Escritura sin sellos [Entrevista a Antonio Ortuño]

"Me importa lo que sucede entre la página impresa y el lector (...) puede ser sublime y cambiarle la vida a la gente", dice el escritor, quien presentó su libro 'La vaga ambición' en la FIL.

En la FIL Guadalajara 2017, Antonio Ortuño presentó su nuevo libro, 'La vaga ambición' y la reedición de 'El buscador de cabezas'.
Víctor González
Ciudad de México /

Para Antonio Ortuño, una de las ventajas de vivir en Guadalajara es la posibilidad de evadir las presentaciones y cocteles literarios. Sin embargo, no siempre se puede huir y menos aún cuando se trata de la FIL de Guadalajara. El ganador del Premio Ribera del Duero que entrega la editorial Páginas de Espuma por su libro La vaga ambición reedita El buscador de cabezas (Tusquets), una novela de humor negro donde reflexiona sobre el poder.

Entre La vaga ambición, su libro más reciente, y El buscador de cabezas, que recién se reedita, podría tenderse un puente en términos de una reflexión acerca del poder.

Sí, aunque El buscador de cabezas es más de corte político y mucho más valiente, porque sin proponérmelo resultó tristemente premonitorio. Ruedan cabezas, hay torturas, en su momento me acusaron de tremendista, pero ahora vemos que esto sucede todos los días. En cambio, La vaga ambición nació por un apetito de escribir sobre la literatura y su lado B, aquel más mezquino y grotesco.

Entre El buscador de cabezas, su primer libro, y La vaga ambición ha pasado diversos registros y atmósferas.

Me importa lo que sucede entre la página impresa y el lector. Creo que eso sí tiene enormes alcances e incluso puede ser sublime y cambiarle la vida a la gente. Lo que sucede en la trastienda del escritor es un poco sórdido porque no somos tan populares como los futbolistas, pero sí tenemos su arrogancia.

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Aunque usted ganó un premio por La vaga ambición, el Ribera del Duero.

Me encanta el premio por el premio mismo. Pero no me lo tomo muy en serio, ni creo ser mejor escritor por el reconocimiento. Soy escritor cuando estoy sentado en mi mesita, en el cuarto que mis perros me prestan. Sin embargo, cuando salgo soy el papá de mis hijas y el amigo de mis amigos. Las cosas que más me gustan de la literatura están fuera del medio literario. El diálogo con un lector al que no conoces de nada y te manda un mensaje es bellísimo.

Usted ha escrito: "Escribir es guerrear contra mil enemigos". ¿No es ésta una definición romántica?

No creo que sea una visión romántica ver la literatura como una especie de prueba bélica. Me parece que quien no tiene este talante cortesano, como yo, tiene que golpear contra paredes y tocar puertas porque no es el protegido o el discípulo de nadie. No te queda más que mandar tus textos lo mejor logrados y ver hasta dónde llegas.

En medio de una política cultural que coopta a los artistas por medio de puestos, becas y premios, ¿cómo encontrar el punto medio?

Hay autores que han obtenido todas las becas y defienden su independencia. Yo solo he ganado una y no soy amigo de ningún funcionario. Mis libros, al contrario que otros, no tienen sellos públicos. El punto medio tiene que ver con que tu obra y comportamiento tengan cierta congruencia.

Después de El buscador de cabezas o Recursos humanos, algunos han cuestionado su crecimiento como escritor.

Dicen que me vendí al mercado. Para mí lo importante es que sin ninguna ayuda o mano negra, mis libros están traducidos a diez idiomas y la mayoría publicados en editoriales independientes fuera de México. Nunca me he robado recursos públicos, ni soy ahijado de nadie. Escribo lo que me da la gana, jamás he redactado la plataforma política de un candidato. La verdad es que la mayoría de los adalides de la moral son escritores horrorosos y lo saben.


RSE

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