“Marcial Maciel fue un sacerdote mexicano de ascendencia española y francesa. Fundó la orden sacerdotal de la Legión de Cristo. A los 60 años de su comienzo, después de décadas de acusaciones por numerosos crímenes, el Papa Benedicto XVI pidió a Maciel que se retirara “a una vida de penitencia y oración”. Murió dos años más tarde y jamás fue sentenciado en corte civil o penal, a pesar de las múltiples evidencias de sus crímenes como ladrón y pederasta serial”. Con estas palabras comienza Ave negra (Madre Editorial), estremecedor relato de Elena Sada sobre los 18 años que pasó integrada en el Regnum Christi, la rama femenina de los Legionarios de Cristo.
Sada, originaria de Monterrey, llegó a ocupar el puesto de directora vocacional para Norteamérica, Australia y Nueva Zelanda. Su trabajo consistía en reclutar, buscar gente que quisiera formar parte de los Legionarios de Cristo y también entrenar a las reclutadoras para que consiguieran más adeptas. Tras casi dos décadas en la organización a la que llegó a los 18 años y abandonó una madrugada de 2001, ahora reconstruye su experiencia para poner sobre el papel el infierno que vivió en ella.
Elena Sada define a Marcial Maciel como “narcisista abusivo”. En una de sus últimas entrevistas con el diario mexicano MILENIO, la autora ahonda en la imagen del fundador de los Legionarios de Cristo. “Maciel tenía una capacidad increíble de manipular y engañar a las personas. Nos hizo pensar que él era un santo y que gozaba de cierta clarividencia por su cercanía a Dios. Te convencía de que él sabía más de ti de lo que tú y tu familia sabían. De hecho, te manipulaba para que dudaras del juicio de tus padres. En mi caso, me abusó al aniquilarme, al extraer mi identidad, mis juicios, mis creencias. Me hizo creer que anhelos normales eran pecaminosos".
Sada habla de un “lavado de cerebro” y un aislamiento en el que era extremadamente difícil comunicarse con la familia y pensar por uno mismo. Por ejemplo, el padre de Elena sufrió una embolia y los directores de la organización no se lo dijeron “para que no se distrajera”.
En el libro se desprende el perdón que Elena quiere transmitir a todas aquellas personas a las que reclutó para entrar en el Regnum Christi. También lanza un mensaje de esperanza para que los que han sufrido experiencias terribles en el pasado como ella misma, sepan reinventarse y aceptarse.
Sada narra cómo “escapó” del reino de Maciel. “Eran las 5:25 a.m. Algo en mi interior me decía que si no actuaba de inmediato, jamás lo llevaría a cabo y elegiría una muerte lenta. Conforme descendía, ví de reojo una fotografía del padre Maciel. Sus ojos me advirtieron: ‘Elena, cuando una mujer cierra la puerta a su vocación religiosa o consagrada, carga de por vida el peso de los pecados de las almas que estaba destinada a salvar, pero omitió hacerlo por egoísta’. Lo siento padre Maciel, esta noche elijo vivir. Su advertencia –amenaza– no me detendrá.
De acuerdo con El Mundo, En Ave Negra, Elena Sada también recoge testimonios de víctimas de Maciel, que años después le pedían explicaciones a través de cartas. “Cuando le escribí, hace 10 años, le pedí que me explicara por qué vivía una vida tan contradictoria. Nunca me respondió, pero a las dos semanas, se me transfirió al seminario menor de España y mi ordenación fue pospuesta siete años. No sólo usted tiene pruebas de los crímenes. La suya será pornografía infantil homosexual fabricada cuidadosamente para aparentar que yo y otros niños lo ‘buscábamos’ a usted. Nunca le dije que yo también tengo pruebas: fotografías que tomé cuando me invitó a sus orgías.
Los Legionarios de Cristo pidieron perdón públicamente en 2014 por los gravísimos comportamientos y objetivamente inmorales de su fundador.
Después de abandonar la orden, Elena Sada estableció Nueva York. Se casó y formó una familia. Poco tiempo después, su matrimonio se derrumbó, al haberse casado casi inmediatamente después de dejar Regnum Christi y no haber procesado aún lo vivido allí. Por fortuna, sus hijos se han adaptado y tienen un padre comprometido, como ella misma ha expresado.
En la actualidad, Sada es profesora en el Departamento de Educación de la Universidad Estatal de Connecticut, Estados Unidos. En los agradecimientos del libro, Elena Sada se acuerda de sus terapeutas, claves en su recuperación. “Por sus oportunos consejos pude reflexionar en mi proceso y aceptar mi vulnerabilidad”.
AESC