Ubicada al norte del estado de Veracruz, la zona arqueológica de El Tajín es una de las más hermosas que hay en México. Cuna del imperio totonaca, se cree que cuando los conquistadores españoles llegaron a este pequeño valle entre cerros el área estaba deshabitada, por lo que las pirámides y diversos basamentos se conservaron en buen estado. Hoy en día se han explorado cerca de 10 kilómetros, pero aún hay mucho por descubrir, oculto entre tierra y pasto.
Justo el primer día de la primavera, la lluvia llegó como para reafirmar la idea de los abuelos y las abuelas de esta tierra, quienes creen que el invierno dice adiós con unos últimos días de frío y aguaceros, para poder cederle el paso a la calurosa primavera.
No obstante, al mediodía de este 21 de marzo, el sol salió tímidamente para recibir a decenas de personas que aparecieron vestidas de blanco, con la intención de “recibir la energía” del equinoccio. Representantes de la religión espírita (que busca integrar al ser humano con el entorno para que encuentre la paz) organizaron una ofrenda de semillas y fruta, así como bailes tradicionales de la región, en la plaza al pie de la Pirámide de los Nichos, conocida también como Pirámide de las Historias de los Siete, foco principal del sitio debido a su particular diseño, que cuenta con 365 nichos; se cree que representan los días del año más cinco de ellos considerados impuros.
Al amanecer, el sol sale detrás del Cerro de los Mantenimientos y va iluminando cada uno de los pisos de la pirámide durante poco más de siete minutos, ofreciendo un espectáculo sin igual. Y aunque la celebración del equinoccio de primavera aconteció horas más tarde, los asistentes se mostraron participativos y alegres: “Las semillas las traemos para que no nos falte el pan, además de ser símbolo de la abundancia. La fruta la colocamos en el pasto durante nuestros rituales para que reciba toda la energía de este día especial; después, nos la comemos para poder tenerla, también, en nuestro cuerpo”, explicó una de las organizadoras.
La zona arqueológica se ubica a pocos metros de la sede de Cumbre Tajín, por lo que su visita se vuelve obligada durante el Encuentro de la Identidad, para refrendar el sincretismo, las tradiciones y el alma de un pueblo indígena como el totonaco, que está tan vivo como en aquellos días de esplendor en la “Ciudad del trueno”.