la rumba.
Este intenso promotor de la música de la tercera raíz de nuestra cultura llegó a la Ciudad de México en 1948 y se estrelló de frente con “una cosa loca y salvaje que era el mambo”; ya tenía el antecedente del danzón, pero el mambo y el chachachá fueron toda una revelación para él. Los acordes de este género forjaron un credo en el entonces recién llegado, porque para él, sin duda, “el que no baila no es muy confiable”.
“A menos que tenga un problema para bailar”, agregó Carlos Marín, director general editorial de Grupo MILENIO, antiguo colega y amigo del homenajeado que también se dio cita en el recinto para bailadores. Compartió la opinión de que “Froylán echó a perder a muchas generaciones invitándolas a bailar, porque para él, si no bailas, no sirves para nada.
“Nos conocemos desde 1973 y Froylán no es mi amigo: es mi hermano. Vivimos juntos aventuras periodísticas maravillosas y es un privilegio de MILENIO que ahora colaboré con nosotros también. Estoy feliz por estar con él porque es una de las pocas personas vivas que conozco que, además, piensa… De él no desconfío: en él confío”, remató.
Orquestador de series radiofónicas y de todo un movimiento cultural, López Narváez transmite cada semana por Radio Educación su programa Mi otro yo, que salió al aire por primera vez en 1999. En ese espacio construye diversas miradas de la vida social, política y artística de México a través de los diálogos que sostiene con personalidades de diversos ámbitos de la vida nacional.
La radio y su labor docente en la UNAM son para el maestro una oportunidad “de ser joven crónicamente, y la posibilidad de aprender, porque lo que hace uno como profesor es estar aprendiendo. Luego la muchachada aporta ideas que te dan energía y emoción”, explicó antes de aclarar que eso es allá, en su casa, la Universidad.
“Porque aquí no vengo a pensar, aquí solo vengo a descargar en la rumba”, dijo para luego perderse en la pista al ritmo de “Apretadito” y de la mano de su hija.
Cultura rumbera
Froylan López Narváez nació en un pueblo minero de San Luis Potosí, pero se declara amante de la música desde antes de nacer.
“Para mí es claro: mis papás, don Fernando López y la señora Narváez eran músicos, así que lo traigo desde el vientre materno”.
Bajo ese estigma, para el catedrático de la UNAM era un camino natural seguir el ritmo de la música, que encontró su cauce en el movimiento La Rumba es Cultura, que este año ya se volvió cuarentón.
“La rumba es cultura porque es algo que se cultiva; tiene un siglo de existencia y su raíz africana hace que distintas estirpes nos reunamos y gocemos con ella, nos regala una alegría comunitaria”, declaraba en medio de un son cubano que hacía de fondo a sus palabras.
Son...eros fue el escaparate para las pasiones musicales de este profesor de la UNAM.
Fue una serie radiofónica producida por Radio Educación de 1995 a 1998, periodo durante el cual realizó 165 programas en los que la música afroantillana y la poesía dieron fuerza al movimiento La rumba es cultura, con el que López Narváez dibujó toda una época.