Es la vida de un hombre, pero también la de una familia y con ello, una metáfora de la sociedad: cuando el escritor Juan Gabriel Vásquez conoció la vida del cineasta Sergio Cabrera, supo que había una historia por contar: sus años en la China de Mao, su paso por la guerrilla colombiana —muy breve, pero que lo marcó muchísimo—…
“Conforme hablaba con él me daba cuenta que era como estar hablando con un libro mío, porque todos mis libros han tratado de explorar esas maneras tan extrañas en que la gran historia, los grandes acontecimientos, se convierten en fuerzas que moldean y que arrastran nuestras vidas privadas, nuestras vidas de individuos”.
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Todo ello se convirtió para Juan Gabriel Vásquez en una gran metáfora de eso que siempre le ha interesado: las vidas privadas de los individuos arrastradas por las fuerzas de los acontecimientos públicos, de la historia, que no dominamos. Y supo en ese momento que debía escribir un libro: Voltear la vista atrás (Alfaguara, 2021).
“Se trataba de mostrar su impacto en nuestras pequeñas historias, con minúscula: vidas privadas de padres, de hijos, de pareja, porque en cierta lectura, la novela es una historia de amor: la de Sergio Cabrera que lucha por mantener a flote su carrera en un momento de crisis. De manera que estas pequeñas historias, marcadas por la gran historia pública, era lo que me interesaba contar”.
Con la suerte para el autor de novelas como Los informantes, Las formas de las ruinas o El ruido de las cosas al caer, de que la historia parecía buscar quién la contara, pues en octubre de 2016, Sergio Cabrera se encontró metido en tres momentos críticos al mismo tiempo; su padre acababa de sufrir un accidente y moriría poco tiempo después; su matrimonio estaba en crisis y su esposa se había ido a Portugal, su lugar de origen, y encima de todo eso, Colombia acababa de rechazar los acuerdos de paz que le guerrilla de las FARC y el gobierno habían negociado durante los cuatros años precedentes.
“Es un personaje metido en una crisis que es privada, que es pública, que es emocional, que es histórica y, en ese momento, recibe la invitación —y eso es impagable, si se lo hubiera pedido a los dioses de la literatura no me lo habría concedido— de hacer una retrospectiva de sus películas en Barcelona, de mirar hacia atrás, de manera que mi personaje hace eso durante toda la novela: mira hacia atrás, a la vida de su padre, y trata de encontrar en qué momento esa gran secuencia de hechos históricos, que es su vida y la de su familia, lo pusieron en ese momento de crisis”.
PCL