Enrique Metinides, reconocido fotógrafo mexicano de la nota roja, murió hoy a los 88 años de edad, así lo dio a conocer el presidente del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano, Jenaro Villamil.
"Fallece el gran foto reportero Enrique Metinides, una leyenda viva del periodismo mexicano. En paz descanse y que su obra sea más conocida por las nuevas generaciones", escribió en su cuenta de Twitter.
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¿Quién fue Enrique Metinides?
Partió el gran maestro de la fotografía, Jaralambos Enrique Metinides Tsitonides (Ciudad de México 1934-2022), quien desde niño, empezó a capturar las imágenes que a la mayoría le causa terror y que son conocidas por todos como la nota roja.
Su osadía infantil lo llevó a ser contratado, sin recibir un sueldo, para fotografiar los momentos trágicos de la historia contemporánea, muchos de los cuales se publicaron en la prensa mexicana.
Este personaje legendario y respetado lo mismo por los foto reporteros, que por los periodistas y los académicos, dejó de existir este 10 de mayo.
Reconocido como el mejor fotógrafo policiaco, siempre platicaba sobre los acontecimientos que capturó con su cámara, tenía muy buena memoria pues puntualizaba exactamente los años: de 1949 a 1979.
Le gustaba compartir que de niño, a los 9 años su papá le regaló una cámara Kodak Brownie, con la que salía a tomar fotografías en el centro de la ciudad, ya que vivía en la calle de las Vizcaínas.
Aunque también era fanático de las películas de gansters, es decir, de policías y ladrones, con su camarita tomaba ciertas escenas de accidentes y hasta de explosiones y luego salía a la calle a hacer su propia versión fotográfica.
Debido a que su papá tenía un restaurante en la avenida San Cosme y por la cercanía con la delegación Cuauhtémoc, acudían a comer algunos elementos del Ministerio Público, que al ver su trabajo, a los 10 años lo invitaron, con autorización, a que tomara fotografías de las detenciones, peleas y accidentes.
Después se convertiría en el ayudante de Antonio Velázquez, conocido como “El indio”, que era reportero de La Prensa. Fue así como entró al Palacio de Lecumberri a retratar a los criminales de la época, como al “Sapo”, que había matado a 168 personas y al menos a cinco en la cárcel.
A partir de ese momento más que su pasatiempo, la fotografía fue parte de su vida, de su pasión que lo llevó a captar, crímenes, accidentes, gritos, balaceras, llanto, tragedia y desastres, pero también a sufrir casi una veintena de accidentes y a padecer hasta un infarto.
Su monumental labor alcanzó tal nivel que existen documentales y exposiciones sobre su trabajo fotográfico, no solo en México sino en el mundo, el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), exhibió parte de sus imágenes representativas que se pueden consultar en línea.
Metinides nació en México en la colonia Guerrero, ya que sus padres originarios de Grecia, habían venido a México de luna de miel, pero ya no pudieron regresar a la ciudad de Atenas, tras el estallido de la Primera Guerra Mundial.
Hoy terminaron sus aventuras en este tierra, pero al lugar a donde vaya, seguramente lo hará con su cámara en busca de la magia para seguir fotografiando los instantes que lo inspiren.
La noticia de su fallecimiento provocó de inmediato reacciones entre periodistas y trabajadores del rubro:
Enrique Metinides y la nota roja
Metinides empezó a captar imágenes desde los 11 años de edad, lo que lo convirtió en un fotógrafo precoz, con una vida que formó de cara a los accidentes, tiroteos, asesinatos y desastres, así como a lo que él llama “los mirones y chismosos”, fue analizado, a través de su trabajo fotográfico, por el psicoanalista Carlos Díaz.
Tras participar en la mesa de diálogo En el diván con Enrique Metinides, hace tiempo en la Universidad de Claustro de Sor Juana, el experto habló de lo que hay detrás de las imágenes del maestro nacido en 1934. Díaz indicó que Metinides habla a través de su fotografía, expresa, pero nunca comunica; lo que logra el fotógrafo es manifestar los afectos a través de lo visual.
Ese es un primer acercamiento psicoanalítico para entender la labor de este artista de la lente, y conocer lo que su cuerpo no expresa, pero que se manifiesta a través de sus actos por medio de la fotografía.
“La fotografía de Metinides habla del fondo de la violencia en México. Desde su obturador, la sabe leer muy bien, lo que pone en evidencia es el dolor individual, en el momento que trasciende lo bidimensional del plano de la imagen e invita a pensar, en lugar de ver”.
Aunque retrataba la muerte, Enrique Metinides no involucraba la sangre en sus imágenes porque era muy respetuoso del dolor de los demás, agrega Díaz.
Al ver ya sus últimas fotografías, su mirada se empieza a orientar más hacia la cuestión del suicidio, de los terremotos y de otros sucesos, registrándose con ello en su trabajo un cambio estético.
“Metinides narra cómo fue que se enfrentó a su primer fotografía de un decapitado, relata que optó por irse a su casa, pero que finalmente regresó a tomar la foto. Es decir, hubo un primer encuentro con el horror, al momento de ver la cabeza decapitada. Desde ahí no se desprendió de su mirada sobre la muerte”.
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En las fotografías de Metinides hay una posibilidad de que el espectador se dé cuenta de que “el otro” no es él; en el momento en que ve un cadáver, le da la posibilidad de afirmarme que sigue vivo.
Entonces, explicó el ponente, no es un placer el ver la imagen, sino una oportunidad que le permite a la gente pensar y reflexionar qué hará, a partir de una tragedia, como testigo de la muerte.
grb