El cáncer de pulmón detuvo el domingo el ritmo impecable del baterista de jazz Jimmy Cobb, a los 91 años. Era el último sobreviviente del quinteto de Miles Davis que participó en la grabación de Kind of Blue (Columbia, 1959), el disco más vendido de la historia del jazz y uno de los pilares del género.
A fines de los años 90 tuve oportunidad de escucharlo en Acapulco en un festival en el que participó en el grupo de Nat Adderley y la Fort Apache Band de Jerry González. Allí me encontré con este gran estilista de la batería que resultó también ser un hombre afable y generoso.
Un anuncio de baterías con el retrato de Gene Krupa lo decidió a elegir el instrumento que aprendió a tocar al amparo de su colección de discos. Empezó a trabajar profesionalmente aprendiendo de músicos que pasaban por su natal Washington: Charlie Rouse, Billie Holiday y Pearl Bailey, entre otros.
Baterista de la cantante Dinah Shore durante cinco años, Cobb recordaba que tocar con ella “me permitía hacer muchas cosas porque cantaba góspel, canciones populares, blues, baladas. Era muy talentosa”.
Mientras tocaba con la cantante conoció a Miles Davis, en cuyo quinteto tocaría después. Su ingreso al grupo, comentó, “fue una experiencia tremenda, una de las mejores cosas que me han sucedido: estaba en el mejor grupo de jazz de la tierra, con los mejores músicos. Cuando llegué tuve el placer de tocar con Red Garland y después con Bill Evans y Wynton Kelly en el piano; con Julian Cannonball Adderley y John Coltrane en los saxofones, y con Paul Chambers, quien fue el contrabajista durante mucho tiempo”.
Cobb aseguró que su estancia con Miles fue muy divertida la mayor parte del tiempo, “aunque a veces quería verte y otras no”, o se le acercaba mientras estaba tocando y le decía al oído: “Mi baterista favorito es Joe Jones”, su antecesor.
Pero el baterista no guardaba resentimientos. “Aprendí muchas cosas, pero sobre todo a apreciar las cualidades del jazz. La mayoría de los discos que grabamos se sostienen hasta la fecha. Escucho Kind of Blue y por la forma en que fue grabado y por la calidad de las ejecuciones siento como si fuera música de hoy. Miles Davis in Person at the Blackhawk, San Francisco (Columbia, 1961) es uno de mis discos favoritos: la música que tocamos esas dos noches resultó maravillosa”.
Precisamente luego de esa grabación se retiró del grupo de Miles porque quería tocar en trío con Wynton Kelly y Paul Chambers. Luego pasó nueve años en el grupo de Sarah Vaughan, para luego ingresar al grupo de Nat Adderley.
Tras colaborar con músicos como Hank Jones, Ron Carter y George Coleman, a fines de los 90 impulsó su carrera como líder, con discos como Encounter (Philology, 1994), el homenaje a su mentor en Four Generations of Miles (Chesky 2002) o New York Time (Chesky 2006).
El instrumento, “muy orgánico”
De formación informal, Jimmy Cobb decía que el jazz le había dado todo lo que poseía en la vida, además de proporcionarle “un pasaporte para tocar en cualquier parte”. Explicaba que “tocar la batería es algo muy orgánico, además de que es un instrumento universal. Los tambores solían servir para comunicar a la gente en África. La batería mantiene todo unido, les da a todos los miembros del grupo el sentimiento que probablemente necesitan para tocar. En cualquier cosa que toques: jazz, fusión, cualquier cosa, el baterista es quien mantiene la cohesión”.