En mi temprana adolescencia, ver desplazarse en la pantalla gigante del Cine Latino la nave interplanetaria Orion rumbo a la Luna al ritmo de El Danubio azul de Johann Strauss hijo fue un acontecimiento mágico. Había escuchado la pieza con frecuencia gracias a mi hermano Nacho, pero con las imágenes de ciencia ficción de la película 2001: odisea del espacio, la obra adquiría una grandilocuencia de la que no he podido separarla. Tampoco me es posible desligar algunas de las escenas finales de la música de György Ligeti —que entonces ni conocía y se me hacían efectos de sonido—, la cual contribuye a establecer la atmósfera onírica que se vive en la pantalla.
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Desde entonces Stanley Kubrick me conquistó por su gran capacidad de hacer de la imagen un aliado de la música para darle otro sentido, sin importar su procedencia. Nunca nos pusimos a pensar: ¿por qué una nave interplanetaria no puede moverse a ritmo de vals? Tal vez Alex North, compositor al que Kubrick le había encargado la música, se sintió traicionado porque no utilizó su música, pero el maridaje música-imagen en la cinta funciona hasta la fecha.
Ocurre igual con Naranja mecánica, en cuyo mundo futurista —que nos ha alcanzado— un violento personaje viola a una mujer y golpea a su marido mientras canta y baila una escalofriante coreografía con el tema de la película Singing in the Rain (la elección de la pieza fue del actor Malcolm McDowell, pero el director decidió incluirla, aunque dicen que nunca pagó los derechos de autor). También recurre a una versión en sintetizador de Walter Carlos a la obertura de Guillermo Tell para animar una escena de sexo que es comedia más que erotismo.
El buen gusto del cineasta para crear los soundtracks de sus filmes podrá disfrutarse con la Orquesta Sinfónica Nacional, bajo la dirección de José Luis Castillo, que interpretará obras de 10 de sus películas el viernes a las ocho de la noche y el domingo a las 12:15 horas en el Palacio de Bellas Artes.
El concierto denominado Kubrick Sinfónico Reloaded incluirá música de las cintas Ojos bien cerrados, Naranja mecánica, Barry Lyndon, El resplandor y, por supuesto, 2001: Odisea del espacio. Un viaje por diversos estados de ánimo está garantizado.
CODA
LECCIÓN DE ARTE
De acuerdo con Juan Arturo Brennan, Kubrick “dejó para la posteridad una larga, compleja y fructífera lección en el arte de elegir y encargar música para sus películas y, sobre todo, en ese difícil oficio que es saber dónde y cómo colocar toda esa música”.