Alrededor de Elena Poniatowska, suelen coincidir tirios y troyanos: se reconoce una labor literaria y periodística de décadas, e incluso una forma de la congruencia que empieza en la amistad, se mantiene en los libros y termina por reflejarse en lo político.
La escritora cumplirá 90 años de edad el 19 de mayo y lo festeja con el lanzamiento presencial del que se considera su proyecto literario más personal: El amante polaco que, en dos tomos, le permite hurgar en una parte de su pasado familiar y, con ello, del de México en la segunda mitad del siglo XX.
De ello y algunos otros temas, la Premio Cervantes 2013 habla con MILENIO.
Regresan las presentaciones presenciales. ¿Qué le parece?
Me parece muy bueno, pero hay que recordar que la escritura es silenciosa. Lo importante es el libro en sí, un objeto con el que uno tiene una relación personal de silencio. Quizá mucha gente lee antes de dormir, no en público, aunque he visto leer a gente en el metro, es un acto privado.
Durante la pandemia, ¿escribió más o leyó más?
Esa es mi vida. Estoy siempre frente a la pantalla negra de una computadora y leo y escribo, a eso me dedico. Cada quien ha hecho su lucha por su lado. No sé si ha aumentado la lectura, no tengo estadísticas, sí sé que están desapareciendo los periódicos, que cada vez son más delgados, tienen menos hojas y su destino va a ser la desaparición.
¿Tuvo alguna sensación extraña con tanto silencio en el confinamiento?
Vivo en un lugar privilegiado, al lado de la capilla de San Sebastián Mártir, que dicen que es el santo de los homosexuales, todo cubierto de flechas, menos en las partes vitales y siguió viviendo a pesar de eso. Tengo años allí protegida por él y por la poca gente que vive aquí. Enfrente está un centro de documentación histórica, donde se guardan documentos muy importantes, como la Carta Atenagórica de Sor Juana y ahí sí llegan investigadores.
¿Cómo han sido estos dos años de encierro?
Comparto la vida de otros, no estoy sola en este mundo. Fueron muy difíciles para la gente que trato: los jóvenes que no podían hacer sus fiestas o las hacían a escondidas. Tengo 10 nietos, que a su vez tienen amigos, para ellos era muy duro no reír, no tener una fiesta que compartir.
Se ha dicho que El amante polaco es su proyecto más personal, pero todos sus libros llevan algo de Elena…
Los libros salen a partir de su autor. Los libros de José Emilio Pacheco o de Carlos Monsiváis son personales, porque parten de su vida, aunque no digan: “Yo soy, yo voy, yo vengo”; cada libro refleja a su autor.
¿Por qué quiso hurgar en su pasado, en el lado más aristocrático?
Es importante para uno mismo saber de dónde viene. Mucha gente no sabe hacia dónde van, por lo menos que sepamos de dónde venimos; para mí fue un gusto enterarme de que provengo de un rey, Stanislaw Poniatowski, que amaba las artes, fue muy buen amante de Catalina la Grande, hacía muy bien el amor. Luego fue una persona que le hizo el amor al resto de los polacos al entregarles castillos y palacios de gran belleza, al darles obras de arte que venían de diversos países, y al ser él mismo un hombre sensible, culto e inteligente. Ese es un orgullo para cualquier descendiente.
El 19 de mayo cumple 90 años. ¿Cómo se siente?
Sorprendida, me da tristeza pensar que mi papá no llegó a los 90 años, mi mamá llegó a los 92, los años en que también voy a morir, porque tengo una trayectoria muy parecida a la suya.
¿Qué es lo que más recuerda de su vida hasta hoy?
Me siento muy satisfecha de Guillermo Haro Barraza, un gran hombre, fundador de la astronomía moderna en México, mandó a muchos estudiantes a universidades estadunidenses, francesas… y demostró que los mexicanos, en lo que se refiere a ciencia, son hasta más inteligentes que estudiantes que vienen de otras partes; me enorgullece mucho. Me enorgullece que él me haya amado, desde luego, mis tres hijos, que son patriotas, aman profundamente a México y hacen todo lo que pueden por el país.
¿Cómo vive a México?
Está en el poder el presidente por el que yo voté, al que seguí, a quien acompañé en muchas ocasiones, sobre quien fui a hablar en lugares como Tampico, Monterrey o Acapulco. Fue una experiencia enriquecedora.
Considero que caminar al lado de la gente que tiene un ideal, de hombres, mujeres y niños que también se han propuesto algo, fue una experiencia muy buena. A mí me ha ido muy bien, estoy muy agradecida con todo lo que me ha pasado en la vida.
¿Sigue caminando al lado del Presidente?
Ya no lo veo. Creo que lo he visto una vez, cuando le llevé a dos falsarios, pero como soy medio inocente en todo lo que es política, vinieron a decirme cosas y él lo ha mencionado después; ha hablado de mi ingenuidad política, que es grande también.
¿Es una mujer con esperanzas?
Sí, yo tengo esperanzas en México, en sus pensadores, en sus críticos, en sus mujeres. En sus niños.
Si le pidieran que se definiera con una palabra, ¿cuál sería?
La lealtad. Soy leal a las causas en las que creo.
caov