La música ha acompañado a Elisa Carrillo toda su vida a la par que la danza, a tal grado que, para ella, ambas disciplinas artísticas siempre van unidas; y si escucha algo que la conmueve, lo quiere bailar.
La primera bailarina del Ballet Estatal de Berlín interpretará la música de Maurice Ravel en la exclusiva coreografía de 1961 de Maurice Béjart, en la quinta edición de Danzatlán y décima de su gala Elisa y Amigos, con lo que se convierte en una de las pocas artistas en el mundo con ese privilegio.
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La premio Benois de la Danse 2019, además de la música de los ballet clásicos, lo mismo ha bailado con la canción de Nina Simone Sinnerman para la coreografía de Marco Goecke All long dem day, que conciertos para cello de Antonio Vivaldi en el pas de deux de la Amorosa, de Ricardo Graziano, o con música electrónica de los DJ CitadinoSon y Gebrüder Teichman en la pieza Cero Tolerancia de la coreografía de Yeri Alarika #The_Wall con que inauguró Danzatlán 2022 el pasado sábado 23 de julio.
Aun música de compositores contemporáneos como John Adams está en el repertorio de Carrillo, con la pieza de Goecke And the Sky on that Cloudy Old Day. O barroca, de Arcangelo Corelli y Alessandro Scarlatti, en el Arcángelo de Nacho Duato, que bailó con su esposo Mikhail Kaniskin. O la de Dmitri Shostakovich, en Kazimir’s Colours, homenaje de Mauro Bigonzetti, a otro ruso, pintor, Kazimir Malevich.
“Siempre he estado muy abierta a todo lo que es música. Y cuando algo me conmueve, automáticamente siento que debo bailarlo”, señala Carrillo en entrevista en vísperas de sus galas en el Festival Internacional Danzatlán, junto con otros cuatro Benois de la Danse (Marcelo Gomes, Lucía Lacarra, Herman Cornejo y Kimin Kim), que para la danza es considerado como el Nobel o el Oscar.
Foto: Yan Revazov
“Simplemente escucharla y sentir si me transforma o me hace sentir algo. Claro que hay danza sin música, pero, para mí, ambas tienen que estar juntas, porque la música nos ayuda a expresarnos de otra manera, es otro tipo de movimiento, otro tipo de conexión con tu corazón, con tu mente. Me pasa que a veces cierro los ojos y escucho algo y siento cómo mi cuerpo tiene el deseo de decir algo. Siempre hay una conexión. Cuando escucho una música que me mueve, sé que que me gustaría interpretarla. Si oigo algo que no está en ninguna coreografía, digo que me gustaría que se hiciera algo con esa música.
“Puede ser cualquier tipo de música, no tiene que ser clásica, puede ser contemporánea o que está de moda; a veces hay canciones que me gustan y que quisiera en algún momento poder bailarlas. Creo que es una conexión que tengo con la música, como todos los seres humanos, y que hay música que verdaderamente te conmueve y te ayuda a sacar las emociones que llevas dentro. La música es parte de mi vida, de todo lo que hago; es importante y es básico para mí tenerla para poder expresarme”, refiere.
Bolero
Un ejemplo de está conexión que tiene con la música es justamente Bolero, la pieza orquestal de Ravel, para la cual consiguió los derechos para poder interpretar la coreografía que le hizo Maurice Béjart.
“He escuchado Bolero toda mi vida. Es una pieza maravillosa, muy famosa, que siempre que la he escuchado me hace vibrar. Es una música muy bella, a todos los seres humanos nos hace vibrar”, subraya Carrillo, que la interpretará en las galas del 31 de julio, en el teatro Morelos, de Toluca, y el 1 de agosto, en la sala de conciertos Elisa Carrillo del Centro Cultural Mexiquense Bicentenario, de Texcoco.
“Ahora, tener la oportunidad de expresar el Bolero de Ravel con el movimiento es algo maravilloso. La experiencia de aprender la coreografía, de profundizar, cada paso, cada movimiento, el por qué, cómo se llama cada sección, cómo se tiene que hacer, y todo lo que Maurice Béjart quería del bailarín, es algo que me ha ayudado mucho a comprender y a digerirlo y meterlo en mi cuerpo y llegar a tener el momento de sentir que es tuyo, de que puedas tener esa conexión”, dice la estrella internacional mexicana, formada en la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea del Inbal y actual codirectora de la Compañía Nacional de Danza con Cuauhtémoc Nájera desde principios de 2019.
Comenta que durante toda su carrera, que empezó en la adolescencia, vio en televisión o videos las interpretaciones del Bolero de Béjart de gente como la estrella del Ballet Bolshoi Maya Plisétskaya o el más famoso bailarín argentino del siglo XX, Jorge Donn, o la primera bailarina del Ballet de la Ópera de París, Sylvie Guillem, también premio Benois de la Danse como Carrillo.
“Tuve la oportunidad de ver la coreografía de Bolero por primera vez en vivo en Bélgica, con la bailarina española Elisabet Ros, de Barcelona, única mujer de la compañía de ballet de Béjart que lo baila. Fue impresionante. Esa magia que me hizo sentir ver la pieza en televisión, en grabaciones, creció aún más al verla en vivo. Y me di cuenta que sí tenía esa fuerza que yo ya había sentido en esos videos, pero en vivo eran algo más maravilloso, aún más grande”, relata la premio Alma de la Danza.
“La música te guía, la música es tan maravillosa que te va guiando hasta llegar a la cúspide de esta coreografía, y en conjunto es una mezcla maravillosa. Ha habido varias versiones de Bolero, es algo maravilloso cómo se van conjugando las cosas. Esa pieza, que es tan representativa, puede transformarte a ti misma. Y dentro, cuando uno escucha la música, hay un punto donde es tan grande, que llegas a los extremos de tu parte psíquica, de tu parte mental, y al final, como con la pieza, termina muy fuerte y sacas todo de ti”, concluye sobre la coreografía que interpretará con 40 bailarines hombres.
hc