A lo largo de la historia hemos sido testigos de la importancia del papel de las mujeres en el desarrollo humano y transformación de la sociedad. En el mundo de la ciencia, tecnología, salud, literatura, moda y cine, las mujeres cambiaron paradigmas, pusieron sobre la mesa nuevas perspectivas y lucharon por su derecho a tener las mismas oportunidades que los hombres, ser libres, expresar su opinión y decidir sobre su propio cuerpo.
Katherine Johnson, Sor Juana Inés de la Cruz, Marie Curie, Simone de Beauvoir son ejemplos de aquellas que labraron una parte de un largo camino hacia la equidad y el reconocimiento; además de los nombres de miles de mujeres que permanecen en el anonimato, pero cuya labor fue trascendental y continúa dando forma a la justa.
En el ámbito de la literatura, el camino ha sido una sinuosa pendiente, pues algunas escritoras se vieron obligadas a utilizar seudónimos masculinos o recurrir al anonimato para publicar sus obras.
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Hermanas Brontë
Charlotte, Emily y Ann Brontë se pasaban los días enteros escribiendo y leyendo desde muy jóvenes, alejadas del mundo y las convenciones sociales. Sin importar las normas británicas del siglo XIX, las hermanas siempre expresaron sus opiniones sobre temas que en aquellos años estaban “prohibidos” hablar entre mujeres.
Su pluma está detrás de clásicos de la literatura universal. Jayne Eyre (Charlotte), Cumbres borrascosas (Emily) y Agnes Grey (Ann) son algunas de sus obras más trascendentales. Producto del estigma social, y para evitar el escrutinio público, se vieron obligadas a publicar bajo seudónimos masculinos: Currer, Ellis y Acton Bell, fueron los nombres que adoptaron para que sus novelas, las cuales fueron motivo de debates morales entre los críticos de su época, vieran la luz.
Josefina Vicens
Ahora, demos un pequeño salto a la literatura mexicana con Josefina Vicens, novelista, periodista, guionista de cine y feminista. Su primer novela El libro vacío, le mereció el Premio Xavier Villaurrutia en 1958, más tarde, la autora señalaría que "es completamente autobiográfico; no es una invención, es una cosa sentida por mí y que he padecido y sigo padeciendo".
Posteriormente, salieron a la luz Los años falsos (1982) y Petrita (1983). Josefina Vicens publicó varios de sus escritos utilizando el nombre de Pepe Faroles y Diógenes García, bajo éste último colaboró con artículos políticos.
Mary Shelley
Es la autora de Frankenstein o El moderno Prometeo, una historia de terror que dio paso al nacimiento de uno de los monstruos más importantes del género. Esta criatura fantástica comenzó a tener forma en la mente de Mary Shelley gracias a un sueño y su obsesión por lo paranormal; sin embargo, sería hasta el verano de 1816 que la británica comenzaría a escribir este relato como parte de una competencia que propuso el poeta Lord Byron mientras paseaban por el lago de Ginebra.
El libro fue publicado bajo autoría anónima e, incluso, algunos llegaron a considerar que el poeta Percy Shelley, esposo de Mary, estaba detrás de esta obra que plantea los límites de la ciencia, dilemas morales, la identidad humana, entre otros temas. La escritora también es un símbolo en la lucha por los derechos de la mujer, un legado que heredó de su madre, la filósofa y pionera feminista Mary Wollstonecraft, quien falleció tras dar a luz a Mary Shelley, pero cuyo recuerdo significó un referente para el trabajo de la autora.
Amantine Dupin
Nació en Francia a principios del siglo XIX, una época marcada por las estrictas normas de etiqueta. Es considerada una "agitadora cultural" de dicho periodo; vestía ropa de hombre y vivía según sus propias ideas y reglas. Además de ser una prolífica escritora, Dupin también fue periodista.
En 1831 publicó su primera novela titulada Rosa y Blanca en colaboración con Jules Sandeau, de quien tomaría su apellido para darle nombre a su alter ego: George Sand, con el que firmaría sus libros. Indiana, Consuelo, Los maestros soñadores, El compañero de Francia son algunos de los títulos que forman parte de su extensa obra.
J.K Rowling
Ni la autora detrás del mundo de Harry Potter se salvó de los estereotipos y prejuicios. La escritora y productora de cine británica se vio obligada a ocultar su nombre (Joanne Rowling) por cuestiones de publicidad. Además para publicar su libro El canto del cuco, Rowling usó el nombre de Robert Galbraith en un intento por evitar que su nombre condicionara las críticas y ventas.
amt