Netflix estrenó Black Mirror: Bandersnatch, su primera película interactiva dirigida al público adulto (ya había probado esa tecnología en shows infantiles) el 28 de diciembre.
Es casi imposible hablar de spoilers, pues la cinta —concebida como una experiencia de inmersión— tiene un final distinto para cada espectador. Y es que Bandersnatch posee una narrativa no lineal del estilo Elige tu propia aventura: es decir, cada usuario debe decidir cuál será el rumbo de la historia.
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Situada en los años ochenta, la película sigue la historia de Stefan Butler, un joven programador que está desarrollando un videojuego basado en una de sus novelas favoritas (también del estilo Elige tu propia aventura, por si no había ya suficiente metaficción).
En cierto momento, el futuro de Stefan y el resto de los personajes estará, literalmente, en manos del espectador. Esto, naturalmente, afecta la trayectoria del hilo narrativo y el desenlace, que según el New York Times, tiene cinco distintas posibilidades, aunque, según dijo Charlie Brooker —la mente detrás del concepto Black Mirror—, la trama ofrece “millones de ramificaciones únicas”.
Al principio, las decisiones que hay que tomar son tan simples que parecen inofensivas, pero conforme avanza la historia, las disyuntivas alcanzan complejidades éticas.
“Explorar las distintas ramas abre muchas posibilidades, de modo que algunos no verán ciertas cosas, dependiendo de las decisiones que tomen. No se trata de una narrativa con montones de opciones binarias, […] depende de ti cuando sientas que fue suficiente”, dijo Annabel Jones, coproductora, a The Hollywood Reporter.
Lograr esa proeza audio visual exigió dos años de trabajo a sus creadores. Fue un proceso más complicado de lo que se esperaba, pero Netflix planea usar la misma tecnología en otros proyectos, aunque no ha especificado detalles.
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