Julia vuelve a casa de su madre. No es que quiera, pero el destino parece jugarle una mala pasada. Con el sueño de ser escritora se ve obligada a enfrentar sus recuerdos, mientras ayuda a Silvia a despedirse del hijo que lleva en el vientre, bajo la mirada de un fantasma que las rodea, Celeste, su hermana.
Las vigilantes (Lumen) es la primera novela de Elvira Liceaga, quien charla con MILENIO sobre el universo femenino que se encuentra en el libro.
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“Es una novela que se acerca a la escritura de una manera en que la homenajea pero que también la cuestiona. La narradora (Julia) fracasa constantemente en la escritura por un lado, pero por otra parte, también tiene la posibilidad de enseñarle a leer y a escribir a una mujer que a lo mejor no es lo que necesita, pero lo hace”, señala la autora quien, como su protagonista, también es locutora.
“La relación de Julia con la escritura se parece a mi relación con ella. Es una búsqueda en la cual yo a veces he fracasado, a veces se han publicado cosas que han ofendido a otras personas y he recibido esos reclamos que Julia recibe de su madre, aunque yo no los recibí particularmente de ella”, agrega.
La cotidianidad como hilo conductor
En Las vigilantes la relación de la protagonista con su mamá es importante, la quiere, pero le reclama, leen y pasan tiempo juntas.
“Se parece no solo a la relación que yo tengo con mi madre, sino a la relación, que ahora tengo con mi hija, mientras escribí la novela me hice madre y me identificaba mucho con las madres cansadas, las que no quieren ser madres todo el tiempo, las que viven extrañando su vida anterior a la maternidad. Es una novela que se alimenta de mi vida y de la historia de mi madre y la historia de mi madre con sus tías y sus primas, pero no en un sentido literal, sino que se nutre de maneras misteriosas, como con los espejos que reflejan para todos lados”.
Para Liceaga, la novela transita por la cotidianidad y esas cosas pequeñitas que para muchas personas podrían parecer irrelevantes “para mí son exquisitas, cómo acomoda un cuadro una persona, cómo se gira sobre sus talones, cómo se agarra el pelo, cómo se calla cuando quiere decir algo, ahí está mi vida cotidiana, ahí está la historia de mi vida, sobre todo en lo menor”.
En la historia, las mujeres son las protagonistas y se están enfrentando a muchas cosas.
“Ninguna de ellas está en una situación normal. Me interesaba mucho el quiebre de la cotidianidad de estas tres mujeres que revela quiénes son, de qué están hechas, cuáles son sus cicatrices y despedidas. Y cómo, en este cruce de tres limbos, se daban también la oportunidad de acompañarse para salir adelante”, dice.
Aunque en la novela se habla de tres mujeres principalmente, la realidad es que son cuatro, Celeste, la hermana de la protagonista, quien falleció.
“Fue curioso entender quién era, desde luego que tiene ecos en mi vida y familiar. Ahora, siendo madre, encarna mi peor pesadilla, que es perder a un hijo. Con Celeste, me di cuenta que tenía la oportunidad de explorar el duelo de las madres y el de las hermanas que sobreviven a esta pérdida tan radical de la que cuesta mucho trabajo levantarse y que implica mucha tristeza, pero también, mucha valentía”.
La maternidad en la literatura
La autora asegura que le parece muy bonito cómo la ambivalencia en la maternidad está empezando a reinar en la literatura contemporánea.
“Ahora las madres son las que escriben las novelas y que sean las experiencias en primera persona las que vengan a desestabilizar el discurso que le escucha a la madre, de ser una madre total. En estas tres mujeres yo encontré las dificultades de ser hija, con una madre que vive en duelos, las dificultades de ser madre sobreviviente al perder a una hija, las dificultades de ser madre cuando no se quiere ser madre… me interesaba desde luego exponer el derecho a decidir, que no nos relajemos en esa lucha, y todas las formas que hay de ser madre, pero también de ser hija”.
Sobre el título, Liceaga dice: “En algún momento de la novela, se dice que vigilar es para castigar, pero también para cuidar; a veces, en la vigilancia, también hay amor y generosidad, pero a veces se reproducen violencias que hemos aprendido. Yo quería explorar en esta novela la complejidad de las relaciones entre mujeres, el diálogo entre las palabras pero también entre los cuerpos de las mujeres y otras formas de la feminidad”.
La escritora está contenta pues su novela ha tenido buena respuesta entre los lectores. “He recibido muchos comentarios muy conmovedores, muy elogiosos de hombres y mujeres por igual, que han cuestionado su relación con su madre, con sus hijas, con sus iguales, con sus diferentes y eso para mí ha sido realmente muy lindo y estoy muy sorprendida”.
Elvira Liceaga (Ciudad de México, 1983) es locutora, editora y profesora de literatura de día, y cuentista de noche. 'Carolina y otras despedidas' es un libro de cuentos y 'Las vigilantes', su primera novela.
PCL