El escritor David Toscana ganó el Premio Mazatlán de Literatura 2023, por El peso de vivir en la tierra, novela publicada por Alfaguara.
“El peculiar peso de vivir en la tierra puede afrontarse con imaginación y literatura: David Toscana en su novela hace al lector alzarse a esos momentos donde un libro nos genera la sensación perfecta de escape, disfrute y revelación”, señaló Juan José Rodríguez, uno de los jurados del premio.
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“En el año del centenario de Ricardo Garibay, Premio Mazatlán de literatura en 1966 por Beber un cáliz, la narrativa vuelve hoy con este escrito pleno de dureza y capacidad de descontento ante la rutina avasallante que nos atosiga. Nadie sale indemne luego de leer esta bizarra distopía, donde la escritura logra vencer las leyes de la gravedad y la realidad, tal como se lo proponen sus bien logrados personajes”, concluye Rodríguez.
Por su parte, Braulio Peralta, otro de los jurados, opinó: “Decía Fernando Benítez que existen los escritores cuyas obras literarias son, por sus temas, locales, municipales, estatales; obras de un país. Obras que pocas veces llegan a ser universales. Hoy Monterrey se apropió de los escritores rusos y el mundo se estremecerá con la historia escrita por David Toscana. Moscú y San Petersburgo se hermanan con México y Toscana es el responsable, hoy Premio Mazatlán de Literatura. Toscana usa las comillas a favor de las citas de escritores como Chéjov, Gogol, Tolstói o Dostoyevski, entre otros: se burla de los plagios literarios con que se han escrito la mejores páginas de la historia universal de las infamias, propias y ajenas, de que está escrita la literatura en todo el mundo. El peso de vivir en la tierra es un ejemplo que abre nuevos horizontes”.
El escritor agregó: “De Las bicicletas, su primer libro, a El peso de vivir en la tierra, David Toscana es una trayectoria literaria a quien se le debía el Mazatlán, y muchos otros premios que esperemos empiecen a ser internacionales porque Toscana es un autor de crecimiento artístico imparable”.
Estilo toscaniano
Roberto Pliego, periodista de MILENIO, escribió sobre el libro ganador del Premio Mazatlán: “Los mundos de Toscana tienden cada vez más hacia la cancelación de la realidad en nombre de la razón superior de las palabras que se conjuran para crear hermosos sueños. Están habitados por seres cuya desmesura es tan grande como sus dones para fabular a costa de su cordura. Sabemos qué quimeras nombramos cuando decimos dostoyeskiano, kafkiano o faulkneriano. Ahora hay que aprender a decir toscaniano”.
La jurado Eve Gil comentó: “Toscana no se limita a hacer un homenaje a los clásicos rusos, los resucita, nos los trae hasta el lugar más remoto que pudiera existir de aquella Rusia gélida y suspendida en la incertidumbre. No creo extralimitarme al afirmar que Toscana ha escrito su propio Quijote, y además de emocionarnos con la locura de sus personajes, nos invita a participar de ese festín que solo los clásicos rusos pueden materializar, más allá del tiempo y el espacio”.
La novela ganadora
Nicolás tiene el alma grande. Por ello decide cambiar su nombre a Nikolái Nikoláievich Pseldónimov y comenzar a vivir con todo el fervor de un personaje de Gogol, Dostoyevski, Tolstói, Chéjov o Bábel, replicando sus proezas y sus infamias.
En esa literatura rusa en la que cada gran escritor fue censurado, perseguido, apresado, desterrado, excomulgado o ejecutado, Nikolái y sus aliados descubren la libertad esencial del ser humano: la de imaginar. Tal como don Quijote, ellos crearán su propio mundo y buscarán que sus vidas se vuelvan arte al emular las novelas que emulan la vida.
Corre el año de 1971 y el mundo está atento a la carrera espacial. Los soviéticos han puesto a tres cosmonautas en la estación Sályut al tiempo que impiden a Solzhenitsyn viajar a Estocolmo para recibir su Premio Nobel. Nikolái le propone a su mujer y al borracho Guerásim viajar al espacio, aventura que habrán de consumar tras degustar lo sublime y podrido de la condición humana.
Tradición desde 1964
El Premio Mazatlán de Literatura fue instituido a finales de 1964 por el gobernador Leopoldo Sánchez Celis, ante la iniciativa de Francisco Rodolfo Álvarez, Raúl Rico Mendiola y Antonio Haas para galardonar anualmente a la persona que hubiera producido, en la literatura mexicana, la obra más sobresaliente en el año precedente y se estableció entregarlo dentro de las festividades del Carnaval de Mazatlán.
En la primera edición, el reconocimiento correspondió al poeta José Gorostiza, que lo recibió en el marco de la velada de los Juegos Florales, verificada en el Teatro Zaragoza.
La entrega del premio literario fue interrumpida en 1972, cuando ni Carlos Fuentes ni el gobernador asistieron a la ceremonia. La renuncia de Fuentes al premio, motivada por la actitud del gobierno estatal contra el movimiento estudiantil que vivía la UAS, convirtió la entrega en un asunto político, cerrándose así esta primera época.
Durante estos ocho años, se contó con el apoyo del INBA para la organización del evento. El galardón era, entonces, el más importante estímulo —por difusión y su monto— al que los escritores publicados en México podían obtener fuera de la capital del país.
En 1984, Antonio Haas impulsó la reposición del Mazatlán de Literatura con el apoyo de Raúl Rico González. Aunque el Premio Mazatlán de Literatura ya no constituye uno de los galardones de mayor estímulo económico a nivel nacional, por su tradición y el renombre de los premiados sigue siendo uno de los más importantes en el país.
En 1994, por iniciativa del gobierno municipal en acuerdo con la agrupación civil Amigos del Teatro Angela Peralta decidieron que el Mazatlán de Literatura fuera separado de los eventos populares del carnaval, con la idea de que el máximo premio literario del puerto merecía un evento más adecuado a su carácter y nivel cultural. En 1995, ante el embate de la crítica de diversos sectores, se optó por rectificar que el Premio Mazatlán de Literatura volvería a realizarse dentro de las fiestas del carnaval.
A partir de 1996, se realiza la Velada de las Artes dentro de las festividades del carnaval y durante esta ceremonia se entrega el Premio Mazatlán de Literatura. Es a partir de ese mismo año que la Universidad Autónoma de Sinaloa se integra dando su apoyo al galardón.
Un requisito fundamental es que la obra ganadora tenga su primera edición en México, ya que también el premio tiene en su propuesta inicial el impulso a la industria editorial mexicana.
David Toscana ha publicado Estación Tula, Lontananza, Duelo por Miguel Pruneda, Los puentes de Königsberg (Alfaguara, 2009), El último lector (Alfaguara, 2010), La ciudad que el diablo se llevó (Alfaguara, 2012), El ejército iluminado (Alfaguara, 2013), Santa María del Circo (Alfaguara, 2016) y Evangelia (Alfaguara, 2016). En 2018 recibió el Premio Xavier Villaurrutia y el XI Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska por su novela Olegaroy (Alfaguara, 2017). Ha recibido, también, los premios José María Arguedas, Antonin Artaud, Colima y José Fuentes Mares. Formó parte del International Writers Program de la Universidad de Iowa y del Berliner Künstlerprogramm. Su obra se ha publicado en 15 idiomas.
PCL