En plena irracionalidad trumpista, el consejo aportado hace casi sesenta años por el sociólogo norteamericano Charles Wright Mills (1916-1962) cobra vigencia —escucha, yanqui— una llamada de atención a sociedad y gobierno norteamericanos para no ceder ante la ignorancia y los errores resultantes de la falta de entendimiento de las voces del mundo desfavorecido.
En tales linderos podríamos situar la reedición de uno de los libros más significativos del grueso catálogo del Fondo de Cultura Económica, Escucha, yanqui. La Revolución en Cuba, que inaugurará la serie Tiempo Presente, incluida en la Colección Popular. El objetivo de la obra: revelar los argumentos de los revolucionarios cubanos y exponerlos con la mayor exactitud posible, luego de la caída del viejo régimen en la Isla.
Escucha, yanqui… (también polémico al grado que suscitó la salida de Arnaldo Orfila de la dirección de la casa editorial), se editó entre marzo y diciembre de 1961 en cuatro ocasiones con 100 mil ejemplares vendidos, “circunstancia reveladora del relieve de este singular texto”. A partir de su tercera edición el autor incorporó una nueva “Advertencia al lector” y un texto complementario, escrito después de la invasión mercenaria a Bahía de Cochinos, en abril de aquel año.
En la redacción de la obra Wright Mills acudió a fuentes histórico-documentales, bibliográficas y directas. “Pasé tres días y medio, de 18 horas cada uno con el primer Ministro Fidel Castro y cinco o seis días con René C. Vallejo, jefe del Instituto Nacional de la Reforma Agraria en la provincia de Oriente”.
“¡Manos fuera de Cuba! —demanda la voz dispersada por el autor—. En pocas palabras, eso es lo único que queremos de ti. ¿Es pedir demasiado? Si tuviéramos esa seguridad, la nueva nación que estamos dando a luz se sentiría muy aliviada y se reduciría enormemente los dolores del parto. Haz, pues, que tu gobierno no se meta con nosotros”.
La traducción al español de Escucha, yanqui… correspondió a Julieta Campos y Enrique González Pedrero, y el (entonces) cuidado de la edición estuvo a cargo de Martí Soler y Augusto Monterroso. La portada, que incluye una fotografía de un hombre con sombrero guajiro levantando la mano derecha que sostiene un periódico, fue de Giménez Botey.
Escucha, yanqui…, una nueva oportunidad para la reflexión.