Carlos Fuentes empujando una carcacha en medio de una zona de travestis en Chihuahua, travesuras poéticas a Octavio Paz en Harvard y parrandas al lado de Carlos Monsiváis en Juárez. Así era la vida de Enrique Cortazar (Chihuahua, 1944), un rockero que dejó todo para promover la cultura en la frontera.
Es más, tal vez, sin la ayuda de él, Fuentes no hubiera escrito el cuento de las maquiladoras en su célebre libro La frontera de cristal.
Quique camina despacio, lleva un sombrero a la Indiana Jones y una elegante pluma en la camisa, retando al inclemente sol de Juárez pero sin perder el estilo y la elegancia.
Revela a MILENIO que decidió no escribir sobre su vida sino de sus amigos en Inventario de lugares propicios para la amistad (UNAL) y contar sus aventuras al lado de José Emilio Pacheco y José Luis Cuevas, entre muchos otros.
- Te recomendamos El Museo del Chopo acoge el pensamiento experimental del argentino Roberto Jacoby Cultura
¿Quién es Enrique Cortazar?
Creo que lo conozco más o menos. Estudió leyes, fue campeón de rock and roll cuando estaba chavalo, después se metió a la lucha por el sindicalismo independiente, terminó en la cárcel. Litigó un rato, pero se decepcionó. Rectificó el camino y se fue a estudiar una maestría en Literatura en la Universidad de Harvard, y ahí conoció a Octavio Paz, quien terminó siendo un amigo y maestro.
¿Cómo llegas a la cultura?
Estuve en una conferencia de Carlos Pellicer en Chihuahua y fue tal el impacto que me provocó que lo sintetizo en una frase que dijo el poeta: “Los españoles nos trajeron su cultura, no nos trajeron la cultura”; eso me motivó mucho. Después me lo traje a Juárez, le hicimos un homenaje y gracias a él pude traer a Monsiváis en 1977.
¿Y la historia con Fuentes?
Escribió La frontera de cristal visitando Juárez. Me decía: “Quiero conocer la entraña de las maquilas”. No era fácil, pero yo tenía amigos empresarios muy poderosos y lo conseguimos. Saliendo de una, dijo: “Tengo que cambiar mi cuento, nunca me imaginé que estuvieran en estas condiciones”. Era totalmente diferente a lo que él se había imaginado y tuvo que reescribir “Malitzin de las maquilas”; me lo dedicó y me menciona en uno de los cuentos.
¿Fue complicado traer a tantos escritores?
Había mucho desconocimiento de lo que era Juárez, la gente pensaba que no había nada acá, pero comenzaron a venir. Primero eran periodistas, economistas, narradores, y fue una cadena que terminó hasta que fallecieron los autores.
¿Esto lo hacías solo por amor a la literatura?
Totalmente. Y gracias a Carlos Monsiváis es que trajimos a José Emilio Pacheco y luego a Elena Poniatowska; ahí comenzó la cadenita con escritores, cineastas, músicos, dramaturgos, era infinito.
¿Qué opinas de la situación cultural en Juárez?
Cuando llegué solo había un museo y un auditorio; ahora ha crecido mucho la infraestructura cultural, hay mucho público con una necesidad real de cultura. Hoy hay talleres, academias de arte y se están viendo los frutos. Existe un boom de editoriales alternativas, poetas jóvenes y muy buenos músicos y están pasando buenas cosas.
Leyenda cultural en la frontera
Enrique Cortazar es ampliamente reconocido en Ciudad Juárez. Es poeta, maestro, narrador, y a sus casi 80 años encabeza el proyecto Centro Cívico S-Mart, donde se imparten talleres y se ofrecen espectáculos a la comunidad. Este hombre es incansable y espera venir a Ciudad de México en septiembre para presentar el libro con sus aventuras literarias.
Incluye documentos y fotos del archivo personal de Cortazar que retratan una época cultural en Juárez, antes de que la violencia azotara la ciudad. Pero ante todo, es un homenaje a los amigos que ya partieron y, claro, también es un reconocimiento a la vida del autor, quien nunca buscó la fama pero que sin duda la merece.
Inventario de lugares propicios para la amistad cuenta con prólogo de Elena Poniatowska e incluye documentos y fotos del archivo personal de Cortazar.