Hijo y nieto de actores, Chris Pine (Los Ángeles, 1980) inició su carrera con breves participaciones en películas y teleseries hasta obtener el papel principal como el capitán James Tiberius Kirk en el exitoso relanzamiento de la saga Star Trek, en 2009. Desde entonces ha desarrollado su carrera en películas de acción de alto presupuesto y taquilla millonaria (este verano lo veremos haciendo mancuerna con Gal Gadot en la esperada cinta de DC Comics La mujer maravilla). Pero también participa en proyectos independientes que le dan más satisfacción; ese es el caso de Hell or High water, que se estrena en México esta semana con el título Enemigo de todos.
La cinta es un western posmoderno en la que interpreta un personaje muy diferente de los que había encarnado anteriormente, pues aparece como un joven decidido a vengarse del daño que un banco corrupto hace a sus padres. Junto con su hermano (encarnado por Ben Foster), decide cobrar venganza de la institución, sin imaginar que tendrá a un tremendo sheriff (el nominado al Oscar Jeff Bridges) persiguiéndolos por un paisaje agreste. Esta película violenta y dramática fue un éxito en el circuito de los festivales y, según la crítica, es una oportunidad para que una nueva generación de espectadores se interese por un género clásico como el de las películas del oeste.
Como actor ¿qué te llamó la atención de una cinta como esta?
Primero, me encantó el guión, porque no es el tipo de libreto que reciba a menudo. Me emocionó que Toby Howard, mi personaje, sea una especie de vaquero-poeta que trata de hacer un tipo de justicia ruda y desesperada. Generalmente, mis personajes son muy activos, con muchos recursos tecnológicos y suelen ser encantadores (risas). Son muy distintos de Toby, que es callado, taciturno y está lidiando con la vergüenza interna, con la humillación y el desamparo. Esa fue la imagen que se me quedó grabada desde un principio, la de un verdadero arquetipo. Cuando terminé de leer el guión, supe enseguida que quería interpretarlo. No todas las películas que haces, las haces por el dinero que puedas ganar o no; algunas las haces porque te apasionan.
Otro aspecto interesante de los personajes es su ambigüedad moral.
Sí, lo es, aunque te diré que a mí no me gusta juzgar a mis personajes. El guión de Taylor Sheridan (que está nominado también a un Oscar) tiene muchos niveles de lectura y eso lo hace irresistible, porque los hermanos Howard están tratando de hacer lo correcto, aunque no sea exactamente lo más moral. Sé que son criminales, pero en mi opinión cada uno debe decidir qué piensa acerca de los robos a los bancos; yo no haré un comentario al respecto. Pero en el fondo, todos, bajo una circunstancia desesperada, somos iguales. Tenemos un instinto animal, y si nos colocan en la selva tendremos que comer, conseguir agua y un lugar donde vivir, además de tener sexo para procrear. Me gusta la idea de ver a este hombre transformado en un animal encerrado que hace lo que sea necesario para salir de su jaula. No le importa lo que diga la gente, a excepción de su hijo. Es algo muy visceral.
Por otro lado, contiene un comentario social muy fuerte sobre la banca.
Siempre existirá la codicia. Algunos siempre sufrirán por el interés de otros de ganar dinero, y no creo que algo como nuestro pequeño filme cambie esa realidad. Si alguien lo ve y cambia de actitud me parece muy bien, pero todos sabemos que los bancos son codiciosos y las corporaciones pueden ser percibidas como malvadas. Sé que suena irónico, porque soy un actor que gana dinero y me considero bendecido por eso. Pero crecí en una familia que pasó tiempos difíciles. Sé lo que son las llamadas del Servicio de Impuestos, así que no me gustaría volver jamás a esa situación. Es horrible lo que provoca en las relaciones y en la familia. Así que puedo entender qué es lo que Taylor estaba tratando de contar.
Es una cinta violenta, brutal. ¿Eso te resultó difícil de manejar?
Todo esto es ficción… y estás actuando. Es parte del trabajo. Yo no crecí en una familia violenta y aunque como te decía, pasamos tiempos difíciles, jamás llegamos a lo que se infiere en la película. Mi padre, que también es actor, es el ser humano más noble y bueno que conozco. Crecí en un ambiente liberal, abierto; en una comunidad progresista. Siempre he tenido aversión a la violencia, pero cuando me corresponde interpretar a un personaje con estas características, me dejo guiar por el director y trato de comprender la verdad interior del personaje y la ambición que lo motiva.
¿Personalmente, te consideras alguien ambicioso?
Como te decía, crecí en una familia en la que debíamos ir al colegio y ser buenos niños. Era un niño bastante convencional. Nunca me metí en problemas, no tomé drogas y era obediente. Pero reconozco que en cierta forma soy ambicioso, aunque también hay que saber cómo actuar sobre ello. Te contaré algo: el año pasado estaba en Italia filmando La mujer maravilla y conocí a un mesero en el hotel que trabajaba seis meses y los otros seis los dedicaba a vacaciones, a jugar al futbol, a pasarlo bien, a ser totalmente feliz. Pensé que podía aprender de él. Tenemos un tiempo limitado en este planeta y debemos disfrutarlo. Ser ambicioso a veces significa que te levantas a las cuatro de la mañana a hacer ejercicio, trabajas 17 horas y duermes tres. Aparte del dinero, ¿qué tiene de bueno eso? Debe motivarte algo más que el dinero en lo que haces. Creo que soy más bien ambicioso en el sentido de las cosas de las que quiero formar parte.
Empezaste a actuar profesionalmente al salir de la universidad, ¿pero desde cuándo supiste que querías ser actor?
Si tu mamá o tu papá son médicos o abogados, hablarán de sus carreras en familia. En mi caso, mis padres y mi abuela fueron actores, por lo que las conversaciones en la mesa siempre giraban sobre alguna película que habíamos visto o sobre el papel que alguno de ellos estaba interpretando. Yo fui a clases de actuación desde los 6 años y continué estudiando arte dramático después. Nunca me vi haciendo nada más, pero eso no quiere decir que no me haya preguntado cuánto durará esto o si soy o no un buen actor. Creo que es una cuestión de vocación, y trato de hacer lo que más me gusta, lo mejor posible.