Miguel Tapia creó al Quijote de Sinaloa

El escritor presenta 'Del famoso y nunca igualado corrido del Quicón Uriate', que, como el personaje de Cervantes sale al mundo a vivir su propia aventura.

Miguel Tapia, escritor. (Javier Ríos)
Ciudad de México /

El Quicón es un serrano sinaloense, feo, callado, fuerte, amante de los corridos. Un día, sin más ni más, decide salir de su rancho para recorrer el mundo, como el Quijote de la Mancha y sus sueños por ser un caballero andante.

Esta es la premisa Del famoso y nunca igualado corrido del Quicón Uriate (Ediciones Era), novela de Miguel Tapia, quien crea un personaje “derecho como un balazo” que busca ser leyenda para tener, por fin, su propio corrido.

—¿Es el camino del héroe, como El Quijote, un hombre buscando su destino?

Sí, tal cual; buscando quizás en los caminos equivocados, pero como casi todos nosotros al final. Es un hombre que se hace preguntas profundas pero sin siquiera darse cuenta del significado y las aventuras que está llevando a cabo. Es una búsqueda muy personal que se convierte en una pregunta más general. Nos identificamos con él y con los cuestionamientos que levanta el mismo Quicón al enfrentarse con la realidad que él se niega a reconocer, y creo que eso es tanto en la propuesta de Cervantes como la del Quicón, digamos que yo la tomé prestada a Cervantes.

—¿El lector encontrará en tu novela frases, sucesos y varias curiosidades quijotescas?

Hay escenas más o menos que están transpuestas, pero sí hay pedacitos de texto que se los pedí prestados textualmente. De hecho es parte de la construcción de la propuesta, es una reinterpretación del Quijote no solo como una obra literaria y su planteamiento, sino también el Quijote como el objeto cultural que es, ese gran clásico de la literatura, de la tradición en lengua castellana. El Quicón no funcionaría igual si el Quijote no se hubiera convertido en el clásico que es hoy día. Es trasladar esa obra, esa referencia universal de la literatura, a un rancho perdido en la sierra sinaloense. Es una forma de hacer arte objeto: poner un objeto en otro contexto que no tiene nada que ver con el original para reinterpretarlo completamente.

—¿Hasta dónde llegas en los paralelismos con El Quijote?

Lo que está tomado prestado a Cervantes es digamos el dispositivo inicial, el personaje que se vuelve aficionado a cierto tipo de ficciones, y hay algunas historias y anécdotas que vive el Quijote original y que, más o menos, están trasladadas a la realidad sinaloense, otras surgieron sobre la marcha. Pero la pregunta que me hacía siempre era ¿hasta dónde puedo llevar ese paralelo sin que se convierta en un relato ya obvio? Porque ya conocemos lo que pasó en el Quijote, entonces para mí estaba claro que había que tener cierta mesura, no llevar la cosa demasiado lejos para que no perdiera intensidad el relato.

—¿El lenguaje es relevante para la historia?

Me pareció que tenía que funcionar así, es decir, rescatar también esa oralidad de la prosa de Cervantes en el Quijote porque es muy distinta; él construyó esa prosa muy oral y nos suena muy sonora. A mí me pareció que funcionaba ir a rascarle a la tradición oral sinaloense, no solo la que me tocó vivir a mí sino la que escuché de mis papás, mis abuelos y, con todo eso, construir una mezcla, frases que sonaran un poquito más gordas, más ampulosas, y me pareció que funcionaba con un toque entre curioso y divertido.

—¿El Quicón Uriate sale a una búsqueda?

El personaje no se da cuenta, pero nosotros los lectores vamos tomando conciencia a través de esas aventuras que, al principio, nos dan risa pero luego decimos: ‘Ah, caray, esto nos pasa a todos’ y es el atractivo de ese aparato narrativo que de manera tan genial creó Cervantes, el de divertirnos, proponernos un personaje caricaturesco del que al inicio nos reímos pero al final entendemos que ese personaje somos nosotros mismos

—¿La novela es un western mexicano con un hombre rudo en medio del pueblo?

Él es un sinaloense serrano muy anclado en su tradición y arraigado en su tierra. El personaje funciona porque es un cuestionamiento, una caricatura del típico norteño. En México se identifica mucho a los tipos un tanto toscos del norte, muchos metidos a narcos y la caricatura me parece que funciona porque es divertida y cuestiona también ese cliché, la idea del norteño metido a negocios turbios y también más relacionada con los corridos.

—¿El Quicón quiere su corrido?

Está perdido en la ficción de los corridos como el Quijote estaba perdido en la ficción de los caballeros andantes. Las aventuras del Quicón se van convirtiendo en estos cuestionamientos: ¿cuál es realmente la tradición del corrido? ¿Hasta qué punto refleja la realidad mexicana? O hasta que punto el corrido ha sido manipulado, manoseado, por sectores que lo usan para construirse a sí mismos como héroes, grupos que lo utilizan para darse una imagen o que usan el narcocorrido para culpar a cierto sector de la población de los males de México, para culpar del narcotráfico, la corrupción, la violencia y los desaparecidos.

Y así como El Quijote, el Quicón, el serrano, está listo para vivir una aventura, luchar con sus propios molinos de viento y convertirse en un héroe que protagonice corridos que resuenen en las sinfonola de alguna cantina.

PCL

  • Vicente Gutiérrez
  • vicente.gutierrez@milenio.com
  • Periodista desde hace 25 años y especialista en temas culturales, la industria del entretenimiento y cinematográfica. Por su experiencia y conocimiento, también ha participado en temas de política y de negocios. Es reportero de cultura en Milenio y locutor en “La Taquilla”, programa de Radio Fórmula 104.1 FM.

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